Desde que descubrí el mindfulness (conjunto de prácticas que permiten entrenar a la mente para permanecer serenos, conectados al aquí y ahora), empecé a darme cuenta del estrés al que estaba sometida, y de los beneficios de parar. Todos los días medito, independientemente de dónde esté y la hora que sea. Lo hago nada más despertarme, casi siempre solo 10 ó 15 minutos con una locución guiada. El día que no lo hago al levantarme busco otro momento, aunque sean 5 minutos. Incluso a veces, simplemente con hacer unas cuantas respiraciones profundas me siento liberada. Y más allá de meditar, intento llevar un estilo de vida e incorporar el mindfulness en diferentes rutinas de mi día a día. Existen vídeos, libros, charlas, etc. que te enseñan y guían para poder practicarlo. Como a muchas personas que no lo conocen, a mí también me parecía una pérdida de tiempo, pero me alegro de haber descubierto lo contrario.
Una de las cosas que nos reprimimos de hacer muchas veces es llorar.No se trata de romper a llorar a la mínima por todo, ni que se convierta en tu refugio y te regodees en la pena. Pero llorar para desahogarse es sano, alivia, y a lo mejor solo eso te ayuda a descargar tensión acumulada, aunque no arregle el problema. Yo lo practico sin resistirme y funciona
Una llamada o mensaje, tanto si te la hacen como si la haces tú. A veces no somos conscientes del bien que puede hacernos. Desconectarte del todo o apagar el móvil puede servir en algún momento que queramos descansar, pero hacerlo de forma radical para huir, para encerrarnos en nuestras angustias y desaparecer, suele agravar más todo.
Ponerte música en algunos momentos, o escuchar la radio en otros, te conecta con el mundo, te acompaña y en determinadas ocasiones te recuerda que estás VIVO.
También ver algún documental o conferencia de temas que te interesen es perfecto para entretenerte, aprender, incluso para sentirte realizad@, porque el conocimiento te da sabiduría y ésta a su vez te da seguridad. Yo lo hago siempre mientras cocino, que por cierto, se ha convertido en mi mayor afición y mi mejor terapia.
Cocinar es claramente desestresante. A través del arte de cocinar se pueden resolver y afrontar los problemas mientras se está pendiente de qué ingrediente utilizar o qué tipo de comida queremos hacer. Además te motiva a conseguir una meta con un fin último muy satisfactorio.
Para mí era algo inimaginable, y puedo asegurarte que nunca es tarde y que, ya sea por afición o por necesidad, siempre es positivo. Un día como hoy, llena de dolores y con el ánimo por los suelos, cocinar ha sido mi salvación. A veces me pasa que me pongo a hacer recetas y ya no sé parar. Cuando me doy cuenta de todo lo que he hecho me parece imposible, y lo mejor es que la mayoría del tiempo invertido me ha servido para evadirme del dolor, o al menos no estar solo enfocada en él.
Aprovecho a contarte mis recetas de hoy, las que me han salvado la vida, je, je. Como las tengo en anteriores publicaciones de mi blog o redes sociales, pincha si quieres en el link de cada una para aprender a hacerlas:
Bebida vegetal de almendras
Pan de trigo sarraceno (Receta del blog megustaestarbien.com)
Pan de plátano
Judías verdes con patata y zanahoria ( Receta de El Comidista)
Crema de chocolate para untar (Receta de gastronomiaycia.republica.com)
También hice una salsa barbacoa, que no pongo aquí puesto que hago diferentes recetas de aquí y de allá, y es un poco inventada. El resto de alimentos que hoy formaron parte de mis menús del día no tienen casi elaboración: huevos, ensalada, tomate, frutas… así que no me enrollo más.
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¡Feliz vida!