La persona que sufre un problema existencial se siente completamente perdida, sin referencias fiables donde apoyarse y no sabe que camino tomar en la vida.
Bien, vamos a ver si podemos poner nuestro granito de arena y saber de que va todo esto.
¿Qué entendemos por una crisis?
Se puede decir que una crisis es una situación difícil en un determinado momento. Un bache que nos encontramos en el camino. Dependiendo de su intensidad, el instante en el que ocurre, su duración y otros factores, este bache puede convertirse en un muro complicado de franquear o quedarse simplemente en eso, un inconveniente en el camino.Si nos fijamos en el significado japonés de la palabra crisis, esta compuesta de dos ideogramas o caracteres: peligro y oportunidad.
Es decir:
Crisis = peligro + oportunidad Por tanto la sabiduría oriental nos enseña que cada crisis es un auténtico peligro si no la manejamos bien, pero también una grandísima oportunidad única para crecer, superarnos y salir adelante. Quizás sea inteligente focalizar nuestra atención en este segunda parte. ¿No crees?
Si te parece y para centrarnos más en la lectura del post, te dejo con este video con una melodía que puedes poner de fondo que te ayudará a relajarte y focalizar tu mente, espero que te agrade.
¿Qué es una crisis existencial?
Cuando no encontramos sentido a la vida, cuando nos cuestionamos las razones de nuestra propia existencia. Ello conlleva un carrusel de sentimientos intensos y toboganes de emociones contradictorias donde nuestra mente y nuestro corazón nos llevan a una sensación de desorientación vital y existencial.
Dicho de otra forma podría tratarse de una fase de cuestionamiento interno en el que se genera un replanteamiento de nuestra vida. Cuando no puedes generar cambios en tu vida, se puede generar una crisis existencial.
En este sentido, la crisis existencial surge como consecuencia de la duda existencial, que se plantea las interrogantes trascendentales: ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Qué hago con mi vida? ¿Para qué vivir si todos vamos a morir? ¿Soy feliz?¿Quién soy yo? Preguntas que cuando se introducen en nuestra mente nos llenan de una profunda angustia y un vacío existencial brutal.
Hasta ese instantes quizás estas preguntas se encontraban almacenadas en nuestro ADN, sin que apenas nos hubiésemos fijado en ellas. Las respuestas que estamos buscando no van dirigidas a satisfacer una necesidad filosófica sino a reencauzar el sentido de nuestra vida. Buscamos un faro que ilumine nuestro caminar.
Si quieres empezar a indagar en ti mismo, te recomiendo la lectura de: 100 preguntas para cambiar tu vida.
Una crisis de este tipo nos puede sumir en un vacío de identidad, repleto de autoreflexiones que pueden convertir esos instantes en un autentico infierno mental del que no podemos ni sabemos como escapar. Si logramos convertirlo en un periodo de introspección vital será uno de los momentos más reveladores e intensos de nuestro paso por este mundo. Pero será un paseo interior bastante complicado.
En este periodo de conocimiento interior daremos pasos de gigantes en nuestro crecimiento personal y espiritual, fruto de una auténtica batalla interior, de un desequilibrio emocional intenso y doloroso. Cuando vives una crisis existencial un sentimiento de vacío te atrapa.
Las crisis existenciales también suelen aparecer en momentos en los cuales no puedes generar cambios en tu vida. Son momentos muy complicados para nuestra estabilidad interna, el estancamiento vital nos puede producir desequilibrios importantes en nuestra balanza emocional interna. Y es en esos momentos cuando nuestra cabeza empieza a funcionar por su cuenta y afloran cuestiones que hacen zozobrar nuestra paz interior.
La gran mayoría de los casos de crisis existenciales suelen ocurrir sólo una vez en la vida. Pero si la persona no logra superarla puede volver a repetirse.
Nos sentimos indefensos, desprotegidos y pequeñitos ante la inmensidad de lo que nos rodea, son momentos complicados, muy duros para nosotros.
La crisis existencial tiene un inmenso potencial para transformar positivamente la vida de una persona, pues, cuando es bien resuelta, dota al individuo de una autosuficiencia moral que le proporciona las herramientas para afrontar en adelante la existencia.
Uno de los hallazgos más saludables para quienes viven una crisis existencial es encontrar un proyecto vital en el cual centrar su foco, utilizando todas sus energías, y de esta forma dotar de dirección su día a día. Se trata de encontrar un propósito existencial.
Una crisis existencial torpedea profundamente la vida de una persona en todos sus niveles, pues entran en contradicciones y se duda de creencias, valores , objetivos e ideas. Además las crisis existenciales implican un cambio en la identidad, pues nos sentimos otra persona y pensamos de otra manera.
Un problema existencial en muchas ocasiones se activa por la angustia de que nuestra vida acabe en determinado momento, es decir, ante la muerte.
