¿Quién no se ha metido el el feisbuc de aquella compañera del cole que te hacía la vida imposible, a mirar si está viejapelleja, soltera y vive con tres o cuatro gatos? ¿Quién no ha mirado de soslayo el perfil de aquel amor de instituto, que pasó vilmente de tu cara y ha sonreído malévolamente al ver que está calvorota perdío? Venga, vale, ahora soy yo la única, ¿verdad?
Pero si hay una red social que es propicia al exhibicionismo, a la falta de pudor, al "tengo, tengo, tengo" esa es Instagram.
Instagram es una suerte de "hoguera de las vanidades" en la que el 98,7% de las personas buscan mostrar al mundo lo maravillosa que es su vida, lo guapos que son (bajo un filtro valencia o amaro) y la cantidad de modelitos chulos que se compran y lo bien que les quedan.
Personalmente, encuentro muy coñacer hacerme todos los días de mi vida una foto frente al espejo antes de salir de casa, subirla a instagram (yo no sé a vosotros, pero a mí me tarda la vida) y etiquetarla con cuarenta o cincuenta hastags a cual más retard. Del tema subir fotos de comida ni hablo, porque esto ya me parece que es lo más grande. Porque ojo, aquí hay racismo, pero vamos que si hay racismo. Porque a ver ¿sushi sí, lentejas no? ¿Cronut/muffin sí, madalena de la BellaEaso de toda la vida no? Igual la rara soy yo, pero hijos míos, yo no me veo subiendo fotos de lo que como, sinceramente.
Sorprendentemente, mi opinión parece no haber calado muy profundamente en la población e Instagram supera los 300 millones de usuarios en todo el mundo. Debe ser que aún no soy una blogger trendy. Aún. Trescientos millones de personas (tengo pendiente de hacer el cálculo de cuánto es esto en campos de fútbol, estén atentos a sus pantallas) fotografiando todo aquello que compran, comen, sitios a los que viajan y, otro hit, sus pinreles en la playa (¡!). Trescientos millones de personas a los que un puñado de "likes" les alegran (o fastidían, si es que consideran que ese puñado es nimio) los días. Trescientos millones de personas haciéndose selfies. ¿Trescientos millones? Quizá no sean tantos.
Me explico.
Hace varias semanas abrí mi cuenta en instagram (sí, lo sé, lo critico y la abro, soy una incoherente) y comencé a seguir a varias chicas. Una de ellas, Carlota, estaba a puntito de dar a luz a su primera hija, Jimena. Su galería de IG se componía de chupetes de Dior, bugaboos, modelitos de Pili Carrera, Nanos, Dulces, bolsos de Carolina Herrera regalitos de su "maridín"... Joder, cómo vive la gente, pensé yo. También seguía a una amiga de esta chica, Marta, intimísimas a pesar de no conocerse en persona y haber contactado por instagram tan sólo un par de semanas antes (según ellas mismas contaban). La galería de esta chica era más de lo mismo: Tous, Chanel, más modelitos de bebés de los de a 200 â?¬ el vestidín... la diferencia con la amiga radicaba en que si la primera era que esta segunda añadía a la galería un sinfín de fotos de su sobrina Valeria, así como de todas aquellas cosas que le compraba.
Lo primero que me llamó la atención fue que publicaba fotos de la sobrina, una niña de apenas un añito, en pijama, durmiendo, desayunando, en la sala de espera del médico (ah, porque la individua era la encargada de llevarla al pediatra, incluso con bronquilitis, cá-ga-te).
Mi mosqueo empezó cuando publicó una foto, de un sonajero de plata de Tous, exactamente igual a una que ya había publicado la tal Carlota. "Para Valeria, un regalín" (estas chicas... mira que todo lo acaban en -ín...). Infeliz de mí, pensaba que le había robado la foto y pensé, pobre criatura, debe tenerle envidia a la amiga Carlota y quiere que su sobrina también tenga de todo. Ah, porque en sus comentarios, si una tenía un abrigo de Pili Carrera, la otra lo tenía en rosa o en azul, y si no, estaba a punto de comprarlo.
Hace como dos o tres días, apareció una nueva amiga en escena, Martina. Esta era amiga de toda la vida de Marta (mira que no llamarse ninguna Remedios o Marijose...) y acababa de abrirse cuenta en instagram, porque necesitaba compartir fotos tan importantes como una de un perfume Chanel nº5 con el pie de foto "Viva Chanel" (a lo que su amiga Marta contestaba "viva, cielo" un derroche de prosa). Claro, como era nueva, tenía pocos seguidores y Marta nos pedía que la siguiéramos, porque "moría de amor" con ella. Un día os voy a hacer un glosario de estas expresiones y nos echamos unas risas. El tema está en que en el perfil de la primera cuenta, en la bio, ponía que podíamos seguirla también en la cuenta que luego resultó ser de la tal Martina (@alwaysbymyside). ¿Me seguís?
Al ratico, otra foto. Esta vez, ¡Marta nos anuncia que va a ser tita de nuevo! ¡Yupi!, dicen todas. Incluida la amiga de toda la vida, Martina, que le pregunta a Marta que de cuánto está la embarazada y que si se encuentra bien, que le contesta que fenomenal, que ya está de tres meses y medio, pero que como tenía amenaza de aborto (la cuñada) , no lo había contado antes. Todo muy normal. Muy normal si no fuera porque al día siguiente, ni veinticuatro horas después, la tal Martina es la madrina del nuevo sobrino, Romeo. ¿Perdoonaaa? Si ayer no sabía ni cuánto estaba la preñada, ni que estaba con amenaza de aborto... Aquí ya dije, anda vete, salmonete. Y para rematar, otra usuaria de IG resulta que le pregunta a la tal Marta que porqué Carlota, Martina y ella se conectan todas desde la misma conexión (¡tachán!). No entiendo, dice Marta. Fácil, le digo yo, que sois todas la misma. Que no, que no, me dice, es que vivimos en la misma urbanización (a pesar de ello, Carlota y ella no se conocían en persona, recordad). Muchacha, que te han pillao, que te has pasado de rosca con la cuenta @alwaysbymyside, que hasta ahí me lo había creído todo... de Y me responde que ni hablar, que no se pueden tener tres cuentas de instagram. Claro, ante tal argumento tengo que reconocer mi error y retirarme. Pero casualmente, la cuenta de @alwaysbymyside ya ha desparecido. Españoles, @alwaysbymyside ha muerto. Qué pena tan grande.
En conclusión, amigos, puedo dar fe notarial que la interfecta tenía, al menos, cinco cuentas: la suya propia, la de la amiga Carlota, el marido de ésta, la hermana y la última en entrar a la palestra, la desaparecida @alwaysbymyside. Todas interactuando en un mundo paralelo.
Yo ni entro ni salgo en la salud mental de quien hace este tipo de cosas, porque ni soy psiquiatra, ni ganas, pero suponiendo que uno no esté para paguita, ¿cómo debe de estar de aburrido para montar este circo? ¿de cuánto tiempo libre dispone? ¿de verdad piensa que nadie va a caer en la cuenta de que todos sus personajes tienen las mismicas faltas de ortografía? Porque ya es casualidad que cinco personas escriban "haora"...
Yo sospecho que no debe ser el único caso de desdoblamiento de personalidad en redes sociales y una cosa os digo, tiene su mérito. Porque si a mí con una vida, normalica, no me da el día de sí, no quiero imaginar si tuviera que llevar cinco o seis palante.
En conclusión, que si empezáramos a investigar cuántas cuentas tienen cada usuario real de instagram , al final, instagram son cuatro gatos.
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