El Trastorno del espectro del autismo (TEA) es un trastorno del desarrollo neurológico y debe estar presente desde la infancia o niñez temprana, pero puede no ser detectado hasta más tarde. Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas.
Según los datos existentes, la prevalencia varía de 1 cada 100 niños según los datos Europeos en 2015, mientras que el Centro para el control y Prevención de enfermedades (CDC), uno de cada 68 niños ha sido identificado con un Trastorno del Espectro del Autismo. Esto supondría, sólo en Talavera de la Reina, más de 180 casos.
Las características más significativas de los TEA son:
Deficiencias en la comunicación social y en la interacción social. Que se reflejan en la reciprocidad emocional, en las conductas comunicativas no verbales que se utilizan en la interacción social o en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones sociales.
Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. Es decir, movimientos o utilización de objetos o habla estereotipada o repetitivo, monotonía, inflexibilidad o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal, intereses restrictivos e hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales.
Hoy en día sigue existiendo una gran desinformación social sobre lo que significa el TEA, sus características y su amplia variabilidad.
Sigue costando eliminar gran cantidad de mitos e ideas que siguen vagando en la mente sobre la persona con autismo.
Sobre la causa u origen del trastorno nos encontramos las siguientes ideas:
El autismo se debe a la vacunación infantil. FALSO.
Al contrario de lo que se cree, vacunar a una persona no genera autismo. El autismo es un trastorno que no se adquiere después del nacimiento, aunque los síntomas no aparezcan hasta pasado unos meses.
Hay muchos estudios realizados por los cuales la comunidad científica ha concluido que no hay ningún dato ni evidencia que sustente la relación entre la vacunación y el autismo.
El autismo es consecuencia de unos malos padres, de su falta de afecto o del entorno. FALSO.
Hace ya tiempo que la teoría de las “madres nevera” y el trauma por no recibir afecto –bases de la corriente del psicoanálisis- cayeron por su propio peso.
Muchas veces pienso en esos pobres padres que tenían que escuchar que ellos eran los “culpables” del autismo de su hijo, y veían cómo los separaban de su tesoro para internarlo en una institución de por vida. ¿No es un horror? ¿Cómo se puede hoy en día ni siquiera hacer mención a esa posibilidad?
No hay causa genética en el autismo. FALSO.
Aunque aún no se conoce la causa exacta del autismo, cada vez cobra más fuerza la idea de que los factores genéticos pueden ser una de las causas principales en el autismo.
Los estudios muestran que el autismo puede afectar a gemelos idénticos, existiendo un 90% de posibilidades que si un gemelo tiene autismo el otro también lo tenga. También muestran un 10% más de posibilidades de tener un 2º hijo con autismo que en familias donde no se da el Trastorno.
El autismo se puede curar. FALSO.
El autismo no tiene cura, pero sí que hay tratamientos que ayudan en la mejora de los síntomas. A través de la terapia educativa, conductual y médica se puede mejorar el desarrollo de la persona con autismo y potenciar su aprendizaje.
El autismo solamente lo sufren los niños, solía ser inusual, pero hoy en día es muy común. Estamos “sobrediagnosticando” a niños peculiares con un trastorno que está de moda. FALSO.
El autismo es un trastorno que comienza a mostrar los síntomas en la infancia y que estará presente toda la vida. Por lo tanto, cualquier persona con los síntomas del autismo puede ser diagnosticada en cualquier momento de su vida.
La idea de que se está sobrediagnosticando es un gran error, la realidad es que cada vez hay más información, los métodos de diagnóstico se están generalizando por lo que cada vez más se diagnóstica antes este trastorno.
Y menos mal que esto ocurre, ya que la intervención en los primeros años es fundamental para el desarrollo del niño.
En cuanto a los mitos en relación al lenguaje y la comunicación encontramos entre otros los siguientes:
Las personas con autismo no hablan, no pueden hablar, aunque quisieran. Los niños autistas no pueden comunicarse. FALSO.
Muchos niños con autismo hablan, incluso algunos, pueden utilizar un vocabulario más amplio del que correspondería por su edad. La gran mayoría de los niños con autismo mejoran sus habilidades verbales a través de la intervención de logopedia.
Por otra parte, tenemos que distinguir entre lo que es el lenguaje oral y la comunicación, ya que algunos niños con autismo que no tienen un lenguaje verbal fluido. Se comunican perfectamente con su entorno a través de otros sistemas como puede ser los gestos, conductas o sistemas alternativos de comunicación concretos.
Por último, en lo referente a los aspectos cognitivos, emocionales y conductuales nos encontramos con:
Son personas sin sentimientos, sin empatía, incapaces de sentir o de expresar afecto. FALSO.
Las personas con autismo tienen sentimientos como los demás, sienten, ríen, lloran, se enfadan, acarician, dan besos, quieren jugar Lo que ocurre es que tienen dificultades en la expresión de las emociones y en la comprensión de las mismas al igual que tienen dificultades para entender las señales sociales como puede ser la expresión facial, el lenguaje corporal, el tono de voz, etc.
Todos los niños con autismo son “genios,” son muy inteligentes. Todos los niños con autismo tienen discapacidad intelectual. FALSO.
Ni todos los niños con autismo son genios, ni todos tienen discapacidad intelectual. Es curioso que 2 afirmaciones tan opuestas coexistan en la actualidad. La realidad es que el Trastorno del Espectro Autista es tan amplio que nos podemos encontrar con personas con discapacidad intelectual, con altas capacidades o con una capacidad situada en la línea media.
Según estudios solo un 10% muestran habilidades extraordinarias como puede ser gran memoria para fechas, música, eventos, pintura, etc. Pero estas mismas personas pueden tener dificultades en la aceptación de cambios, la ruptura de rutinas, las habilidades sociales y conversacionales, etc.
Los niños con autismo no pueden ir a colegios normales, tienen que ir a colegios especializados. FALSO.
Los niños con autismo se benefician enormemente de la escolarización en centros ordinarios y de la integración en la vida escolar. Lo que si necesitan son adaptaciones metodológicas, de materiales y curriculares para que su aprendizaje sea funcional.
Sólo en algunos casos más graves donde su comportamiento o su desarrollo no le permiten avanzar en su desarrollo se recomienda la escolarización en centros específicos.
Los niños con Autismo son niños muy agresivos y se autolesionan. FALSO.
Las personas con autismo tienen dificultades en reconocer las pautas sociales, los cambios en las rutinas y en ocasiones tienen hiper-hiposensibilidad a los ruidos, texturas, etc. esto provoca que, en ocasiones, las personas con TEA se frustren e intenten aferrarse a rutinas que les dan seguridad.
Ante estas situaciones de frustración, de incomprensión del entorno y del lenguaje pueden aparecer, en algunos casos, conductas inadecuadas que hay que enseñar a gestionar y que se modifican con una adecuada intervención.
En conclusión, podemos decir que no hay dos personas con TEA iguales, la amplitud del espectro hace que la variabilidad en las características sea innumerable y ese es el mensaje que queremos dejar desde nuestra asociación.
NO HAY DOS PERSONAS IGUALES.