¿Que es la disfunción sexual?
Se desconoce la prevalencia general de la disfunción sexual, pero la disfunción sexual femenina es frecuente. Se calcula que un tercio de las mujeres experimenta disminución de la libido en situaciones en las que no se desea este descenso. Los trastornos concomitantes, como diabetes u obesidad, a menudo tienen un papel etiológico en la disfunción sexual y no a todas las mujeres que carecen de interés en la actividad sexual les molesta.
Disfunción sexual en las mujeres
La disfunción sexual femenina es un trastorno frecuente y a menudo aumenta con la edad. La disfunción sexual puede subdividirse en tres categorías diferentes, según sea primaria (nunca se han alcanzado expectativas sexuales realistas en ninguna circunstancia), secundaria (todas las fases funcionaron en el pasado, pero una o mas ya no) o situacional (el ciclo de respuesta funciona en algunas circunstancias, pero no en otras). Cuando una paciente se queja de deseo sexual hipoactivo, es importante establecer cuales son sus preferencias respecto a las de su pareja. Una mujer que desea el coito dos veces a la semana puede ser normal, pero no funciona bien en una relación en la que su pareja desea practicarlo diario. Puede ocurrir en relaciones homosexuales o heterosexuales, incluso en situaciones de masturbación.
¿A que se debe? ¿Por qué Se Produce?
Como regla general, los problemas primarios casi siempre son psicógenos, y tienden a ser más prolongados. Los problemas secundarios a menudo se relacionan con el inicio de alguna enfermedad o el uso de un fármaco. Si no es posible establecer tal relación, deben buscarse deterioro en la paciente o algún otro cambio con relación cronológica en la experiencia de vida de la paciente. Es importante considerar causas psicológicas, como depresión o ansiedad; causas orgánicas, como aterosclerosis, diabetes o infecciones genitales, y causas farmacológicas.
Los factores que inician un problema pueden ser distintos a los que lo mantienen. Por ejemplo, los fármacos pueden desencadenar un problema, pero si la ansiedad y el temor al fracaso sostienen la dificultad, la mera suspensión del fármaco no corrige el problema.
Trastornos de la función sexual
Trastornos en el deseo e interés sexuales
Parece que el deseo sexual es un apetito similar al hambre, controlado por un centro estimulante sensible a la dopamina, en equilibrio con un centro inhibidor sensible a la serotonina (5-hidroxitriptamina). Tanto en varones como en mujeres, al parecer la testosterona es la hormona encargada de la programación inicial de estos centros durante la gestación y de mantener su umbral de respuesta. Para una mujer, el deseo y el interés en la actividad sexual se deben a un complejo de informaciones biológicas y psicológicas, incluidos sus sentimientos por su pareja.
Los trastornos del deseo e interés sexual incluyen el trastorno por deseo sexual hipoactivo y el trastorno por aversión sexual. La falta de interés implica un descenso o ausencia de fantasía El trastorno por aversión sexual puede ser resultado de un trauma previo relacionado con el sexo y aversión personal. A menudo, en relaciones establecidas la disminución del deseo es resultado de la actividad sexual demasiado predecible y rutinaria. Además, la falta de privacidad o los causantes externos de estrés, sobre todo el estrés en la relación, puede iniciar este trastorno.
Otra categoría importante de las causas del deseo hipoactivo esta en el contexto de enfermedad no relacionada. Es probable que las mujeres teman a la actividad sexual con una pareja que sufrió un infarto miocárdico, o pueden presentar disminución del deseo después de una mastectomía o histerectomía.
