Si habitualmente sientes ansiedad o sufres de algún trastorno de Salud Mental, seguramente te gustaría entender por qué te ocurre. Te habrás preguntado qué tratamientos hay y qué consecuencias tiene. Igualmente, cuando acudas a terapia o al médico, van a preguntarte por tus síntomas y por todo lo que va mal. En definitiva: todo se focaliza en el malestar y lo negativo.
Por supuesto, es muy importante realizar toda esa exploración. Sin embargo, a veces nuestra vida comienza a girar en torno al problema y olvidamos aquello que ya funciona, que nos puede impulsar a salir de ese embrollo. Para aprovechar esas herramientas es necesario ampliar las miras, evitar que el árbol nos impida ver el bosque. Si ahora mismo estás pensando que tú no tienes ningún recurso que puedas potenciar, te animo a seguir leyendo porque hoy vas a descubrir algunas de tus fortalezas.
Psicología Positiva
La Psicología es la ciencia que estudia la conducta y los procesos mentales del ser humano. Desde sus inicios, su objetivo principal ha sido conocer cómo funcionamos, para poder así ayudar a las personas a aliviar su malestar: ansiedad, depresión, pensamientos obsesivos, pánico Sin embargo, a lo largo de la Historia, la mayoría de enfoques terapéuticos se habían esforzado en buscar soluciones para aquello que “hay que arreglar”, dejando de lado lo que ya funciona en la persona: sus propios recursos.El psicólogo e investigador estadounidense Martin Seligman, reconocido mundialmente por sus aportaciones con respecto a la depresión, puso énfasis en la falta de conocimientos sobre lo bueno del ser humano. Para él, era necesario hacer un cambio de paradigma: alejarnos un poco de lo patológico y acercarnos a lo que hace feliz a las personas. Así, fundó lo que hoy llamamos Psicología Positiva.
Esto dio lugar a numerosos estudios sobre el bienestar y, a raíz de ellos, se han encontrado múltiples variables personales relacionadas con la felicidad. Es más, los resultados indican que no solo amortiguan el sufrimiento, sino que también constituyen un factor de prevención para algunos problemas de salud mental.
Fortalezas
Al ir desarrollando la Psicología Positiva, Seligman identificó 24 características protectoras que denominó “fortalezas del ser humano”. Para clasificarlas, las agrupó en seis dimensiones que denominó virtudes:Sabiduría y conocimiento
Valor
Humanidad
Justicia
Templanza
Trascendencia
¿Quieres saber cuáles son las tuyas? A continuación, te contamos un poco sobre cada una de ellas junto con las fortalezas que agrupa.
Sabiduría y conocimiento: incluye fortalezas cognitivas relacionadas con el aprendizaje y el uso de información.
Curiosidad
Amor por el aprendizaje
Pensamiento crítico y mentalidad abierta
Ingenio, creatividad e inteligencia práctica
Perspectiva y sabiduría
Valor: implica voluntad y entereza para superar cualquier reto o dificultad.
Valentía
Perseverancia y diligencia
Integridad, honestidad y autenticidad
Vitalidad y pasión
Humanidad: supone dar importancia a las relaciones interpersonales.
Amor, apego, capacidad de amar y ser amado
Simpatía, amabilidad y generosidad
Inteligencia emocional, personal y social
Justicia: una buena relación entre el individuo y la sociedad.
Ciudadanía, civismo, lealtad y trabajo en equipo
Sentido de justicia y equidad
Liderazgo
Moderación: aquello que nos protege del exceso.
Capacidad de perdonar y misericordia
Modestia y humildad
Prudencia, discreción y cautela
Autocontrol y autorregulación
Trascendencia: significa ver más allá de los problemas y encontrar un significado para nuestra existencia y la del universo.
Apreciación de la belleza y excelencia, capacidad de asombro
Gratitud
Esperanza, optimismo y proyección hacia el futuro
Sentido del humor y jovialidad
Espiritualidad y fe
Ponerlas en práctica
Las virtudes y fortalezas no funcionan por arte de magia, sino que nos ayudan a cambiar nuestra perspectiva: son herramientas de autocuidado y autocompasión. Nos tratamos mejor cuando no nos focalizamos tanto en tener prisa por quitarnos de encima el malestar, sino en dar espacio a las sensaciones agradables.Para que cumplan su función protectora, es imprescindible que estén presentes en nuestro día a día. Solemos recomendar comenzar por aquellas que nos resulten más sencillas o las que ya formen parte de nosotros aunque sea en pequeña medida. Por ejemplo: si has elegido “gratitud”, quizás puedas reforzar ese recurso escribiendo todas las noches algo por lo que te hayas sentido agradecido durante el día.
Por supuesto, es necesario recordar que trabajar las fortalezas personales a través de la Psicología Positiva no sustituye por completo a la terapia. Aunque es cierto que nos da un empujón extra, es importante que busquemos la raíz del malestar y nos ocupemos de él. Un buen terapeuta sabrá ayudarte a aprovechar todos tus recursos y examinará en profundidad tu caso concreto, para comenzar a realizar cambios significativos en tu vida y conseguir que tu bienestar sea completo y duradero.