La crisis existencial es una situación que puede permitir un cambio drástico en nuestra vida, haciendo que con ilusión que nos planteemos nuevos proyectos, metas e ilusiones o también por el contrario, nos puede hundir en una espiral auto destructiva con resultados fatales para nuestra existencia.
La clave para superar estos momentos de crisis es volver al centro de nuestro ser y recuperar nuestras capacidades más profundas.
Una persona siempre puede encontrar una razón para vivir, aunque se encuentre ante el mayor vacío existencial.
Viktor Frankl – El hombre en busca del sentido
La tendencia básica del ser humano es la búsqueda de un sentido para su existencia. Quizás parezca que no se lo plantea conscientemente, pero su inconsciente lo estará buscando con anhelo. Todos nosotros podemos sentirnos en algún momento al borde de una crisis existencial, y debemos tener en cuenta que si la superamos a la larga será buena para nosotros, pues nos hará plantearnos nuevos horizontes vitales.
Algunas crisis son muy breves, otras son más extensas; sabemos cuándo empiezan pero casi nunca cuándo terminan. También la solución a la crisis puede ser de muy diversos tipos, siendo en unas ocasiones provisional y en otras definitiva.
Vivir es encontrarse en el mundo, hallarse envuelto y aprisionado por las cosas que constituyen nuestras circunstancias.
José Ortega y Gasset
Pero la vida no es solo hallarse entre las cosas como una más de ellas, sino saberse viviendo, ser consciente de lo que uno hace.
¿Cuánto dura una crisis existencial?
Sinceramente, es una pregunta sin respuesta… Una crisis existencial puede durar toda una vida o alejarse en unos pocos días.
La persona está en un proceso de renovación, de encontrar su lugar en el mundo, de sentirse mejor consigo misma y con los demás, y esto puede llevar distinto tiempo dependiendo de cada uno. Cada uno de nosotros somos distintos, tenemos nuestras necesidades y nuestros tiempos. Salir de un vacío existencial vendrá determinado por lo que tardemos en tomar decisiones y pasar a la acción.
O dicho de otra manera: Nuestra crisis existencial durará tanto como tardemos en responsabilizarnos de tomar el control de nuestra vida.
Sólo se necesita tiempo para ser feliz. Mucho tiempo. La felicidad, también, consiste en tener gran paciencia. Y casi siempre nos pasamos la vida gastando tiempo para ganar dinero, cuando deberíamos estar gastando dinero para ganar tiempo…
Mario Camus – La muerte feliz (1971)
¿En que momento pueden aparecer las crisis existenciales?
No hay un instante preestablecido acerca de cuando pueden aparecer las crisis existenciales, aunque en muchas de las ocasiones se presentan delante nuestro cuando lo que hacíamos, pensábamos y creíamos hasta ese momento ya no nos sirve, no nos da nuestra estabilidad emocional. Suelen ser momentos de cambio. De cambios radicales.
Los vacíos existenciales aparecen cuando nuestras creencias se desmoronan, cuando los pilares que soportan nuestra vida se tambalean y tenemos que elegir nuevos caminos. Y el problema es que no sabemos que queremos hacer y mucho menos cómo hacerlo. Nos encontramos en mitad del bosque y ni siquiera podemos encontrar el camino. Es ahí cuando nuestras fieras internas nos acechan. Y todo está muy oscuro.
Somos una víctima perfecta para que nuestros miedos nos empiecen a acosar, generando en nuestra cabeza agobio, estrés, ansiedad… y en algunas ocasiones casos auténticos de pánico a la vida.
Existen personas que, hacia el final de su vida, se lamentan o se arrepienten de la vida que han llevado, o afirman que su existencia estuvo “vacía”. En este caso la crisis no ocurrió en el momento que quizás hubiese sido más necesaria, con tiempo para reaccionar por delante.
¿Cuál es el desencadenante por el que puede empezar una crisis existencial?
Estos desequilibrios se pueden dar cuando salimos de nuestra zona de confort y descubrimos que hay mucha más vida de la que creíamos ahí fuera. Nos damos cuanta que esa realidad que teníamos controlada es ínfima comparada con la que acabamos de descubrir y eso nos puede llegar a paralizar como si nos encontráramos ante un profundo acantilado de cientos de metros.
En momentos vitales cruciales: En plena adolescencia, al inicio o a la finalización de la carrera universitaria, al abandonar el hogar familiar (ojo, aquí puede aflorar una crisis existencial tanto para el que abandona el entorno, como para los padres que ven como marcha uno de sus miembros), al inicio de una convivencia con tu pareja…
Inmediatamente después de un acontecimiento traumático que sacuda nuestra vida es bastante probable que una crisis existencial nos abrace. Una muerte de un ser querido, una dura enfermedad, tanto nuestra como de alguien de nuestro entorno, un divorcio, una situación de ruina económica imprevista, un despido laboral, una dura situación de violencia física o verbal… hay muchísimos hechos en nuestra vida que pueden funcionar como un interruptor que encienda una situación de crisis vital en nuestra mente.
