Foto: Freepik
por Pablo Rego | El tema del control del peso del cuerpo a través de la actividad física está impuesto en nuestras sociedades como una receta milagrosa. En época primaveral se llenan los gimnasios y los parques de practicantes de lo que sea, en muchos casos con el objetivo de perder kilos. Si bien este nunca debería ser el objetivo del Yoga, la práctica constante de esta actividad puede crear una regularidad en el funcionamiento del organismo capaz de evitar los desequilibrios que nos impiden alcanzar un peso ideal.
“El yoga no adelgaza”.
Esta frase determina una postura y un punto de vista ante la actividad física, sobre todo si no somos muy propensos a realizarla. Cuando nos movemos poco y tomamos la actividad física como un esfuerzo casi desagradable es muy probable que estemos dentro del cuadro de luchar con la idea de tener kilos demás en el cuerpo. Este cuadro crea un círculo vicioso y fomenta la idea, socialmente instalada, de que unas horas en el gimnasio nos van a solucionar el tema.
Si bien existe una relación directa entre la actividad física y el peso del cuerpo -por la cuenta matemática de las calorías que no siempre funciona bien- también existe un perfil psicofísico desde el cual hay muchas personas creando olas irregulares de impulsos que pueden llevar a engordar y luego a adelgazar infinitamente, lo que no es bueno para el organismo.
Ante la posibilidad de practicar Yoga muchos creen erróneamente que no es posible estabilizar el peso a través de su práctica o que para bajar de peso la única fórmula es la de hacerlo sólo durante cuatro o cinco meses al año, de manera intensiva, cada año, hasta la pérdida del entusiasmo y el abandono de todo intento por mejorar.
Estabilizar el peso con Yoga.
Todo en Yoga es progresivo y la clave es la regularidad. Los efectos conseguidos en su práctica son duraderos, por no decir permanentes, por lo que es fundamental considerar la práctica de Yoga como un hábito que nos ayudará a permanecer más cerca de la salud.
Elegir Yoga como actividad para bajar de peso nos abre la puerta que nos conducirá a romper ese círculo vicioso del tedio que nos produce realizar actividades que no nos gustan y abandonar la actividad física sin conseguir lo que buscábamos, superando la idea de “hacer ejercicio para bajar de peso”.
Yoga trabaja sobre otros principios y su poder para ayudarnos en el tema del peso va mucho más allá de los kilos. No sólo se trata de quemar calorías y conseguir “esa” figura que nos haga sentir mejor. Yoga nos hace sentir mejor y luego, gracias al sostenimiento de su práctica, conseguiremos modificar hábitos que nos desequilibran como la ansiedad y el comer demás.
Foto: Freepik
¿Cómo funciona?
Desde el punto de vista del Yoga es muy importante centrarnos en el presente. Proyectarnos hacia un objetivo definido es limitar las consecuencias de su práctica. Evidentemente, si lo que buscamos es cumplir un objetivo inmediato y a corto plazo, Yoga no es el camino. Pero si lo que queremos conseguir es liberarnos día a día de aquellos trastornos físicos, mentales o emocionales que nos impiden cuidarnos más y más conscientemente, Yoga será la herramienta apropiada para ello.
Si bien existen ejercicios activos dentro de la práctica del Yoga como “El saludo al sol” y otros, por el mismo camino podemos concluir que la idea de practicar Yoga “dinámico” o muy intenso teniendo como principal objetivo bajar de peso no es del todo correcta. Aunque puede ser que en algunos de sus aspectos nos ayude a modificar profundamente nuestros hábitos, desde el punto de vista meramente físico lo que debemos tener en cuenta es la activación del metabolismo y el control de la mente y las emociones.
El sistema endócrino.
Uno de los sistemas sobre el que trabaja el Yoga, quizá el más importante y del que menos se habla en general en la actividad física, es el sistema endócrino. Este sistema es de vital importancia para conseguir que nuestro organismo esté bien regulado, desintoxicado y equilibrado.
Yoga trabaja sobre los ganglios del cuerpo activando la circulación de la linfa, un líquido del que poco se sabe y que está en todos los rincones del cuerpo interactuando directamente con la sangre. La linfa es levemente alcalina por lo que interviene de manera directa en el equilibrio ácido-alcalino que el cuerpo está obligado a mantener para no degradarse; además es responsable de depurar el organismo y transportar todo tipo de sustancias compensatorias del equilibrio a donde haga falta.
