Las habilidades sociales tienen su origen en la terapia de conducta (que desarrolló Salter en EEUU) y la psicología social (que desarrollaron Argile y Kendom en Europa). Pero ha sido en los últimos años cuando han cobrado más importancia, debido a su repercusión en las personas, mucho más allá de tener una buena o una mala relación con alguien.
Te relacionas constantemente con otras personas, en casa con la familia, en el trabajo o con amigos. La manera en la que lo haces está definida por las normas culturales, sociales, legales... del contexto en el que te mueves. Por tanto, estas conductas se aprenden y pueden desarrollarse a lo largo del tiempo. Una persona con un buen dominio de las habilidades sociales, tendrá una mayor capacidad para alcanzar sus objetivos, sin perjuicio para los que le rodean.
Las situaciones a las que tienes que enfrentarte diariamente, son ilimitadas, cambian según el lugar y las personas con las que estés. No es lo mismo sentir inseguridad en el trabajo que en casa, con una amiga o con tu jefe. Ni te tomas una broma con el mismo humor todos los días. Cuanto más flexibles sean tus conductas, más fáciles y exitosas serán tus relaciones con los demás. Por eso, la creatividad tiene un papel fundamental, cuanto más creativa seas, más se adaptarán tus conductas a las características particulares de cada situación, y mejor se desarrollarán. Podrás construir una vida a tu gusto, sin dañar a otras personas.
Existen varios tipos de habilidades, que van desde las normas de cortesía, como dar las gracias, saludar, despedirse...; hasta las habilidades más complejas, como saber escuchar, reconocer un error, pedir perdón, defender tus derechos o afrontar el miedo. Saber desenvolverte con soltura en estas situaciones, al final te va a proporcionar una mayor calidad de vida.
Pero, como puedes aprender o mejorar estas habilidades? Existen varios métodos, pero por no entrar en tecnicismos, podríamos decir que se aprenden y desarrollan igual que lo hacemos con los niños:
1. Explicando cuáles son las conductas más adecuadas.
2. Por imitación de otras personas que actúan de la forma adecuada.
3. Analizando nuestros actos para sacar conclusiones de aspectos a mejorar.
4. Practicando lo aprendido en diferentes contextos y con distintas personas.
Parece sencillo, verdad? En realidad lo más complicado de desarrollar estas habilidades, es tomar la decisión de querer mejorar. Darte cuenta de los beneficios que te van a reportar pequeños cambios de conducta, y ponerte manos a la obra.
Qué opinas? Has pensado alguna vez en tus habilidades para relacionarte con los demás?
Un abrazo!
Fotos: Sara González Carrasco