La sociedad actual se está enfrentando a un acontecimiento nuevo para la humanidad, una pandemia mundial como consecuencia de la crisis sanitaria producida por la COVID-19. Está siendo protagonista de una serie de cambios y transformaciones a nivel económico, cultural, social y político. Tenemos más preguntas que respuestas a los interrogantes aún sin resolver sobre las posibles consecuencias que dejará esta emergencia sanitaria, así como el aún desconocido virus al que nos estamos enfrentando.
En nuestra actualidad, ya son tres olas las que llevamos arrastrando y sobreviviendo, en las que intentamos llevar a cabo diversos recursos y estrategias con la finalidad de contrarrestar el impacto que en todos los niveles está causando esta alarma sanitaria. Sin embargo, el riesgo de contagio del COVID-19, nos lleva a adoptar medidas como el confinamiento, restricciones y el aislamiento social, entre otras, con el objetivo de disminuir que podamos contraer el virus o propagarlo a nuestros allegados.
Ya es más de un año el que llevamos con estas medidas, a veces más o menos restrictivas, pero la pregunta que nos concierne en interés psicológico es: ¿Qué nos lleva a tomar estas medidas?, ¿Qué es ese malestar que sentimos a veces al salir de nuestra zona de confort, siendo en este caso nuestro hogar?, ¿por qué hay personas que no salen de casa a pesar de tener necesidades o urgencias médicas? En definitiva estas preguntas tienen un factor en común, y es la emoción del miedo.
¿Qué es el miedo?
La emoción de miedo es una de las emociones básicas. Podríamos describirla como la reacción natural y adaptativa ante una situación u objeto que supone una amenaza para nuestra integridad física/psicológica o nuestra propia vida.Es vital para nuestra supervivencia y el resto de mamíferos, ya que es una respuesta refleja ante una amenaza. Las diferentes respuestas de nuestro cuerpo ante el miedo son las siguientes:
Respuestas autónomas (aumento de la respiración, de la frecuencia cardiaca, dilatación de pupilas, etc).
Conductuales (sobresalto, huida, evitación, escape).
Hormonales (liberación de cortisol o adrenalina).
Sin embargo, no necesitamos la presencia de la amenaza para sentir miedo, ya que pensar en ello o anteponernos ante situaciones o estímulos que pueden provocar tal peligro nos genera dicha emoción. La crisis sanitaria ha desembocado miedos y preocupaciones ante nuestra salud y la de nuestros allegados.
Por ello, la interpretación de ciertos desencadenantes, como pueden ser el número de contagios, de fallecimientos, el colapso en los hospitales, o la falta de abastecimiento en el supermercado son señales de alarma que desembocan en pensamientos relacionados con la posibilidad de contagiarse del virus, aumentando así el miedo.
En un primer momento, el miedo ante el posible contagio del COVID-19 es una respuesta necesaria y muy útil, es decir, una reacción adaptativa para sobrevivir ante la crisis sanitaria, por lo que nos lleva a realizar comportamientos que nos ayuda a evitar la amenaza, entre los que destacan: conductas de escape y de evitación, siendo en este caso, el uso de mascarilla, desinfección continua y distanciamiento social las medidas recomendadas para prevenir dicha amenaza.
¿Cuándo sabemos que nuestro miedo no es adaptativo?
Desde que comenzó la crisis sanitaria en Marzo del 2019, el miedo al contagio, y las consecuencias de éste, ha sido inminente, siendo variables como, la incertidumbre, la excesiva información, la prolongación de medidas sin resultados permanentes, la versatilidad del propio virus, el desconocimiento de si las medidas de prevención empleadas tanto a nivel familiar como social realmente evitarán el contagio al virus, la ausencia de libertad sin fecha de caducidad hasta ahora, la crisis económica en aumento y la alarma social, factores que predicen el descontrol y desconocimiento ante la amenaza que nos estamos enfrentando día tras día, lo cual intensifica aún más las respuestas del miedo.Por ello, aunque la respuesta del miedo nos protege de contraer el virus, cuando el miedo nos conlleva a realizar conductas de escape y evitación desproporcionadas, prolongadas, generalizadas, excesivas y persistentes, a pesar de que la probabilidad de la amenaza sea mínima, estaríamos ante un miedo desproporcionado que puede provocar provocar trastornos de ansiedad, depresión e incluso trastorno de estrés postraumático (TEPT). Como por ejemplo, no salir de casa a pesar de tener una urgencia médica o necesitar artículos de primera necesidad, compras exacerbadas de alimentos, geles mascarillas o productos sin utilidad, incredulidad continua a pesar de las evidencias científicas o estudios relacionados con medidas de prevención, aumento de la desconfianza, agresividad ante personas que incumplen medidas de seguridad, etc.