El descubrimiento de nuevos aprendizajes también puede encender una bombilla roja en nuestra cabeza que sea difícil de apagar… un libro inspirador o incluso transgresor, una película reveladora, una conversación, un viaje, una noticia… es decir cualquier acontecimiento que nos muestre realidades que antes no contemplábamos y que rompan nuestros esquemas mentales.
En ocasiones la crisis existencial puede presentarse ante nosotros poquito a poco y sin un desencadenante claro al ir poco a poco sintiéndonos infelices con nuestra vida. Nos podemos sentir cada vez más quemados con nuestro entorno laboral, nuestras amistades pueden defraudarnos o nuestra relación de pareja no es la que deseamos. En definitiva no nos sentimos satisfechos con el momento vital que estamos atravesando. Son situaciones que provocan que nuestra vida ya no sea la misma y nos veamos obligados a cambiar creencias, pensamientos e ideas. Y también que tengamos que pasar a la acción si queremos retomar el control de nuestra mente y nuestra vida.
Tenemos que tener paciencia, no es sencillo cambiar nuestro enfoque vital y muchos menos encontrar respuestas que contesten satisfactoriamente a preguntas de calado que antes ni siquiera nos habíamos planteado.
En algunas ocasiones el universo que nos rodea cambia y somos nosotros los que necesitamos adaptarnos a él, pero en otros momentos somos nosotros los que cambiamos y sentimos la imperiosa necesidad de cambiar todo aquello que nos incomoda.
Y esto último no es ni sencillo ni posible en muchísimas ocasiones, los cambios los tenemos que realizar en nosotros mismos. No podemos delegar.
Principales síntomas de que nos encontramos inmersos en un vacío existencial
Existen multitud de diferentes indicios que nos pueden dar pistas bastante certeras de que estamos sufriendo un problema existencial.
La desorientación gobierna nuestra estructurada mente. Nos sentimos completamente perdidos sin referencias que marquen nuestro devenir. El tiempo va a otra marcha distinta a la que acostumbra. Los amigos nos parecen extraños, el cielo se convierte en un infierno. Nuestras decisiones suelen ser equivocadas. Las soluciones a cualquier tema suelen verse lejanas y poco probables.
La motivación desaparece de nuestra vida y la indiferencia por los retos se adueña de nuestra existencia. Todo nos da igual. Lo que antes nos gustaba y motivaba ha perdido parte de su valor. Nos preguntamos con frecuencia si merece la pena luchar por algo en nuestra vida. Nos sentimos con menos vitalidad. Ninguna experiencia logra llenarnos lo suficiente. El aburrimiento existencial también aparece.
La angustia nos rodea por no saber bien cuál es nuestro propósito vital.
Podemos sentir un profundo malestar por no entender por qué no somos felices aun teniéndolo todo.
Sentimos un poderoso desconsuelo por no encontrar respuestas a nuestra preguntas ni saber dónde tenemos que buscar.
La incertidumbre se apodera de nuestro futuro, generándonos desasosiego. Nos gusta vivir en un entorno bajo control y la crisis existencial echa abajo todos los resquicios de seguridad que tenemos. Lo que tenemos por delante lo vemos gris y anticipar cosas negativas (la mayoría de las cuales seguramente nunca ocurrirán) nos impide avanzar, nos impide cambiar, nos impide atrevernos y hace que nos sintamos mal.
Nuestros estados de ánimo se sumen en una montaña rusa, con cambios repentinos y profundos. Nuestra vida es un carrusel emocional.
La autoestima desciende radicalmente, dudamos de todo, y esa falta de confianza nos genera inestabilidad, inseguridad y miedos. Tememos decepcionar a otras personas. Estamos sumidos en el caos emocional. Somos incapaces de enfrentarnos a la realidad que nos rodea.
Empezamos a pensar que no hemos vivido la vida que queríamos. La insatisfacción es generalizada en nuestra vida. Queremos mejorar nuestra imagen, sentirnos más jóvenes. Perdemos la ilusión rápidamente por todo. La culpa nos rodea con sus brazos por todas esas oportunidades que hemos desaprovechado.
Rutina: Hacer lo mismo un día tras otro durante mucho tiempo en la vida puede llevarnos a un punto donde no le veamos sentido a lo que hacemos.
Estamos acercándonos a los 30, 40, 50, 0 60 años. Nuestros amigos se van alejando al sentir que somos demasiado pesimistas o tóxicos para los demás.
