Nos creemos independientes. También cuando queremos saber como preparar un huerto porque pensamos que solo nos bastamos con nuestro yo egóico para salir adelante pensando que sabemos más que quien sabe y lo dice desde el silencio. Vamos por la vida con una inusitada aceleración sin parar a pensarnos si tenemos claro el lugar donde queremos ir o si lo mejor es vaciarnos para sentarnos tranquilamente en el instante presente y, desde el aquí y ahora, preparar nuestra mente para probar si con nuevas semillas y una tierra rejuvenecida, nos podemos dar el lujo de observar nuevos conocimientos, nuevas formas de ver la vida, nuevos horizontes que, estando junto a nosotros y nosotras, ni siquiera habíamos sido capaces de ver. Hoy os quiero hablar de como preparar un huerto limpiando pensamientos.
Nuestro amigo Juan deja la tierra preparada. Trato de coger el azadón y dibujar un surco por derecho, pero tras finalizar el primero, se parece más al título del libro de D.Torcuato "Los renglones torcidos de Dios". Juan, como un Maestro, toma el azadón y hace el resto. "Tu limpia y quita piedras".
Nuestra mente está siempre llena de piedras. Todas y cada una de ellas de tamaños muy diferentes. Tratamos de quitarnos de encima esas grandes que nos provocan un dolor inmenso como la muerte de un ser querido, la enfermedad, el propio dolor físico, el del corazón que va mucho más allá, el de los amores o lo que pensamos que es pérdida ?siempre aparece el ego tras el sentido de pérdida-.
Hay piedras pequeñas con las que mal que bien aprendemos a convivir y piedras diminutas como las que se cuelan hasta la planta de los pies, que nos hacen andar un poco doloridos pero con las que sanamos.
Trabajar la tierra, cuando el espacio de los surcos ya está acabado dispuesto a que empecemos el momento de la siembra, es para los neófitos como yo, un sueño de cercanía a la vida. Me quito los guantes. Quiero tocar la tierra, y respirar abdominalmente mientras observo cada una de las piedras y hierbas que quito.
Juan dice que son malas hierbas, pero yo pienso que son pedazos de vida que, en algún momento, me han servido para ir desarrollándome como persona.
Juan es el hombre que nos ayuda a quienes tenemos ese pedazo de tierra que nos ha hecho "agricultores urbanos" a enseñarnos el camino. Es la ruptura con el ego, con la soberbia de creer que lo sabes todo. La tierra está ahí, abierta para ofrecerte la posibilidad de darte el alimento si la cuidas, pero los seres humanos nos obcecamos en mal cuidarla con nuestra continua afrenta.
El sol comienza a hacer de las suyas y hay que parar. Contemplo el silencio solo roto por el golpe de azadón de un "vecino" de huerto que ya está recolectando, "aunque no te creas, las piedras seguirán apareciendo y las hierbas ni te cuento. De ti depende" sentencia Juan mientras se aleja.
Me quedo solo, frente a la tierra abierta, en surcos como si fuesen las cisuras de la corteza cerebral. Creemos que basta con sentirnos felices para serlo, pero no hay que olvidar que sentarse a meditar cada día, al menos, 10 minutos, es un buen trabajo para ir limpiando de piedras y malas hierbas nuestra cabeza. En el fondo, esto de aprender a como preparar un huerto es muy parecido a limpiar nuestra mente de tanta piedra que nos ralentiza.
Todo está preparado para la siembra. Ahora toca elegir?¿o más bien lo elige la vida?. A veces la clave está en aceptar sin resignarse.
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