Aunque por muchos ya es de sobra conocido el masaje tradicional tailandés y los beneficios que nos proporciona, quizá no muchas personas sepan de la espiritualidad que subyace a esta práctica de bienestar y sanación. Y es que el masaje tradicional tailandés es, además de una disciplina física, una práctica sumamente espiritual.
En Tailandia, la medicina, el bienestar y el budismo van de la mano desde hace milenios. Los rituales chamánicos y animistas tradicionales se mezclaron con las distintas disciplinas venidas principalmente de la India con la expansión del budismo (ayurveda, meditación, yoga, uso de hierbas), propiciando que en muchos lugares los monjes budistas fuesen relevantes en lo que a la salud se refiere. Con el paso de los años, muchos monasterios se establecieron como importantes centros de recursos relacionados con el bienestar, la salud y la medicina y, aún hoy en día, algunos siguen cumpliendo dicho cometido.
Acercarnos a la figura de Jivaka Kumar Bhaccha nos ayudará a comprender el por qué de ello. Jivaka fue el célebre médico ayurveda hindú del rey Bimbisara de Magadha (antiguo reino situado en el noreste de la India). Según cuenta la historia, este rey le designó para que cuidase de la salud de Buddha y, a la postre, se convirtió también en el médico de la Sangha (comunidad monástica) organizada alrededor del mismo.
El Canon Pali recoge, tanto en el Vinaya-pitaka como en el Sutta-pitaka, diferentes escritos relacionados con el Arahant y su médico. Así mismo, encontramos diferente literatura en la que se menciona a Jivaka en textos del Budismo Mahayana relativos a la medicina tibetana, en textos de medicina tradicional china y en otros textos a lo largo del este asiático.
Según la información de la que se dispone, parece poco probable que Jivaka saliese de lo que hoy es el noreste indio, pero no cabe duda de que sus conocimientos, historia, anécdotas y leyendas viajaron ampliamente aquí y allá con el budismo.
En el país de las sonrisas, se conoce a Jivaka como Shivagakomarpaj o Shivago Komarapat, y se le ve y venera como el fundador del sistema médico tailandés. Es habitual ver juntos a Buddha y a Jivaka en los altares de prácticamente todas las escuelas de masaje, centros de medicina tradicional y de masajes y en muchos monasterios y templos.
Estando la cultura tailandesa (y el masaje tailandés por ser parte de esa cultura) tan fuertemente influenciado por el Budismo Theravada, no es de extrañar que estén muy presentes muchos de los principios que anima a desarrollar.
Siendo así, la práctica espiritual impregna al masaje tradicional tailandés e invita al terapeuta a lo largo de las sesiones que desarrolla a la realización de una meditación activa y consciente en la que cultivar los cuatro estados sublimes (virtudes) de la mente.
Las cuatro Brahmavihãras son:
Metta (amor universal e incondicionado, benevolencia, buena voluntad): sincera preocupación por el bienestar de todos los seres y una profunda aspiración de promoverlo. Es el deseo de que todos los seres estén bien.
Karuna (compasión): no en el sentido paternalista: es la empatía que experimentamos al ver y sentir el daño, el malestar, el sufrimiento que experimentan los seres y el deseo de aliviar o suprimir dichos estados.
Mudita (alegría, gozo): bienestar altruista que se experimenta cuando los demás están bien, felices, prosperan, tienen éxito y el interés de promover todo aquello que suponga el bienestar para todos los seres.
Upekkha (ecuanimidad): es la cualidad que nos permite establecer una mente estable, equilibrada, la que nos permite ver la igualdad en todos los seres y entender que cada ser es responsable de su kamma (karma en sánscrito). Es vernos con honestidad y entender que no podemos responsabilizar a los demás de lo que pensamos, sentimos, hacemos.
Cultivando estas cuatro virtudes vamos alejando de nosotros la ira, el odio, la crueldad, la envidia, el apego, la indiferencia y la inestabilidad emocional ante el malestar, la frustración, la insatisfacción o el sufrimiento ajeno; nos alejamos de “dukkha”.
Otro punto importante de observancia de la tradición espiritual es el Wai Kru o ceremonia de agradecimiento a los maestros. Ciertamente es una ceremonia de respeto a Jivaka como padre fundador de la medicina tradicional (el masaje tradicional tailandés es una de las cuatro ramas en las que se divide la medicina tradicional tailandesa), por haber sido el origen de estos conocimientos, si bien por extensión acaba siendo un agradecimiento a todos los maestros que a lo largo de la historia han compartido dicha sabiduría.
Esta sencilla ceremonia puede ser realizada por el terapeuta bien en silencio bien a voz y al inicio de su jornada o antes de las sesiones. Durante la misma, el practicante recita un mantra u oración y agradece el conocimiento adquirido y se encomienda a los maestros para la buena marcha de las sesiones. Hay que señalar que en el desarrollo de una sesión de masaje tradicional tailandés tiene gran importancia el equilibrio personal del terapeuta.
¡May all beings be happy a peaceful!
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.