Las decisiones tomadas en el pasado empiezan a atormentarnos … ¿Elegí un buen trabajo?¿Mi pareja me hará feliz?¿Fue una decisión acertada?
No nos agrada hablar con nadie acerca de nuestra vida personal, además nos sentimos incapaces de superar y afrontar las críticas de los demás. No entendemos a los que tenemos enfrente.
La realidad se convierte en un infierno que nos atemoriza, por ello nos refugiamos con frecuencia en nuestras fantasías.
Sentimos que no controlamos nuestra mente, es ella la que lleva los mandos de nuestra vida. La obsesión se adueña de nuestros pensamientos. Sentimos cansancio mental y tristeza. El agobio también suele aparecer.
Creemos que debemos darle un vuelco a nuestra vida pero no sabemos la forma exacta de hacerlo.
Las crisis existenciales nos ponen en el centro de nuestro ser, nos obligan a mirarnos, a vivir en nuestro tiempo, a narrar nuestra historia personal.
La sensación de que hemos perdido el control de nuestra vida es muy poderosa.
Nuestra autoestima se encuentra muy por debajo de los niveles aceptables o al contrario, sobreexaltada.
Criticamos y juzgamos a los demás constantemente por sus estilos de vida. Nos sentimos además frustrados con nuestra vida y sentimos la necesidad de hacer un cambio en nuestra existencia. Nos sentimos agotados desde el punto de vista emocional.
El insomnio hace acto de presencia con virulencia en nuestra vida. En esos momentos de soledad en la noche, nuestra cabeza va a muchísima velocidad. No hay quién la pare. Cuando sentimos que no sabemos salir de este vacío existencial, la ansiedad no nos dejará dormir hasta que encontremos una solución que nos haga recuperar la paz interior, y que nos ayude a visualizar de nuevo el camino a seguir. Se trata de encontrar el sentido a nuestra vida.
Las causas de la crisis existencial
Los problemas existenciales suelen aparecer en momentos de crecimiento personal y espiritual, en épocas de maduración acelerada, por lo que una crisis emocional puede aparecer en cualquier momento salvo en la infancia.
Es muy frecuente su aparición en la juventud, etapa vital donde los descubrimientos y los cambios son constantes y la capacidad de asumir muchos de estos es complicada. También puede ocurrir en la madurez y en la vejez, ninguna fase se libra. Hay veces que encontrar un hecho desencadenante nos es sencillo y en muchos casos no seremos capaces de encontrarlo. En algunos otros casos si es posible encontrar un factor desencadenante, normalmente vinculados a una situación de estrés mental o de cambio radical que nos obligue a salir de nuestro área de comodidad.
Sin embargo, las auténticas causas de la crisis existencial son muchísimo más profundas y se deben buscar en:
Buscar y no encontrar un propósito auténtico para nuestra vida
La sensación de aislamiento y soledad en el universo
Aparición de preguntas trascendentales y existenciales que somos incapaces de contestar.
La sombra de la muerte y el desconocimiento de que hay detrás de ella.
Concienciarnos de nuestros verdaderos límites vitales
Mirar hacia atrás y no sentirnos satisfechos con lo logrado hasta ese instante
Las consecuencias de una crisis existencial
No todos los seres humanos funcionamos de la misma manera ni tenemos reacciones idénticas a los mismas situaciones. Por eso, no todas las personas que experimentan una crisis existencial lo hacen de la misma forma.
De hecho, hay personas que nunca pasarán por el trance de tener un problema existencial. Habrá quienes tengan crisis vitales largas y demoledoras para su vida y para otros se tratará de un problema puntual mucho más corto en el tiempo.
La persona que sufre una crisis existencial desarrolla una realidad negativa de sí misma, del mundo y del futuro que se retroalimentan entre si. Si no se gestiona bien una crisis existencial y se resuelve de forma negativa, esta nos puede sumir una espiral de pensamientos negativos que derive en un proceso psicológico de imprevisibles consecuencias como puede ser:
Desesperanza por el futuro y la vida
Sentimientos de indefensión y soledad
Depresión e incluso pensamientos suicidas Como puedes comprobar, la importancia de resolver bien este tipo de crisis es fundamental y si no eres capaz de superarla por ti mismo, quizás lo más conveniente sea acudir a un profesional que te pueda ayudar.
La crisis existencial puede provocar un cambio radical en nuestra vida, pues puede ser oportunidad para reinventarse y para plantearse nuevos objetivos.
Cuando la crisis por la propia existencia se resuelve de manera satisfactoria, uno siente que ha vuelto a conectar consigo mismo y reestructura su forma de pensar para alcanzar el bienestar.
¿Cómo podemos salir de una posible crisis existencial?
Salir de un bache existencial no es tarea sencilla. Requiere actitud, es decir querer superar la situación con decisión. Pero también es necesario pasar a la acción, hacer cosas que hasta la fecha no hayamos hecho.
