Mientras la mujer transita por las diferentes etapas del embarazo puede presentar olores y secreciones anormales, por ejemplo, durante la primera fase de la gestación normalmente ocurre un aumento de la secreción vaginal blanca, que es la forma en que el cuerpo limpia la vagina y elimina las bacterias dañinas para que no dañen al bebé.
A medida que el embarazo progresa, el flujo vaginal es más pesado y grueso, volviéndose cada vez más gelatinoso. A veces esta secreción gelatinosa puede incluir un poco de sangre, lo que normalmente es una señal de que el bebé puede llegar en las próximas veinticuatro horas. Por último, cuando el saco amniótico se rompe, justo antes de que la mujer dé a luz, ocurre una descarga vaginal abundante. Todas estas secreciones pueden provocar un olor vaginal diferente.
Lamentablemente, esto no siempre debe verse como algo normal. Si las descargas tienen olores muy fuertes, con presencia de sangre, con apariencia similar al queso cottage, huelen a levadura, tienen un color amarillo o verdoso, provocan picazón, inflamación y dolor durante las relaciones sexuales o al orinar, es señal de que algo anda mal. La mayoría de las veces, la causa es una infección, como la infección por levaduras o la vaginosis bacteriana. Las levaduras están presentes en la vagina normalmente, pero su equilibrio puede verse perturbado por cambios hormonales que se producen durante el embarazo. Como resultado, la población de levaduras crece fuera de control, provocando picor y un fuerte olor en la vagina.
Cuando se altera el equilibrio del pH en la vagina, la consecuencia es la vaginosis bacteriana, que es la principal causa del olor a pescado de las descargas vaginales. Esta infección generalmente produce picazón severa, ardor, dolor e inflamación.
Una infección por hongos no es perjudicial para el bebé, pero hay que tratarla de inmediato con un tratamiento únicamente prescrito por el médico. La vaginosis bacteriana, por otro lado, puede causar complicaciones serias para el bebé, como bajo peso y parto prematuro. Por ello es muy importante que la mujer busque atención médica inmediata si nota los síntomas característicos de la condición. Normalmente se cura con antibióticos, previniendo siempre los posibles daños al futuro bebé.
A veces los olores vaginales fuertes no son causados por una infección. En tales casos, se aconseja usar ropa interior de algodón, protectores diarios sin olor, evitar los jabones con aroma o aerosoles perfumados, usar toallitas sin perfume después de orinar, así como mantener el pelo púbico corto.