Comencemos diciendo que la vagina es un canal muscular cerrado, que se extiende desde la vulva (exterior de la zona genital femenina), hasta el cuello uterino en el interior. Varios factores pueden afectar la salud vaginal, incluyendo:
Relaciones sexuales de riesgo. Las relaciones sexuales desprotegidas puede resultar en una infección de transmisión sexual, y el coito brusco y agresivo puede provocar una lesión en el área pélvica o un trauma vaginal.
Ciertas condiciones de salud y tratamientos. Condiciones como la endometriosis y la enfermedad inflamatoria pélvica, pueden resultar en una dificultad o imposibilidad de mantener relaciones sexuales vaginales sin sentir dolor. La cicatrización tras una cirugía pélvica y ciertos tratamientos contra el cáncer también puede causar dolor sexual. El uso de algunos antibióticos aumenta el riesgo de desarrollar infección vaginal por levaduras.
Control de la natalidad y productos de higiene femenina. Los anticonceptivos de barrera, como los condones, diafragmas y sus espermicidas asociados, pueden causar irritación vaginal. Las infecciones después del parto o el uso de un tampón durante más de 8 horas pueden aumentar el riesgo de síndrome de choque tóxico (infección bacteriana grave que puede poner en peligro la vida).
Embarazo y parto. Durante el embarazo, la secreción vaginal aumenta significativamente. Esto causa malestar por el incremento de la humedad genital. En esta etapa también se es más propensa a padecer infección por levaduras debido a los cambios hormonales. El parto puede dejar secuelas en la vagina, por ejemplo en algunos casos se realiza la episiotomía (incisión en el tejido entre la abertura vaginal y el ano) para facilitar la salida del bebé. Un parto vaginal también puede disminuir el tono muscular de la vagina.
Cuestiones psicológicas. La ansiedad y la depresión pueden contribuir a un bajo nivel de excitación y por tanto a las molestias o dolor durante las relaciones sexuales. Un trauma del pasado, como el abuso sexual o una primera experiencia sexual dolorosa, pueden conducir al dolor asociado con el sexo.
Niveles hormonales. Los cambios en los niveles hormonales pueden afectar la vagina. Por ejemplo la producción de estrógenos disminuye después de la menopausia y durante la lactancia. Esa pérdida de estrógenos hace que el revestimiento vaginal adelgace (atrofia vaginal), haciendo del coito una experiencia dolorosa.
¿Cuáles son los problemas vaginales más comunes?
Las condiciones que suelen afectar a la vagina con más frecuencia son:
Problemas sexuales. Estos pueden incluir dolor persistente o recurrente justo antes, durante y después del sexo (dispareunia). El dolor durante la penetración puede ser causado por espasmos involuntarios en los músculos de la pared vaginal (vaginismo).
Infecciones de transmisión sexual. Varias infecciones de transmisión sexual pueden afectar la vagina, incluyendo la clamidia, gonorrea, verrugas genitales, sífilis y herpes genital. Los signos pueden incluir flujo vaginal anormal, picor, ardor y lesiones genitales.
Vaginitis. Una infección o cambio en el equilibrio normal de levaduras vaginales y bacterias puede causar inflamación de la vagina (vaginitis). Los síntomas incluyen flujo vaginal anormal, mal olor, picazón y dolor. Los tipos de vaginitis más comunes incluyen a la vaginosis bacteriana, las infecciones por levaduras y la tricomoniasis.
Relajación del suelo pélvico. Si los ligamentos y tejidos conectivos que mantienen al útero en su lugar se vuelven débiles, el útero, la vejiga y el recto pueden deslizarse hacia abajo en la vagina (prolapso). Como resultado, la vagina también se desplaza hacia abajo, pudiendo sobresalir por la abertura vaginal y causando fugas ocasionales de orina.
Otras condiciones. Los quistes vaginales pueden causar dolor durante las relaciones sexuales o dificultar la inserción de un tampón. El cáncer vaginal, que es una posibilidad poco común, puede provocar signos tempranos como el sangrado vaginal después de la menopausia y durante el sexo.
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