Si no actuamos con decisión y celeridad, la crisis existencial puede acabar acomodándose a nuestra vida y quizás destrozándola del todo. Por eso tenemos que asumir cambios radicales en nuestra forma de pensar.
Los psicólogos pueden servir de guía para que una persona descubra el camino por sí misma, pero no pueden ofrecer las respuestas a la crisis existencial, pues tiene que ver con las prioridades de cada uno. es un proceso de descubrimiento y crecimiento personal y espiritual que debemos afrontar nosotros mismos, apoyados si es necesario, por profesionales.
¿Que cosas podemos hacer?
1. Admitir es que tenemos un problema existencial.
Es el primer paso que tenemos que dar. Ser conscientes de lo que nos ocurre. Saber que existe algo que está alterando nuestra vida, y además reconocer su profundidad e importancia en nuestra existencia es fundamental.
Si lo reconocemos y además estamos convencidos de que queremos salir de ahí, habremos avanzado en la dirección correcta para la resolución del problema.
Merecerá la pena dedicarle un tiempo a reflexionar acerca de que queremos hacer a partir de ahora.
2. Haz un diario de tus pensamientos y sensaciones y analízalos.
Si quisieses ayudar a un amigo que te cuenta que está sumido en un pozo existencial… ¿no le dirías que te lo contase para poder ayudarle? Poner en papel todo lo que te pase por la cabeza, te ayudará a dar pasos de gigante para encontrar vías de escape a esa crisis existencial.
Es una forma de organizar todo lo que en tu cabeza está completamente enmarañado y de esa forma tener una mayor claridad de ideas. Reflexionaremos mejor con un mapa mental del asunto que improvisando.
Por eso lo que más te va a ayudar ahora es sentarte a escucharte a ti mismo.
Cuando los antiguos esquemas mentales ya no sirven, la persona que sufre una crisis existencial siente que no sabe el camino que debe seguir en la vida, ni puede visualizar las metas que ha de perseguir para alcanzar la paz interior.
Cuanto más escribamos mucho mejor. Además nos servirá de terapia si no queremos contárselo a otra persona y posiblemente atemos cabos de muchas cosas que nos están ocurriendo. De esta forma además se minimizarán o resolverán por si solos algunos aspectos del problema existencial que nos ayudarán a centrarnos en lo fundamental.
La búsqueda de uno mismo se establece sobre la separación y la perdida: Dejar de ser lo que creíamos ser para llegar a ser lo que no eramos.
3. Pasar a la acción de forma inmediata para salir del vacío vital.
Tenemos que tomar decisiones y empezar a contestarnos a algunas preguntas de las que hemos estado evitando. Se trata de pensar de una manera práctica no entrando en bucles dando vueltas a los mismos temas una y otra vez y que no nos permitan salir de donde nos encontramos.
Tenemos que buscar estas respuestas, estas soluciones por nosotros mismos, somos nosotros y no otros los que tenemos que tomar decisiones de por donde vamos a llevar nuestra vida de aquí en adelante. Se trata de querernos a nosotros mismos, y como tal luchar por salir de la situación.
Tendremos asimismo que enfrentarnos a nuestros miedos, realizando un análisis exhaustivo de los mismos, para de esta forma afrontarlos y acabar venciéndolos. es decir, tendremos que trabajar nuestras creencias.
4. Revisar las creencias para superar nuestra angustia existencial
Si queremos cambiar nuestra vida, y escapar de esa crisis existencial, tendremos que dar pasos con decisión para modificar nuestros pensamientos y que estos cambien nuestra realidad.
Un cambio poderoso en nuestra vida tiene que generarse desde nuestro interior. Si cambiamos nuestra forma de pensar, conseguiremos que nuestra realidad se transforme ante nosotros .
Tenemos que descargar de culpabilidad y miedo nuestra mente y para eso tenemos que modificar ciertas creencias que están alojadas desde hace mucho tiempo en nuestra vida.
La clave no es cambiar nuestra vida, sino modificar nuestra forma de pensar. Y para ello tenemos que modificar nuestras creencias, trabajándolas seremos capaces de modificar nuestra realidad y por ende nuestra vida.
Si a la crisis existencial le movemos las columnas (creencias) sobre las que se apoya, esta se tambaleará y perderá fuerza, pues será ella la que empiece a sentirse incomoda.
¿Y como trabajamos las creencias?
Piensa que las creencias no son más que eso, creencias, aunque algunas de ellas las tenemos arraigadas desde nuestra infancia. Unas personas tenemos unas y otras las contrarias. A través de herramientas de coaching, programación neurolingüistica, inteligencia emocional y otras disciplinas podremos darle un giro a las mismas, para sustituir unas por otras, y de esa forma poder generar un cambio en nuestra realidad.