Trastornos de la fase de Excitación
El trastorno en la fase de excitación se define como la incapacidad de alcanzar o mantener la excitación sexual suficiente, expresada como la falta de excitación subjetiva o de respuesta somática, como la lubricación genital. El estrógeno es la hormona encargada de mantener el epitelio vaginal y permitir la trasudación y lubricación. Su deficiencia (en la lactancia o después de la menopausia) es por mucho la causa mas frecuente de disfunción en la fase de excitación en las mujeres. Los cambios extragenitales durante la fase de excitación incluyen aumento en la frecuencia cardiaca y presión arterial, incremento de la tensión muscular en todo el cuerpo, aumento del tamaño mamario, erección de los pezones e ingurgitación de las areolas, además de rubor sexual. Algunas mujeres no reconocen estos síntomas como excitación y pueden experimentar dificultad, incluso fracaso, con base en eso.
Trastorno en la fase orgásmica
Durante la fase orgásmica ocurre una serie de contracciones clónicas reflejas del cabestrillo elevador y musculatura genital relacionada, mediada sobre todo por el sistema nervioso simpático.
El trastorno orgásmico se caracteriza por dificultad o incapacidad para alcanzar el orgasmo después de la estimulación sexual y excitación suficiente. La anorgasmia puede ser situacional. Muchas mujeres experimentan orgasmos solo con la estimulación manual u oral del clítoris, pero no con la sola penetración del pene. Si están dispuestas a aumentar la estimulación directa del clítoris antes, durante o después de la penetración del pene, pueden alcanzar una adaptación sexual satisfactoria del todo. Las mujeres que experimentaron orgasmos en el pasado, pero perdieron esa capacidad, deben valorarse en busca de causas orgánicas o farmacológicas; también deben explorarse con cuidado los cambios en su relación.
La mayoría de las mujeres con anorgasmia primaria han tenido estimulación mínima o ineficaz por parte de sí mismas o su pareja. Hay que alentar a estas pacientes a que aprendan como alcanzar el orgasmo mediante la autoestimulacion, y luego compartir esta información con sus parejas. El aumento en la intensidad de la estimulacion debe aumentar la intensidad de la respuesta.
Trastornos dolorosos sexuales
La dispareunia es el dolor genital durante el coito. Es conveniente clasificar la dispareunia en tres grupos para facilitar el diagnostico y tratamiento: 1) dolor con la introducción (a menudo por vestibulitis, vaginismo, fisuras u otras lesiones vulvares); 2) dolor vaginal medio (muchas veces causado por falta de lubricación, cicatrices quirúrgicas odiverticulosis uretral), y 3) dispareunia a la penetración profunda (muchas veces causada por endometriosis, cistitis intersticial, adherencias pélvicas o neoplasias).
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El vaginismo se define como dolor intenso o espasmo involuntario de los músculos vaginales y del piso pélvico durante el intento de penetración. La exploración no revela trastornos orgánicos, pero los músculos pubococcigeos están tensos y la penetración vaginal con el especulo o el dedo explorador es dolorosa y difícil, si no imposible.
A menudo, las mujeres afectadas tienen fantasías sobre la inadecuación de su vagina para contener un especulo o un pene y temen que la penetración la dañe.
Estas mujeres responden muy bien a la educación y la información tranquilizadora. Otras sufrieron traumas por maltrato sexual temprano o de otro tipo y requieren terapia psicológica más intensiva. Un aspecto importante es si están motivadas a participar con sus parejas en un programa de desensibilización por pasos. Esto incluye la inserción vaginal lenta y suave de dilatadores de tamaño cada vez mayor bajo el control de la propia paciente. Una vez que se ha logrado el progreso suficiente, los dilatadores pueden sustituirse por los dedos de la pareja y al final, por su pene. Por lo general, el problema se resuelve en 3 a 6 meses.
El trastorno doloroso sexual no coital es el dolor inducido por estimulación sexual no coital.
Tratamiento de la disfunción sexual
El tratamiento hormonal es valioso en pocas situaciones. El estrógeno (oral o vaginal) puede mejorar el deseo, excitación y orgasmo porque reduce la dispareunia causada por atrofia vaginal. La testosterona puede mejorar el deseo y la excitación, pero debe usarse sólo en mujeres con hipoandrogenismo, sobre todo después de la menopausia quirúrgica.
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