Además, las diferencias individuales del miedo están mediadas por la interacción de diversas variables:
Predisposición genética
Experiencias traumáticas
Apoyo social
Situación económica
Baja tolerancia a la incertidumbre.
Tendencia a la preocupación y a la ansiedad.
Pautas para gestionar el miedo ante el COVID-19
Tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), se recomienda dotar a la población de educación emocional para evitar la aparición de psicopatología debido a que la situación actual supone un estímulo potencialmente amenazante para nuestra integridad y la de nuestro alrededor. Además, las medidas adoptadas para potenciar nuestra seguridad, como el distanciamiento social, han demostrado que su uso prologando exacerban o potencian la aparición de psicopatologías.Por ello, desde el principio de la pandemia, y desde nuestros diversos centros de psicología en Málaga, potenciamos pautas para gestionar el miedo y la ansiedad originado por la situación vigente en nuestra sociedad, entre las que destacan:
Comunicación con familiares, amigos o compañeros. A través de videollamadas, o cualquier medio de comunicación que permita mantener el contacto con nuestros allegados y seres queridos. Evita el aislamiento social y favorece a nuestra estabilidad emocional.
Establecer rutinas diarias. El orden aumenta la sensación de control, tan ausente a veces en esta situación.
Ejercicio físico. Tanto en casa como al aire libre potenciará la estabilidad emocional
Alimentación saludable
Potenciar el “sentimiento de utilidad”. Realizar tareas y cumplirlas potencian las emociones agradables.
No sobreexponerse a la información. Recomendamos la exposición a fuentes de información fiables de manera breve y controladas, ya que el continuo flujo de información aumenta el desconcierto e incertidumbre.
En los últimos estudios realizados, han clasificado las diferentes causas y comportamientos que originan el miedo al COVID-19, entre los que destacan:
Miedo al contagio
Miedo relacionados con los asuntos económicos.
Xenofobia
Realizar comportamientos compulsivos sobre la verificación y búsqueda de ausencia de peligro.
Temor por la salud de los seres queridos.
Miedo a la falta de información.
Miedo a las consecuencias laborales.
A pesar de los diferentes motivos por los cuales el miedo nos mantiene alerta constantemente, el factor común de todos ellos es la preocupación constante, lo cual podemos traducir en pensamientos que nos lleva a sentir miedo, y con ello elaborar una conducta asociada a tal emoción.
Aspectos para trabajar en terapia para gestionar el miedo al COVID-19
Por ello, desde PsicoAbreu en Málaga, trabajamos el miedo específico al COVID-19 , además de las recomendaciones expuestas con anterioridad, entre las que destacan:Disponer de información veraz.
Evitar la información de manera constante.
Evitar los “bulos” elaborados para magnificar la situación.
Identificar los pensamientos negativos y distorsionados.
Potenciar pensamientos positivos, atendiendo a la “otra parte de la realidad” que no atendemos bajo la emoción del miedo.
Desviar la atención de los pensamientos negativos a través de actividades gratificantes, autodiálogo positivo o prácticas de relajación.
Evitar el chequeo continuo de síntomas o partes del cuerpo.
Educación emocional sobre el miedo y la ansiedad.
Fomentar la autocompasión, es decir, tratarnos bien a pesar de tener miedo o dejarnos controlar en algunas ocasiones por él, ya que la no aceptación de las emociones aumenta la intensidad o la sintomatología presente.
Evitar el aislamiento social absoluto, ya que mantener esta situación sin fecha prevista es un factor de riesgo para la aparición de psicopatología.
En PsicoAbreu trabajamos para prevenir y potenciar la salud mental a través del apoyo y tratamiento psicológico con todas las medidas sanitarias impuestas, así como la posibilidad de realizar sesiones online, ya que la accesibilidad al tratamiento psicológico es fundamental para prevenir posibles patologías. No dudes en contactar con nosotros.
Rosa María Álvarez Garrido
Psicóloga sanitaria y psicóloga forense
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