Pema Chödron,
“No hay tiempo que perder”,
Ridgen Editorial, 2005
Una de las claves para poder llegar a tener una vida armoniosa y en equilibrio reside en saborear cada minuto de nuestra existencia de manera consciente. El mindfulness y el amor compasivo hacia todo lo que nos rodea, nos guían para poder alcanzar este estado de paz interior. Pema Chödron es una profunda conocedora de estos dos elementos claves dentro de la filosofía budista. Muchos de vosotros habréis oído hablar de Pema Chödrón, pero, ¿sabemos realmente cómo ha llegado a ser una persona tan importante dentro del budismo y del mundo de la meditación consciente?
Nació en Nueva York, en 1936. Se graduó en la Universidad de California y trabajó durante varios años como maestra de educación primaria. En los años 70 comenzó a seguir las enseñanzas de Chögyam Trungpa, el célebre maestro de meditación, y a profundizar en el estudio del budismo. En el año 1981 recibió el título de Bikshuni (monja completa) y así se convirtió en la primera mujer americana preparada para recibir esta ordenación. Es la maestra residente de la Abadía Gampo, Nueva Escocia, Canadá. Esta abadía es el primer monasterio tibetano establecido en América para occidentales.
Es autora de varios libros, entre ellos destacan Cuando todo se derrumba, Los lugares que te asustan, La sabiduría de la no evasión, Comienza donde estás y No hay tiempo que perder.
Sus enseñanzas se basan en mostrar a la humanidad que no es necesario encontrar un momento adecuado de nuestras vidas para comenzar el despertar de nuestra conciencia y de un amor compasivo; basta con pararse en el preciso momento en el que nos encontramos y en el que sentimos esa necesidad surgida de nuestro interior. Es justo esa experiencia dentro de la cual nos hallamos la que nos va a ayudar a crecer interiormente.
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¿Cómo influyen nuestras circunstancias?
Es necesario aceptar los aspectos negativos de nuestras vidas sin enjuiciarlos, ni negarlos. Las penalidades de la vida, que son inevitables en nuestra existencia, pueden llegar a hacernos personas aisladas y sumidas en un sufrimiento constante o por el contrario pueden ayudarnos a hacernos más fuertes y poder disfrutar plenamente de los momentos buenos que también vendrán.
Para poder alcanzar el amor compasivo es necesario poder llevar a cabo las tres disciplinas budistas de no dañar, acumular virtud y beneficiar a los demás. Y es en este punto donde Pema Chödron nos invita a reflexionar:¿cómo seremos capaces de actuar y hablar con bondad o tenderle un mano al prójimo si tenemos una mente enloquecida y que vaga de un pensamiento a otro sin rumbo? Si no somos capaces de estar plenamente en el momento presente, no podremos percibir las necesidades de nuestro entorno ni actuar en consecuencia ya que sólo estaremos viviendo una existencia hacia nuestro propio interior.
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La meditación Shámatha
Por ello, en su libro No hay tiempo que perder, nos anima a amansar la mente, según ella es lo más importante para poder transformarnos y poder apreciar un verdadero cambio en nuestro interior. Es necesario domar el desenfreno de nuestras mentes. La meditación que nos propone para calmar esa ansiedad mental es la meditación shámatha. Shámatha significa en sánscrito “cultivo de la paz” o “quietud apacible”. Durante esta práctica la respiración es el objeto de la meditación y en el momento en el que sintamos que nuestra mente comienza a vagar, la traemos de vuelta suavemente, sin juzgarnos, de esta forma volvemos inmediatamente al momento presente.
Cuando hacemos la meditación shámatha, elegimos estar despiertos. La atención actúa como vigilante, para indicarnos que empezamos a dispersarnos, no es un vigilante crítico, sino más bien un protector. Veremos que una y otra vez nuestra mente deambula, pero la haremos volver suavemente.
Domar la mente lleva su tiempo, llegar a estar presentes, con conciencia plena, se va aprendiendo. Lo importante es hacerlo tanto cuando se tiene paz mental, como cuando se está pasando por un mal momento, de esta forma se puede ir mejorando en la práctica y ser capaces de poner en práctica el amor compasivo y tender una mano a todo aquel que lo necesite.
Aplicándolo a una práctica cotidiana
Para Pema, la práctica de prestar atención al principio requiere esfuerzo, aunque se aplique con mucha suavidad. Podemos comenzar a experimentarlo con algo tan sencillo como cepillarnos los dientes. Al principio nos distraeremos, pero de un modo natural, podemos volver a la acción del cepillado, sin brusquedad, sintiendo el placer del momento, de la limpieza, del frescor, del enjuague e incluso podemos aprovechar para agradecer que tenemos agua corriente y utensilios adecuados para la práctica. Gracias a poder volver al momento presente cuando lo necesitemos, llegamos a disolver nuestros miedos; cuando no hay espacio para ellos sentimos que nuestra mente se aquieta y somos capaces de emprender cualquier acción, gozamos de mayor empuje y entusiasmo en nuestras vidas.
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Cuando la mente está tranquila, las cualidades positivas que residen en nuestro interior afloran con mayor naturalidad, somos más tolerantes, más amables y estamos más relajados.
En el momento en el que estamos realmente presentes y despiertos las emociones no se prolongan mucho en el tiempo porque no les damos la fuerza que necesitan para vivir dentro de nosotros. Por el contrario, cuando actuamos de una manera inconsciente, dichas emociones y angustias pueden llegar a perdurar durante años en nuestro interior.
Realmente nadie quiere sentirse mal, todos anhelamos ser felices. Sin embargo, mientras estemos inmersos en los juicios del pensamiento parcial será imposible que consigamos liberar nuestra mente y actuar de manera compasiva.
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Como dice Pema Chödron, en esta sociedad en la que vivimos, tendemos a comenzar algo y luego distraernos y abandonarlo, como niños de tres años, nuestras mentes saltan de un proyecto a otro. Para amansar esta mente desenfrenada nos recomienda que cuando empecemos algo, prosigamos con ello hasta terminarlo. Es necesario amansar nuestra mente haciendo solamente una cosa y disfrutar plenamente de ello.
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