No le llames cuerpo. Llámale quinto cerebro. Tu gran médico interior. ¡El mejor aliado de su salud!
Ha llegado la hora de que cambiemos nuestros conceptos de prevención, salud y enfermedad. Y de nosotros mismos. No podemos seguir siendo pacientes pasivos, condenados a sufrir las enfermedades del bienestar que matan a más de 40 millones de personas al año en el mundo, convirtiéndonos en pacientes de riesgo a medida que pasan los años y absolutamente dependientes de los fármacos cuando, en realidad, podemos ser agentes activos de nuestra salud, optimizando los recursos preventivos y auto curativos que todos tenemos, pero que no utilizamos.
Y no los utilizamos, entre otras cosas, porque estamos bajo una desinformación generalizada que nos hace coger miedo a todo aquello que no sea normativo o “científico”. Porque no nos han enseñado nada sobre nosotros mismos, solo nos enseñan habilidades para ganar sueldos de miseria. Y no los utilizamos porque, hacerlo, significa un esfuerzo por parte nuestra, y nos resulta más fácil llevarnos por la comodidad y el placer inmediato, aunque, insidiosamente y a la larga, nos perjudique. Una farmacia cerca de mi casa tiene un cartel que dice -Tú vive. Del resto nos ocupamos nosotros-. Esta es la realidad, que nos han acostumbrado a pensar solo en vivir y a vivir sin pensar. Y la salud, nuestra salud, parece que no sea responsabilidad nuestra Sin embargo, la desgraciada pandemia del Covid-19 está abriendo muchos ojos. Muchas consciencias. Ya es hora de entender que debemos aprender a utilizar las capacidades preventivas y auto curativas que nuestro cuerpo y nuestra mente tienen.
En este aspecto, la psiconeuroinmunología ha venido a echarnos una mano. Las evidencias científicas del poder de la mente sobre el cuerpo y sobre nuestra salud, son cada vez más numerosas. Las evidencias de que nuestro cuerpo es una red global inteligente, son, también, cada vez más numerosas. Las evidencias de que nuestro pensamiento puede ser elevado a niveles de autoconsciencia capaces de modificar sistemas orgánicos, como el sistema inmune, son, igualmente, cada vez más numerosas. Hay tantas evidencias de que nuestro cuerpo actúa como si fuera un médico interior, que ya es algo prácticamente innegable. Aunque siempre habrá negacionistas, como, por ejemplo, los que niegan el cambio climático.
Paracelso ya expresó la existencia de una inteligencia interna, o médico interno, término compartido posteriormente por numerosos y destacados médicos como Hahnemann, Bircher-Benner, Rudolf Steiner, Eduardo Alfonso, Manuel Lezaeta, Alexis Carrel... El doctor Steven Locke, psiquiatra y profesor en la Universidad de Harvard, publicó un paradigmático libro titulado El médico interior, basado en la Psiconeuroinmunología. Pero, con anterioridad a todos ellos, Hipócrates, ya decía que la mente, el cuerpo y el espíritu formaban una unidad holística y funcional, y que una fuerza curativa interna interaccionaba en todos estos ámbitos, actuando como si fuera un médico interior, que induce al organismo a realizar, espontáneamente, esfuerzos para recuperar el equilibrio y la salud.
En los últimos años se ha ido incrementando el conocimiento de que, además de nuestro clásico cerebro craneal, disponemos de otros cerebros capaces de tomar decisiones de forma independiente o conjunta. El más conocido y popular es el segundo cerebro, nuestro sistema digestivo, en especial el revestimiento interno de la zona intestinal, poblada de una ingente cantidad de fibras nerviosas, neuronas y neurotransmisores. Y aún tenemos dos cerebros más, el corazón y el microbioma, que es el mapa de lo que supone la suma de nuestras distintas microbiotas.
El quinto cerebro aparece como una evolución natural de esa nueva realidad, erigiéndose en el gran cerebro que engloba e interconecta, como una red, a los otros cuatro cerebros y a las distintas funciones psíquicas, nerviosas, inmunológicas, endocrinas, homeostáticas y regeneradoras de nuestro organismo. Abarca nuestro cuerpo entero. Pero no visto bajo una perspectiva tradicional anatómica y fisiológica que suma huesos, tendones, músculos, vísceras, fluidos..., sino bajo un enfoque funcional global y mentalmente inteligente. Porque nuestro cuerpo piensa. Se comunica. Tiene memoria. Emociones. Se coordina. Y puede ser muy sensible. Es nuestro gran médico interior, y vela permanentemente por nuestra supervivencia. Pero debemos conocerlo, cuidarlo y convertirlo en el mejor y mayor aliado de nuestra salud.
A partir de ahora, no llames cuerpo a tu cuerpo, aunque ciertamente lo es, súbelo de categoría y llámale quinto cerebro. Siéntelo. Háblale. Cuídalo. Ámalo. Conecta con él. Va a ser la clave de tu futura salud futura. Nuestra futura salud.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.