Primero se trata de identificar esas creencias que ayudan a que la crisis existencial esté instalada cómodamente en nuestra vida. Y luego sustituir esa creencia por otra.
Nuestra forma de pensar no es algo estático, sino que va cambiando a lo largo de nuestra vida. Permíteme una metáfora:
¿No hemos dicho alguna vez “de este agua no beberé”? ¿Y posteriormente nos hemos puesto hasta arriba de agua? Pues entonces somos capaces de cambiar nuestras creencias.
Una vez que hayamos modificado nuestras creencias, seremos capaces de sentirnos mucho más tranquilos, más relajados.
Debemos tomarnos las crisis existenciales como gigantescas oportunidades, oportunidades para cambiar nuestra vida, oportunidades para mejorar, oportunidades para marcarnos nuevas metas y actuar en función de ellas, en definitiva oportunidades para cambiar nuestra realidad, para vivir el aquí y el ahora.
Unas reflexiones acerca de la pregunta existencial.
Si queremos afrontar nuestra vida, y ser mucho más plenos y conscientes lo que debemos hacer es reflexionar sobre nuestra existencia y tener la valentía de ser sincero con nosotros mismos a la hora de plantearnos algunas preguntas existenciales.
El que aflore una pregunta de auténtica profundidad es un rasgo inequívoco de que nos encontramos ante una crisis existencial.
¿Cuales son las preguntas existenciales fundamentales?
No es una pregunta cualquiera la que aparece delante de nosotros, sino una cuestión que hará que todo nuestro ser se estremezca, se noquee. Es una pregunta del tipo: ¿Tiene sentido mi vida? ¿Cuál es el motivo por el que existo? ¿Para que vivo?¿Cuál es mi función en este mundo? ¿Realmente existo? ¿Qué me espera cuando muera?¿Quién soy? ¿Qué haré de mi vida?
En ocasiones este tipo de preguntas aparecen en algún momento anterior de la vida, pero somos capaces de esconderlas entre los pliegues de nuestra memoria y evitarlas de una manera directa. Es solo cuando no logramos apartarla de nosotros cuando la crisis existencial se planta delante nuestro. Una pregunta existencial o una pregunta trascendental es aquella que necesita una contestación urgente y se empieza a convertir en una obsesión en nuestra vida.
Algunas personas logran esconder tan bien este tipo de preguntas que nunca más se vuelven a formular en su cabeza, pero otros no lo logran.
Son preguntas que son capaces de dar un giro de trescientos sesenta grados a nuestra vida, a nuestra realidad. La pregunta existencial implica un gran compromiso personal, nos tenemos que sentir aturdidos por su fuerza, por su profundidad. Es una pregunta tremendamente insistente.
Tras la búsqueda de la respuesta a esa pregunta existencial, algunas veces, encontraremos la respuesta en nosotros mismos. En otras ocasiones se buscará en otros sitios como libros o personas que son referentes para nosotros. Pero ten por seguro que no será sencillo contestarla.
La principal duda existencial: ¿Cuál es el autentico sentido de la vida?
Esta pregunta quizás es la más complicada de respondernos en nuestra vida, y tiene tantas respuestas como personas hay que se las preguntan. No existe una respuesta única a esta trascendental pregunta. Cada uno de nosotros tiene una respuesta a esta cuestión. Esa es la única certeza que podemos tener: que existen infinidad de respuestas.
Cada uno de nosotros, si se deja llevar por su corazón y entra en conexión con su esencia, será capaz de adentrarse en su interior y responderse. Quizás la respuesta aparezca ante nosotros de una forma instantánea, o posiblemente sea necesario que nos la hagamos durante meses y años para contestarla. Otros sin embargo no se contestarán en toda su vida. Por más que lo deseen.
Si somos capaces de contestarla alineando a nuestros valores, creencias, nuestro corazón y nuestra visión de la vida estaremos muy cerquita de tocar la felicidad con la punta de los dedos. La crisis existencial quedará atrás.
La intuición puede hacer una gran labor en esta búsqueda, hazla caso.
Algún día en cualquier parte , en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Algunos tipos de crisis existencial
Crisis de identidad ¿Qué es?
Una Crisis de Identidad es un periodo de tiempo en el que un ser humano alberga sentimientos de vacío, soledad y tiene dudas sobre su existencia y sobre si mismo. Estas dudas se magnifican y nos atenazan y nos hacen sentir inseguros y tener la sensación de que existimos sin existir. Es decir, la crisis de identidad es un tipo de crisis existencial.
Diversos estudios indican que quienes han experimentado una crisis de indentidad suelen ser más felices y disfrutar de una mejor calidad de vida que aquellos que no han pasado por ese trance.
