y ésta es una de las razones por las que se teme a la libertad.” Erich Fromm
¿Cuántas veces has evitado tomar una decisión por miedo al fracaso, al qué dirán, al ridículo…? ¿Cuántas veces has perdido la oportunidad de algo mejor o de probar algo nuevo?
Todas esas veces que no te has decido por aquello que querías en ese momento suponen una trampa de la cual no puedes salir, pero has de saber que no son condiciones determinantes en tu vida, no te definen como persona, lo único que dicen es que actúas con miedo. A veces, tras este tipo de actuación comenzamos a cuestionarnos nuestra inteligencia y nos creemos incapaces de tomar cualquier tipo de decisión en pro de nuestros objetivos, y digo en “pro” de nuestros objetivos porque decidimos no actuar y hacer más grande nuestra trampa.
Nos han enseñado que hay que tener miedo a todo y al mismo tiempo que tener miedo es de cobardes, ¡menuda nos han liado! Si nuestros antepasados no hubiesen tenido miedo a los animales que podían atacarles, a los rayos, a las inundaciones… no existiría la humanidad. Es un ejemplo exagerado, pero ese miedo les permitía protegerse y sobrevivir, por lo tanto, el miedo es una reacción normal, nos sirve como señal de aviso de que hay que protegerse de un estímulo que en principio se nos presenta peligroso. En el momento en que salta esta señal podemos pararnos a analizar el estímulo que tenemos delante y valorar su nivel de peligrosidad, el problema viene cuando nos centramos en las reacciones iniciales del miedo (tensión muscular, respiración alterada, sudor…) y no cesamos de observarlas en vez de asumir que algo nos asusta y a pesar de ello actuar.Lo paradójico es que al final acabas actuando como más temías, lo mismo sucede con el miedo a decidir.
¿Cómo superar el miedo a decidir?
Te propongo que pongas en práctica la técnica de “actuar como si”.
Piensa, según tu propio criterio, en una persona que toma decisiones, ¿cómo lo haría? ¿cómo las tomaría? ¿cómo crees que pensaría? desglosa su comportamiento. Una vez lo hayas hecho, durante una semana (todos los días) actúa como si fueras esa persona. Al terminar la semana, evalúa tu comportamiento, tus sentimientos y pensamientos antes y después del ejercicio, ¿cómo estás?
“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten cada día”
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