Asimismo, estos últimos han ampliado sus cartas con opciones menos grasas para acaparar clientes preocupados por su dieta y peso. Sin embargo, ni las tallas ni las cinturas se han reducido. Más exagerado es el caso de los Estados Unidos, donde la población nunca ha engordado tanto como lo está haciendo ahora.
Una investigación francesa publicada recientemente en la revista Journal of Consumer Research podría ayudar a explicar por qué los menús con menos calorías no han tenido el impacto esperado ni en la reducción de consumo de calorías, ni en la lucha contra la creciente obesidad ni en el seguimiento de una dieta equilibrada.
El estudio, realizado por investigadores de la escuela de negocios INSEAD (Fontainebleau, Francia), se ha centrado en dos restaurantes de comida rápida, uno tildado de «saludable» (Subway) y otro convencional (Mcdonald’s).
En sus conclusiones, la investigación afirma que las personas tienen a subestimar el contenido calórico de los alimentos considerados más saludables, algo que se podría traducir en un rápido aumento de peso.
Las mismas calorías
La elaboración del estudio se hizo mediante encuestas a 105 personas que habían consumido en Subway o en McDonald’s en tres ciudades distintas de Estados Unidos. Al salir les preguntaban cuántas calorías creían haber consumido. La mayoría de clientes del restaurante «saludable» anotó, en promedio, 159 calorías menos que los de McDonald’s.En una segunda parte del estudio se preguntó a 40 estudiantes por el contenido calórico de cuatro sándwiches distintos. De los bocadillos de Subway, se escogió uno de jamón y queso (330 calorías) y uno de pavo (600 calorías). De McDonald’s se preguntó por una hamburguesa con queso (330 calorías) y un Big Mac (600 calorías). Igualmente, los participantes apuntaron que los alimentos del primero eran menos calóricos.
Por último, se ofreció a las personas un cupón para recibir un Big Mac (600 calorías) o un sándwich BMT Italian (900 calorías) en Subway. Asimismo, se les ofreció una bebida o galletas con el sándwich. Aquellos que comieron en el restaurante «saludable» tuvieron más tendencia elegir una bebida grande y no light, así como pidieron más galletitas.
Es probable que pensaran que la ligereza de la hamburguesa podía compensar el acompañamiento. Por el contrario, este comportamiento supuso un consumo de 1.011 calorías, unas 350 más que las que ingirieron las personas con cupón de McDonald’s.
Ante los resultados, Chandon apunto que las personas que quieren controlar el peso o perder algunos kilos «deberían pensar objetivamente sobre el contenido calórico» y no dejar que la idea de que una comida teóricamente buena modifique su percepción inicial.
«No se debe pensar en la comida en términos de ‘alimento bueno’ o ‘alimento malo’, sino en la cantidad que se consume». Lo ideal sería poder disfrutar de una comida relativamente grasa pero en porciones más pequeñas, tanto en restaurantes como en el hogar. Esto se traduciría, lo más probable, en reducir los problemas de sobrepeso.
Ante este comportamiento, el investigador recomienda, finalmente, una técnica para ayudar a las personas a evaluar las calorías con más precisión. «En lugar de estimar la cantidad de calorías de todo el menú, que favorece la subestimación calórica, hay que mirar el sándwich, los alimentos que lo acompañan, la bebida y sumarlo todo».