Recientemente he tenido el placer de realizar un curso de formación sobre Fisioterapia en procesos oncológicos impartido por docentes de gran nivel, así que no voy a perder la oportunidad de resumir y recopilar lo más destacado que he aprendido sobre todo lo que la fisioterapia y el ejercicio terapéutico pueden hacer en el cáncer, en todas las fases de la enfermedad.
La formación la llevaron a cabo docentes de la Universidad de Granada que pertenecen al grupo de trabajo e investigación que han llamado “Cuídate” (os recomiendo consultar más información en ese enlace).
Me pareció muy destacable el desconocimiento generalizado que hay de los beneficios de la fisioterapia en las distintas etapas del cáncer. Si, es cierto que problemas como el linfedema o restricciones de movilidad se suelen tratar con fisioterapia, pero es muy llamativo que hay evidencia de que la fisioterapia y el ejercicio son eficaces en distintas fases del cáncer, incluso antes del diagnóstico inicial (prevención), hasta las fases durante y después del tratamiento.
A modo de resumen, voy a enumerar algunas de las ideas que me parecieron más interesantes, muchas de las cuales las podéis disfrutar en el vídeo de abajo, donde uno de los docentes, el Dr. Manuel Arroyo, habla sobre los beneficios del ejercicio terapéutico en los procesos oncológicos:
La fatiga inducida por cáncer está muy extendida en los pacientes oncológicos (afecta a más del 90%). Supone debilidad, cansancio, falta de energía, y no se alivia al dormir o descansar. Incluye componente físico, mental, emocional, afectivo… Mala condición física y el “miedo” a hacer ejercicio, o no hacerlo por estar centrado en la enfermedad y no darle importancia, puede suponer una perpetuación de la fatiga.
Programas de fisioterapia y ejercicio han demostrado ser eficaces en la prevención y tratamiento de la fatiga inducida por el cáncer. Se puede valorar la capacidad de cada persona para realizar esfuerzo, dependiendo de su condición física, fase de la enfermedad, tratamientos que esté recibiendo… Y diseñar un programa de ejercicio para mejorar la condición física y la autonomía y reducir la fatiga y el cansancio, físico y mental.
El cáncer de mama afecta a muchas mujeres de diferentes edades. Tiene un buen índice de personas que vencen la enfermedad, pero necesitan continuar con unos cuidados para reducir las secuelas y también mejorar la salud y reducir el riesgo de recaída. Tanto la propia enfermedad como los tratamientos recibidos (radio, quimioterapia, intervención quirúrgica…) producen una serie de secuelas (dolor, cansancio, debilidad…) que no solo afecta al lado que ha sufrido la enfermedad o tratamiento, sino que puede afectar al otro lado y al resto del cuerpo.
Programas adaptados de fisioterapia y ejercicio, realizados de forma precoz, ayudan a prevenir problemas como el linfedema (que se beneficia del ejercicio activo y también de ejercicios de fuerza), la falta de movilidad, dolor musculoesquelético, pérdida de fuerza generalizada, dolores articulares generalizados, etc. Por lo tanto, se recomienda iniciar el tratamiento de fisioterapia lo antes posible, pues se ha comprobado que el inicio precoz es muy eficaz para mejorar la calidad de vida y tratar también problemas frecuentes como el síndrome de la cuerda axilar (o “cuerda de guitarra”).
El ejercicio físico, y la vida sana y activa, se han demostrado eficaces para prevenir aparición o recaídas, como en el caso del cáncer de colon (en el que es muy evidente el beneficio del ejercicio físico en cuanto a la prevención), y también en otros tipos de cáncer. Sin embargo, no hay estudios o evidencia que indique que la fisioterapia o el ejercicio físico (hablamos de bien hecho, claro está) puedan ser contraproducentes en casos de cáncer, metástasis, etc. Por lo tanto, hay que actuar con cabeza, ponerse en manos de profesionales y realizar un tratamiento adaptado a la persona y sus necesidades, pero no hay que meter miedo con “mejor que no te toquen” o “mejor no te muevas, que lo mismo no te sienta bien”.
Desde la fisioterapia y el ejercicio terapéutico, se puede actuar en muchas fases de la enfermedad para mejorar la autonomía, la condición física y el estado de salud de la persona. Antes de sufrir la enfermedad (por ejemplo, en casos de cáncer con incidencia familiar, se puede actuar aunque la persona no tenga cáncer, pero se pueden desarrollar programas preventivos, al igual que en la población general), cuando ya se sabe que existe la enfermedad en sus primeras fases (para prepararse para la operación o tratamiento de quimio o radioterapia, para estar en la mejor condición física para tener más fuerza para afrontarlo y más posibilidades de éxito), también tratamiento durante la fase de quimio o radio terapia, antes y después de la intervención quirúrgica, para tratar las secuelas de tiempo después y para adquirir unos hábitos de ejercicio y vida sana para continuar realizándolos de por vida.
El tratamiento del cáncer es multidimensional y requiere la actuación de diversos profesionales de la salud, que deben aliarse con el paciente y su entorno (familia, amigos…) para conseguir el mejor resultado.
En definitiva, me ha soprendido lo mucho que se puede hacer desde la fisioterapia en el cáncer, aunque todavía este tipo de tratamientos e intervenciones no son algo generalizado. Me alegro que desde la fisioterapia se esté luchando para mejorar la calidad de vida y el estado de salud de los pacientes que sufren procesos oncológicos, y que los resultados estén siendo positivos.
Más información, en el grupo Cuídate (citado en el segundo párrafo de este texto).
Imágenes por wavebreackmedia y Syda Productions Shutterstock (con derechos de autor)
Vídeo tomado del canal de youtube de congresos y jornadas de Colfisio
La entrada Fisioterapia en la Lucha contra el Cáncer ha sido publicada originalmente en Tufisio.net Blog de Fisioterapia.