El psicoanalista Erik Erikson considera la crisis de identidad como uno de los conflictos más importantes y duros que tienen que afrontar las personas durante su vida. Asimismo indica que cuando estamos atravesando una crisis de vida es el momento indicado para analizar exhaustivamente nuestras características físicas y psicológicas y aprender de nuestras experiencias personales.
¿Cómo se puede superar una crisis de identidad? Algunos consejos
Salir de una crisis existencial requiere mucho de nosotros mismos, pero con esfuerzo y tenacidad seremos capaces de hacerlo. Aquí tienes algunos puntos para empezar a funcionar:
Trabajar en la aceptación de uno mismo y en el manejo de las emociones, porque esto elevará nuestra autoestima.
Analizar qué es lo que queremos y qué cosas de nosotros no nos gustan (físicas, psicológicas y espirituales).
Descubramos y analicemos qué es lo que nos causa ansiedad y estrés.
No todo en nuestra vida son cosas negativas, así que centremos nuestra atención en lo que nos llena de vida y energía.
Nunca nos comparemos con otros, sólo busquemos lo que nos impregne de felicidad.
Debemos confiar en nosotros mismos, en nuestras capacidades y cualidades. ¡Todos tenemos y son muchas!
Adentrarnos en nuestra espiritualidad. La religión no es para todos. Pero a ciertas personas les ayuda a sentirse conectados con algo más allá de ellos mismos. La meditación, que puede ser una forma no religiosa de espiritualidad, tiene potentes efectos positivos en nuestro bienestar mental.
Sumergirse en el mundo de la meditación, conseguirá aquietar nuestra mente y nuestro espíritu. De esa forma nuestros pensamientos fluirán de una forma más tranquila y tomar decisiones será mucho más sencillo. La meditación nos ayudará a sentirnos más centrado. Mantengamos una intención en mente, como centrarnos en encontrar sentido a un propósito o a nosotros mismos. Luego, concentrémonos en la respiración ignorando cualquier pensamiento del exterior que entre en nuestra cabeza. El vacío existencial, otro tipo de crisis vital
Quizás una de las peores sensaciones que podemos experimentar es la sentirnos vacíos. Ocurre cuando nos sentimos en una profunda soledad y hemos perdido la ilusión y motivación por todo, creyendo incluso que la vida no tiene sentido. La desconexión del mundo exterior nos recluye en nuestro mundo interior y nos agobiamos con esa soledad. En definitiva no sabemos que hacer.Nos preguntamos ¿Cuál es en realidad mi propósito vital?
Uno de los desencadenantes del vacío existencial más habituales es la perdida de un ser querido, bien porque ha abandonado este mundo o por una separación.
La perdida del trabajo también puede traer consigo una sensación de vacío existencial. Su perdida arrastra consigo el desmoronamiento de expectativas, sueños y metas.
El sentimiento de vacío no se debe solo a la pérdida sino que se relaciona más con el “yo”. El vacío existencial implica la pérdida de contacto con uno mismo. Es como si poco a poco te fueras desconectando de ti y comienzas a ver pasar tu vida sin ningún interés, como si fueras un simple espectador de una película que carece de sentido.
Es decir, se produce por el cambio de foco de un objetivo o una persona a nuestro interior, a lo que sucede dentro de nosotros.
¿Cómo podemos dejar atrás el vacío existencial?
Reconocimiento del problema. Hacerlo nos permitirá encontrar un nuevo sentido o foco en nuestra vida.
Identificar la oportunidad que se esconde tras el vacío existencial. Podemos cambiar la perspectiva y asumirlo como una etapa más en nuestra vida que nos brinda una oportunidad para cambiar y explorar nuevos horizontes.
Aprender a pasar tiempo con nosotros mismos. Podremos de esta forma reconectar con nuestra auténtica esencia. Iniciar una relación interior mucho más rica. Al principio nos sentiremos incomodos pero poco a poco esa sensación cambiará. Llenar ese vacío significa que tendrás que reconstruir tu identidad y volver a conectar con los demás, con la vida y contigo mismo.
Las etapas de la crisis existencial
No todos los seres humanos padecen crisis existenciales y no todos los que las sufren las viven de idéntica forma. Unos padecen una, otros varias y otras personas ninguna.
No existe tampoco una edad fija, salvo en la infancia, se pueden plantar delante de nosotros a los 2 a los 20, a los 30, a los 40, a los 50, a los 60…
Cada una de las etapas de la vida tiene su lado positivo y negativo. No obstante, lo realmente esencial es poder vivir cada una de ellas de forma plena, tal y como queremos y siendo siempre nosotros mismos.
Una investigación científica llegó a la conclusión que las crisis existenciales suelen aparecer cuando nos aproximamos a una nueva década de nuestra vida, pero es frecuente que empiece un año antes, es decir a los 29 tendremos la crisis de los 30, a los 39 la de los 40 y así sucesivamente.
