Por lo general los yamas se pasan muy por alto a la hora de aprender yoga, y este punto concretamente se obvia demasiado, ya que la mayoría de nosotros no vamos a robar un banco ni ser ladrones de profesión, pero esto hay que definirlo mejor.
La mayoría de nosotros no robamos no porque seamos virtuosos, sino por miedo a las represalias; por miedo a ser castigados y encarcelados por cometer un delito. En cambio, la honradez implica mucho más; la honradez es una virtud, y en caso de no existir leyes ni represalias, la persona honrada seguiría siendo honrada y no robaría, en cambio, “la ocasión hace al ladrón”, en el caso de aquellos que no tengan integrada fuertemente la virtud de la honradez.
En esta vida hay muchas formas de robar, no solo dinero o bienes materiales, también podemos robar tiempo y dedicación a los demás, así como recursos naturales de este planeta tan preciado.
Ser honrado significa ser consciente de todo aquello que nos corresponde por derecho sin intentar apropiarnos o agenciarnos de aquello que no es nuestro por derecho o no nos hemos merecido. El honrado también tiene confianza en la vida, y sabe que el universo es lo suficientemente próspero como para proveer a todos los seres de aquello que necesitan, sin la necesidad de recurrir al hurto.
El peligro de las virtudes es olvidarlas, y pensar que ya las tenemos integradas en nosotros. Si llega ese punto, corremos el peligro de descuidar la ética y la moral pensando que estamos por encima de ellas.
6ª lección del curso de yoga para intermedios:
Aimar Rollán (Gopal)