Quien más y quien menos tiene que comer de vez en cuando en la oficina o tiene a alguien que debe hacerlo. Y aunque parezca imposible, comer sano en la oficina es algo que se puede conseguir.
Normalmente asociamos “comer en la oficina” a “comer con falta de tiempo” y acabamos alimentándonos con comida poco saludable. Unido a lo poco que nos movemos cuando estamos allí, podemos desarrollar riesgos como diabetes, obesidad, desajustes hormonales, aumento de peso e incluso infecciones.
Come cuando toque
En trabajos con horarios flexibles o turnos es común comer ·cuando se puede”. Sin embargo, este tipo de hábitos tiene su peligro.
Tan importante es mirar lo que comemos como CUANDO LO COMEMOS. Al igual que nuestros ciclos de sueño, cada órgano tiene su reloj. De hecho, si comemos cuando el cuerpo esté preparado para comer (nos lo pedirá haciéndonos sentir HAMBRE) estará mejor preparado para soportar los efectos de la ingesta de grasas y su digestión.
Comiendo cuando hay que comer, podremos consumir la misma cantidad de grasa pero digiriéndola y metabolizándola mejor, de esta manera sufrirá menos nuestro tipo y nuestro hígado.
Come donde toque
Delante del ordenador es EL PEOR SITIO de entre todos los que tienes para comer.
“Comer delante de la pantalla hace que comemos más, que nos sintamos menos llenos y, en consecuencia, que comamos aún más después.”, explica Jeff Brunstrom, profesor de Nutrición y Comportamiento de la Universidad de Bristol (Inglaterra).
Las distracciones son el motivo principal por el que nos saciamos menos al comer delante del ordenador, no somos plenamente conscientes de todo lo que estamos comiendo.
Otra razón a tener en cuenta es la cantidad de suciedad y gérmenes a los que nos exponemos si comemos en nuestro escritorio. La suicedad que se cuela entre las rendijas del teclado al estar utilizándolo en todo momento o el polvo de los papeles que tengamos cerca, por no hablar del movimiento de nuestros compañeros por la oficina, es algo que no nos va a ayudar precisamente a comer sano.
Así pues, os recomiendo que busquéis un lugar para comer siempre, y a ser posible que siempre sea el mismo, pues somos animales de costumbres. Si no tienes un comedor en la oficina, sal fuera a comer si hace buen tiempo, por ejemplo.
Come lo que toque
No hace falta que os diga que no debéis comer siempre lo mismo, verdad? Es tentador llevar comida rápida o cosas que no cueste cocinar demasiado, pero la idea es comer sano.
De todas maneras, en los momentos de hambre fuera del horario de comida, podéis comer cosas como estas:
Yogur:
Una taza de 250 ml de yogur natural te proporcionará 400mg de Calcio, más que un vaso de leche, y la misma cantidad de proteínas que un huevo o que 30g de carne. Además, el yogur es un alimento que protege la digestión y al organismo de bacterias dañinas.
Zumo:
Es importante que el zumo que te lleves a trabajar sea lo más natural posible. Si no puedes exprimirlo por tí misma, intenta comprar zumos 100% exprimidos.
Nueces:
Si lo que te falta es energía, opta por los frutos secos. Un consumo moderado de estos te aportará energía y no conllevará que aumentes de peso. Además, las nueces optimizarán tus capacidades neuronales, ayudando a evitar ese cansancio psicológico con el que llegas siempre a casa.
Barritas de cereales:
Estas barritas contienen una gran cantidad de vitaminas del grupo B, que te ayudarán a reducir los niveles de estrés y a combatir la migraña. ¿Te imaginas una jornada que no acabe contigo tirada en la cama con dolor de cabeza y odiando al mundo?
¡Espero que con estos consejos empecéis a comer mejor en la oficina!
¿Y vosotras, qué técnicas tenéis para evitar los malos hábitos alimentícios cuando estáis en el trabajo?