Investigadores de las universidades de California y Nueva York, han descubierto un elemento de unión en todas las crisis existenciales: nos replanteamos el sentido de la vida y tenemos tendencia a tomar decisiones importantes.
Las principales crisis por etapas vitales son las siguientes:
Crisis existencial a los 30
Un estudio de la Universidad de Greenwich dice que el estrés del entorno laboral, las relaciones de amistad y de pareja, así como las expectativas son los principales factores que desencadenan una crisis existencial a estas edades.
La crisis de los 30 es un cuestionamiento vital que nos realizamos sobre nuestra vida mientras entramos en la madurez. Tomar responsabilidades, volvernos independientes y la presión de triunfar antes de los 35, desencadena esta crisis.
En este bache vital aparece la inseguridad, la ansiedad y la soledad y si se supera y no se cae en la depresión, las decisiones que se tomen en esos momentos, años después son consideradas como acertadas por un 80% de los afectados.
Tras superarla se recupera el control de nuestra vida y empezamos a centrar nuestra atención en nuestros valores e intereses. Hemos conseguido cambiar un poco nuestra perspectiva vital.
En siglos anteriores esta crisis tenía lugar a los 50 años, pero la velocidad del mundo actual, así como la mayor esperanza de vida han anticipado este bache vital.
La crisis existencial a los 40
Quizás es la época más famosa, la crisis de los 40 o crisis de la mediana edad. Lo cierto es que la crisis de los 40 la sufren la gran mayoría de las mujeres y también muchos hombres.
Nos encontramos en un momento biológico y cultural donde no somos ni jóvenes ni viejos. En este caso nos movemos entre la franja de los 35 a los 45 años.
Vemos como la juventud física empieza a alejarse de nuestra vidas y las dudas y la angustia nos asaltan: ¿Estaremos aprovechando de verdad nuestra vida? El dilema existencial hace acto de presencia.
Es la etapa en la que nos replanteamos lo que hemos hecho hasta ahora.
El tiempo es la única divisa que tienes y sólo tú puedes determinar cómo será gastada.
Carl Sandburg
Se puede originar la necesidad de cambios radicales en aspectos clave de la vida diaria como la carrera profesional, las relaciones de pareja o la manera de enfrentar la vida.
Andrew Oswald y David Blanchflower, del Darmouth College de los Estados Unidos, realizaron un estudio en que publicaron en la revista Social Science & Medicine indicando que los seres humanos sienten mayor felicidad en el inicio y en el final de la vida. Por eso la angustia mental tiende a alcanzar el máximo a mediana edad.
Crisis existencial a los 50
La crisis de los 50, una etapa en la que no se está ni tan joven ni tan viejo, es la que realmente hace tambalear a la persona y sus cimientos emocionales y mentales, porque tiene que ver con la autovaloración personal.
En la madurez el cuerpo empieza a cambiar, no solo físicamente, sino también en la forma de pensar y de hablar.
Para generaciones anteriores, donde la vida era más corta, llegar a los 50 años, era toda una tragedia, pero eso a cambiado. Sin embargo, mentalmente muchas personas son mucho más conscientes del paso del tiempo, así como que empiezan a pensar en la muerte y en el más allá, que ven más cercano. La sensación de que nos queda poco tiempo de vida se incrementa y nos hace pensar en como el tiempo se nos escapa de las manos.
Llegado a este punto, la persona deja de querer vivir. Si le gustaba ser activa, de pronto se apaga y ya no quiere salir a disfrutar de la vida. Esto significa que está atravesando por una depresión reactiva o pasajera que si no se la atiende, puede traer trastornos.
Crisis existencial en la vejez
En esta época en la que se empieza a sentir el atardecer de la vida.
La vejez tiene limitaciones, pero también unos potenciales únicos y distintivos: serenidad de juicio, madurez vital, experiencia, perspectiva de la vida histórica personal y social, etc.
Este periodo involutivo se caracteriza psicológicamente por los esfuerzos que necesita realizar el mayor para adaptarse a los cambios biológicos, a las limitaciones físicas y a las nuevas condiciones de vida que supone el envejecimiento.
Así, la jubilación, la pérdida de roles sociales, la muerte de familiares o amigos dando paso a la soledad, la sensación de fracaso, la enfermedad, la dependencia o falta de autonomía, la crisis de fe religiosa o la falta de reconocimiento social son algunas de las causas que se mencionan como generadoras de las crisis de sentido o crisis existencial.
Vivir es mucho más que existir - ¡Compártelo!
Espero que esta pequeña guía acerca de la crisis existencial, te permita afrontarla mejor cuando se presente ante ti, o sirva de ayuda para que puedas superarla. Ese es mi deseo.
¿Me dejas un comentario con tu experiencia u opinión? ¡Mil gracias! ¡Disfruta de la vida!