La ausencia de actividad del cuerpo físico en torno a estos ganglios produce una ralentización en el sistema linfático que puede limitar la capacidad de nuestro organismo para depurarse y eliminar aquello que no necesitamos.
Las asanas o posturas de Yoga están diseñadas para influir en las zonas donde habitan los ganglios como, por ejemplo, la zona inguinal, el área pélvica, el abdomen, el pecho, la garganta y hasta la cabeza. El permanecer en las posturas (característica primordial de las asanas) permite al cuerpo la activación necesaria en esas zonas para que los sistemas internos tengan tiempo de activarse.
Del mismo modo, las posturas invertidas y los distintos esfuerzos y desafíos que se le plantean al cuerpo físico promueven la activación del metabolismo, de los órganos, de la linfa y la sangre y su depuración, por lo que no se trata de mucha actividad y de quemar energía sino de la actividad correcta y una buena administración de la energía.
Foto; Freepik
El control de la mente y las emociones.
La práctica de Yoga y la Meditaciónnos ayudan a comprender los mecanismos que la mente tiene para sacarnos de nuestro centro de poder. Si estamos tranquilos y podemos tomar consciencia de los desequilibrios entonces podremos corregir los hábitos o conductas que nos llevan a estados de ansiedad o angustia que suelen conducirnos a, entre muchas otras cosas, comer demás y sin necesidad.
A través del entrenamiento holístico de nuestro ser, con paciencia y a su tiempo, podremos desarticular los impulsos inconscientes que nos hacen perder de vista qué es lo verdaderamente importante, consiguiendo, sino un nivel máximo y óptimo de control propio de un yogui, por lo menos unos mínimos de autoconocimiento y control sobre nuestra mente y emociones capaces de ayudarnos a modificar hábitos de alimentación, predisponiéndonos a mantener en el largo plazo la regularidad de este plan de salud positivo.
Entrenar la mente para la consciencia del presente, aprender a auto-observarnos e incorporar estas prácticas a la sopa de factores a tener en cuenta cada vez que elegimos algo en función de, por ejemplo, la alimentación o la actividad física, nos dará las claves para evolucionar en tal sentido, alcanzando así un mejor estado interno del ser, inclusive desde el punto de vista del peso del cuerpo físico.
La respiración.
Este factor, que también es muy importante en la práctica del Yoga, hace su aporte en función de la activación del metabolismo y su depuración, influyendo en el manejo de la energía y también el equilibrio de la mente.
Pranayamao la ciencia de controlar la energía a través de la respiración, es una parte importante del Yoga y suma una buena parte de beneficios a los ya citados. La práctica del control de la respiración no ayudará a controlar el sistema nervioso y a que el equilibrio ácido-alcalino del cuerpo esté siempre más cerca del ideal de salud que del lado de la enfermedad (o lejos del ideal de salud), eliminando ácidos sutiles (CO2) a través de la exhalación y oxigenando de manera óptima el organismo.
Perder peso o conseguir “el peso ideal” debe ser para el practicante de Yoga algo secundario o ni si quiera importante. La confianza en que Yoga nos brinda un trabajo sobre distintos áreas del ser, no sólo del cuerpo físico denso, sino también sobre los sistemas más profundos y desconocidos, nos permitirá sostener esta práctica sin perseguir objetivos a corto plazo (como lucir bien en el verano), consiguiendo, al cabo del tiempo, una transformación profunda que nos ayudará a modificar desde la consciencia aquellos hábitos cotidianos en relación al control de nuestro ser, incluido aquello que comemos y en la manera que lo hacemos.
Todos estos conceptos pueden ser aplicados también a la situación contraria, como la necesidad de ganar peso ya que no se trata de cuánto pesa mi cuerpo sino de comprender el funcionamiento del organismo desde la consciencia para cuidar el cuerpo físico, entrenarlo conscientemente y procurar los equilibrios necesarios para una buena salud, incluido, por supuesto, el peso del cuerpo físico.
Pablo Rego
Profesor de YogaTerapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India