El estado nutricional influye en la capacidad de quedarse embarazada (sea cual sea el tratamiento a seguir), en la salud del embarazo y en la del futuro bebé. La progresión y el desarrollo embrionario dependen en gran medida de la calidad de las células reproductoras (ovocitos y espermatozoides), y la de éstas, de los nutrientes disponibles en nuestro organismo.
Este periodo en el que se forman y maduran espermatozoides y ovocitos, ocurre la fecundación y se forma el embrión, es especialmente sensible a la falta de determinados nutrientes y al exceso de toxinas. Por este motivo el periodo de preconcepción (de 3 o 4 meses mínimo) es ideal para optimizar la función de las células reproductivas y el desarrollo temprano de la placenta.
Aunque estemos en manos de los mejores expertos en reproducción asistida, podemos contribuir activamente a que el tratamiento funcione. Los especialistas tienen un papel importante pero limitado: extraen los ovocitos de la mujer, seleccionan los mejores espermatozoides y consiguen obtener buenos embriones para transferir al útero materno. Pero no hay que olvidar que la calidad de los óvulos y los espermatozoides y la preparación del útero dependen de nuestro estado de salud.
Cuando te estás preparando para concebir, uno de los aspectos más importantes es preparar tu cuerpo para ello. Uno de los primeros pasos en esta preparación es la eliminación de toxinas del cuerpo, las cuales pueden acumularse en hígado, útero, intestinos y tejido adiposo durante años. Algunas de estas toxinas son:
metales pesados,
medicamentos,
anticonceptivos,
tabaco,
pesticidas,
sangre menstrual vieja,
exceso de hormonas,
heces acumuladas en los intestinos,
alcohol,
productos químicos ambientales.
Realizar una limpieza o detoxificación de hígado con nutrientes, plantas y ciertos alimentos te ayudará a limpiar la sangre de sustancias tóxicas y a eliminar el exceso de hormonas. Esto es especialmente importante para las mujeres que se han sometido a varios tratamientos hormonales de estimulación ovárica. Es importante realizar esta detoxificación antes de cualquier tratamiento y no durante él debido a que se liberan toxinas a la sangre que pueden perjudicar la formación del futuro bebé.
La alimentación es un aspecto fundamental en la reproducción. De los alimentos obtenemos los nutrientes necesarios para que nuestro organismo funcione correctamente (incluida la salud reproductiva), pero también compuestos químicos añadidos, tóxicos, perjudiciales para la fertilidad (como son los disruptores endocrinos).
Prepararse para la fertilidad con una alimentación adecuada y específica para potenciarla es uno de los cambios que más influyen en la salud reproductiva. Numerosos estudios han demostrado que cambios específicos en la dieta pueden mejorar la fertilidad, prevenir abortos recurrentes y contribuir a un embarazo saludable.
La dieta para la fertilidad
No se trata únicamente de seguir una alimentación saludable sino de realizar una dieta para la fertilidad: una dieta rica en nutrientes específicos necesarios para mejorar la calidad de óvulos y espermatozoides, preparar el útero para la implantación, equilibrar las hormonas, etc. En definitiva, es una forma de alimentarse que apoya las funciones reproductivas del cuerpo. No se trata de una regla de oro sino de adaptar esta dieta a la condición personal de cada uno.
Algunos de los beneficios de esta dieta son:
Aporta antioxidantes, vitaminas y minerales que protegen el ovocito y el espermatozoide del daño causado por los radicales libres.
Ayuda a mantener el equilibrio hormonal aportando las grasas necesarias para la síntesis y función hormonal.
Disminuye la posibilidad de tener un aborto.
Ayuda a tener una buena reserva de nutrientes para el embarazo.
Cuando el estado nutricional es óptimo, el cuerpo es capaz de repararse y regenerarse, lo cual es especialmente importante si hay un problema de infertilidad.