Los expertos indican que la puesta en marcha de políticas de promoción y prevención son imprescindibles para frenar el imparable aumento de las enfermedades crónicas.
Prevenir no es gastar sino invertir en futuro.
La prevención es útil, puesto que lo verdaderamente eficaz es evitar que aparezcan enfermedades, pero para ello es necesario cambiar de hábitos.
¿Realmente tanto nos cuesta cambiar de hábitos?
Cambiamos de coche, de casa, de trabajo, y hasta de novio pero de hábitos nada.
Existen hábitos alimentarios que son perjudiciales para nuestra salud.
Multitud de estudios han demostrado que hay una serie de hábito y actitudes que son un riesgo para la salud y que modificandolos podemos disminuir la probabilidad de aparición de enfermedades crónicas y degenerativas.
Aquí elenco una serie de hábitos alimentarios y actitudes que debes ir cambiando poco a poco:
• Elevado consumo de sal: una dieta alta en sodio eleva mucho el riesgo de enfermedades cardiovasculares y circulatorias por medio del aumento de la hipertensión arterial. Es recomendable disminuir la ingesta de sal y de alimentos salados.
• Bajo consumo de yodo: la ingesta baja en yodo produce unas alteraciones metabólicas relacionadas con el desarrollo y el crecimiento durante la infancia. Se debe emplear sal yodada y elevar la ingesta de pescados, sobre todo en niños.
• Ingesta elevada de grasas: si la grasa de la dieta está muy por encima de la cantidad recomendada, se eleva mucho el riesgo de enfermedades cardiovasculares, dislipemias, y obesidad. Específicamente, la ingesta de grasas saturadas (se encuentran en los embutidos, la pastelería industrial, los fritos y los precocinados) favorece los problemas cardiovasculares. Se recomienda bajar las grasas saturadas y elevar la ingesta de las grasas insaturadas en la dieta. Las grasas insaturadas proceden de los aceites vegetales (oliva especialmente) y del pescado y previenen la aparición de enfermedades cardiovasculares mediante la disminución del colesterol y los triglicéridos en sangre.
• Baja ingesta de pescado graso: el pescado contiene ácidos grasos insaturados que nos ayudan a prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares mediante una disminución del colesterol y los triglicéridos en sangre. Es recomendable elevar el pescado graso en la dieta (sardinas, salmón, caballa,…)
• Elevado consumo de azúcar y alimentos azucarados, dulces y golosinas: la ingesta excesiva de dulces y bebidas azucaradas favorecen la aparición de obesidad y caries dental, y están contraindicadas en casos de diabetes. No se debe olvidar la presencia de azúcar oculto en la bollería industrial y en los refrescos. Se recomienda disminuir la cantidad de estos alimentos.
• Escasa ingesta de fibra: La ingesta escasa de fibra está relacionada con el estreñimiento y algunos tipos de cáncer. Para evitarlo, hay que tomar tres o cuatro piezas de fruta fresca al día, además de verduras y hortalizas.
• Aporte de vitaminas antioxidantes (A, C y E, por ejemplo) escaso: Esto aumentará la posibilidad de sufrir diferentes tipos de cáncer. Para evitar esto, hay que consumir de tres a cuatro piezas de fruta fresca al día, además de verduras y hortalizas.
• Comer entre horas: el “picoteo” contribuye muchísimo en el desequilibrio de nuestra alimentación. Los alimentos consumidos entre horas suelen tener gran densidad energética y poca riqueza en otros nutrientes, favorecen el aumento de energía ingerida y con ello la obesidad. Es recomendable organizar las ingestas en cinco comidas principales desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.
• Saltarse las comidas y no desayunar: la primera consecuencia es que se llega a la siguiente comida con más apetito y se come más, lo cual favorece la aparición de la obesidad. No significa que haya que hacer ingestas intermedias además del desayuno, comida y cena, sino que hay que repartir la cantidad de comida para todo el día en más veces. Es necesario organizar las ingestas en cinco comidas principales desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.
• Consumo elevado de carne: un elevado consumo de carne produce un aumento de colesterol y triglicéridos en sangre y por tanto aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Se recomienda la reducción del consumo de carne grasa y la elección de carne magra.
• Sedentarismo: Actualmente muchísimas personas tienen una actividad física escasa o nula, aumentando al mismo tiempo la ingesta energética. Esto conlleva a un balance de energía que conduce a la obesidad y aumenta la probabilidad de la aparición de enfermedades degenerativas y algunos tipos de cáncer. Para evitar esto necesitamos realizar una actividad física de manera constante y regular y equilibrar la relación entre la ingesta energética y el gasto.
• Excesiva ingesta de energía: en general se toma más energía de la que se necesita, lo que causa obesidad y favorece la aparición de enfermedades degenerativas y algunos tipos de cáncer. Para prevenir esta situación se debe reducir la ingesta energética y realizar una actividad física regular.
• Baja ingesta de agua en favor de refrescos o zumos, que por normal general llevan grandes cantidades de azúcares añadidos: No se debe sustituir el agua por un refresco o por leche. Se recomienda beber cada día al menos un litro y medio de agua. Debemos de vigilar especialmente esto en niños y ancianos, ya que estos tienen disminuida la sensación de sed. La menor ingesta de agua dificulta la eliminación de desechos y favorece con ello la litiasis renal, así como la deshidratación, especialmente en verano.
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