Una residencia de mayores es una opción, pero pocas veces una elección, ni de la familia, ni del propio residente. Por muy contento que esté el residente, adaptado, integrado en el centro, muchos verbalizan que les gustaría poder estar en casa. Igual pasa con las familias. Aunque vean que la persona se encuentra bien en la residencia, pues por su enfermedad u otros motivos, la vida en casa presentaba carencias asistenciales, siempre es duro asumir que no puedes atender a tu familiar en su casa y tienes que ingresarlo en una institución.
Puedo entender el drama personal del residente, que tiene que renunciar a su intimidad y a su hogar para cambiar todo su mundo para incorporarse a la vida de la residencia. Puedo entender también a la familia pues, aunque entiendan que en la residencia su familiar esté bien atendido, con cuidados de la salud y actividades terapéuticas y de ocio, tienen esa espinita clavada de no poder mantener a la persona mayor en el domicilio.
Sentimiento de culpa y el “qué dirán”
Pero lo que más me cuesta entender es los casos donde son personas ajenas al núcleo familiar las que juzgan la decisión de ingresar a la persona mayor en una institución. El “qué dirán” está muy arraigado en muchas de las familias con las que tratamos en nuestra residencia de mayores. Ya sean de pequeños pueblos, donde la mentalidad de “abandono” y de “teniendo hijos lo meten en un asilo” está muy arraigada, pero es una mentalidad que se puede encontrar también en las capitales.
La culpa, los juicios realizados por vecinos, o por otros familiares, hace que muchas familias tengan todas las dudas del mundo cuando ven que no les queda otra opción que la persona mayor ingrese. Lo he dicho antes, una residencia es una opción, no una elección. Nadie elige ponerse enfermo y tener que ingresar en el hospital. Del mismo modo, nadie elige enfermar o volverse dependiente o no tener recursos para subsistir y necesitar ingresar en un centro residencial.
Antes de ingresar en la residencia hay muchos recursos, tanto públicos (tardan y escasean, pero todavía llegan) como privados: ayuda en el domicilio, prestación económica, unidades de estancia diurna, asociaciones de enfermos donde se realizan actividades terapéuticas, centros de mayores… Pero, por desgracia, cargas familiares de los hijos y deterioro de la autonomía de la persona mayor pueden hacer necesario el recurso de residencia.
El enfoque multidisciplinar
¿Y por qué hablo de todo esto en un blog de fisioterapia? Porque este es nuestro día a día en la residencia, uno de los muchos retos que plantea la Fisioterapia en Geriatría, que exige un trabajo de todo el equipo tanto con el residente como con los familiares.
Un familiar de un residente, preocupado por el “qué dirán”, en una visita rutinaria a la residencia.
Tranquilizar, explicar, informar, ofrecer todos nuestros servicios, velar por la mejor adaptación del residente… Son tareas que podemos realizar, pero no podemos hacerlo si hay una lucha contra la familia. Y es que la situación de prejuicios o rechazo a la residencia por el qué dirán en ocasiones convierte a los familiares en detectives, obsesionados por descubrir cualquier indicio de fallo en la actividad asistencial, para quejarse y exigir soluciones, demostrando así (a su parecer) lo mucho que se preocupan por su familiar, cuando realmente esta situación nos perjudica a todos.
El “qué dirán” y la culpa generan familiares suspicaces, desconfiados y, por otro lado, a un equipo de profesionales que tiene que velar por la adaptación y atención al residente a la vez que tiene que andar con pies de plomo para afrontar problemas, quejas y posibles reclamaciones procedentes de esos familiares.
El equipo multidisciplinar lo formamos todos: residentes, familiares y profesionales. Todos trabajamos en la misma dirección. Todos detectamos y decimos los fallos, para buscar soluciones. No es una lucha, no es una competición, es un pacto en el que hay que establecer objetivos realistas; un trabajo conjunto donde, por desgracia, hay que renunciar a algunas cosas para ganar otras.
Una residencia no puede sustituir el hogar, por ello es necesario que los esfuerzos de los familiares, al igual que los profesionales de la residencia, se centren en conseguir todo lo que sea mejor para el residente, consensuando los objetivos y estableciendo pautas para conseguirlos.
PS: Se que la entrada no es propiamente fisioterapia, pero me apetecía compartirlo.
Imágenes por Kazoka y Ostill en Shutterstock
La entrada El “Qué dirán” y las Residencias de Mayores ha sido publicada originalmente en Tufisio.net Blog de Fisioterapia.