La carne de pollo, es una de las más recomendadas para incorporar proteínas y nutrientes a nuestro organismo. Es ideal para preparar comidas completas para toda la familia; además, si se consume sin piel, tiene un bajo contenido en grasas.
Tiene una importante cantidad de proteínas, con un alto valor biológico.
Vitaminas, aporta una gran cantidad de vitamina B concretamente, gracias a la cual nos ofrece protección en nuestro sistema nervioso e interviene en el metabolismo que provee de energía el cuerpo.
Minerales, como: hierro, que interviene en la formación de los glóbulos rojos, el transporte de oxígeno; fósforo, esencial en la formación de los huesos; potasio, esencial para la contracción muscular y el correcto funcionamiento del corazón y Zinc, que mejora el sistema inmunitario.
Este tipo de carne, contiene muy poco colesterol, excepto si lo coméis con piel; de este modo, tiene un mayor contenido en grasas y colesterol.
Podemos diferenciar varias partes:
La pechuga, sin piel, es la parte que contiene más o menos grasas y colesterol.
Muslo, este parte, contiene menos propiedades, que la pechuga y el triple de grasa.
Pata, contiene menos proteínas que la pechuga y el triple de grasa.
Alas.
Vísceras, contienen 5 veces más cantidad de grasa que el pollo, no obstante, proporcionan una gran cantidad de minerales y vitaminas.
Su digestión es muy sencilla y es muy bien tolerado por quienes sufren trastornos digestivos, ya que el tejido conjuntivo que lo conforma, es más fácil de desintegrar.
¡Espero que os haya sido de ayuda este post! ¡Os esperamos en el siguiente!