Tenías que ser tú. Capítulo 26




(Hoy les recomiendo leer el capítulo con música de fondo. No con cualquiera sino con una muy especial, El Claro de luna de Debussy, cuando comiencen la lectura entenderán el motivo. Ahora disfruten de este capítulo. Un saludo y gracias por leerme y comentar...



Nada más atravesar las puertas de cristal Raquel vio las caras de sus sonrientes padres esperándola con ganas de abrazarla. Poco iban a poder estar juntos pero al menos disfrutarían de un café en el bar del aeropuerto antes de salir rumbo a Castellón. Raquel acarició la mano de Fran. Estaba nervioso. Iba a conocer a los padres de su chica. Hacía mucho que no pasaba por una situación similar.

?¿Estáis seguros que venís para un fin de semana? ?preguntó sonriente la madre de Raquel al ver a su hija con la maleta, su bolso y la funda del vestido en la mano.

?Es por el vestido de la boda, que no me he atrevido a facturarlo por si me lo dejaban en tierra o lo enviaban a saber a dónde. ?contestó risueña mientras abrazaba y besaba a su madre.

?Ven aquí, cariñet?dijo su padre antes de abrazarla.

?Mamá, papá, éste es Fran.


?Encantada Fran. Me llamo Amparo, aunque desde que me convertí en madre, hace ya tres décadas, mi nombre quedó en el olvido para ser conocida como la madre de Raquel. ?bromeó al tiempo que le daba un par de besos.

?Un placer. He oído hablar mucho de usted y de sus manos para la cocina.

?¡Mare de Deu! No me trates de usted, que me harás más vieja de lo que soy.

?De acuerdo, Amparo?asintió Fran con una sonrisa, dejando encandilada a la madre de Raquel.

?Y éste es Vicente, mi padre.

?Así que tú eres el noviete de la nena.

?¡Papá!

?Eso parece?contestó Fran con un apretón de manos. ?.Un placer.

?Nuestro, Fran. Teníamos ganas de conocerte. Una pena que no paséis por casa este fin de semana.

?No nos da tiempo. Las vacaciones de Navidad están a la vuelta de la esquina. En un par de semanas me tenéis aquí como al turrón.

?¿Y tú, Fran, vendrás con la nena? ?preguntó la madre de Raquel.

?Pues, no lo sé. No lo hemos hablado aún. Yo he de pasar unos días con mi familia o mi madre me deshereda pero igual podríamos cuadrar unos días?dijo sin quitarle los ojos de encima a Raquel. ?. Ya veremos cómo hacemos.

?Sí, ya veremos. ?sonrió Raquel, la cual no se había planteado nada sobre unas vacaciones de Navidad compartidas.

Sólo una hora pasaron con los padres de Raquel. Fran había quedado encantado con ellos. Y él los había enamorado a ellos. Aquel encuentro le había sabido a poco tanto a Raquel como a sus padres. Se despidieron con un fuerte abrazo y la certeza que en un par de semanas estaría allí de vuelta.

Amparo y Vicente se esperaron hasta verlos alejarse en el coche de alquiler. Siempre se les quedaba un mal sabor de boca en las despedidas. Sin embargo, esta vez había sido diferente. Su hija volvía a ser la misma Raquel de siempre. Ya no quedaba rastro de la Raquel extremadamente delgada, demacrada y de mirada triste del pasado verano. Su hija había vuelto a recuperar la sonrisa.

?¿Este es el chico del ascensor? ?preguntó Vicente a su mujer mientras caminaban en busca de su coche.

?¡Nooo! ¡Vicente! ¿En qué mundo vives? ¡Menos mal que no has sacado el tema!

?¡Y yo qué sé! ¿La nena no estaba con un chico al que había conocido en un ascensor?

?¿Vicente, tú recuerdas cómo estaba tu hija el pasado verano? Precisamente, era por ese chico.

?Estoy perdido. ¿Entonces, éste quién es?

?Sube al coche, anda. Ahora te cuento.

*  *  *  *  *

El camino no era largo pero ellos ya estaban cansados tras el viaje en avión. Ambos tenían ganas de llegar al hotel y meterse bajo la ducha. Fran había hecho la reserva en el mismo hotel donde se celebraba la boda. Casi todos sus amigos se alojarían  en él. Esta misma noche tenían una cena. Todos andaban como locos por conocer a Raquel. En los últimos meses era el tema favorito de conversación de Fran.

Ahora la que estaba nerviosa era Raquel. Tenía claro que estaba en el punto de mira de todos los amigos de Fran. Sí, para sus amigos tenía ella casi más protagonismo que la propia novia.

?Acabo de acordarme que no he encendido el móvil?comentó Raquel rebuscando en el maxibolso rojo que descansaba a sus pies.

?Ahora que lo dices yo tampoco. Igual tengo un montón de llamadas perdidas de éstos. ¿Lo conectas, please?

?Vale?contestó Raquel mientras cogía el móvil de Fran. ?. Ejem, no puedo. No sé tu contraseña.

?Veintidós, doce.

?¡Qué casualidad! ¡Es  mi fecha de cumpleaños!

Raquel vio a Fran reírse con su comentario.

?¿No es casualidad, verdad?

?No?dijo acariciándole la rodilla izquierda.

Nada más conectar el Iphone  de Fran comenzaron a entrar un sinfín de mensajes y llamadas perdidas de sus amigos.

?Lo sabía, ja ja ja. Deben de estar pensando que no hemos llegado aún. ¿Te importa ponerme el manos libre y marcar el número de Marcos?

?Claro.

Raquel marcó el número y mantuvo el teléfono cerca de Fran para que pudiera habar. Al mismo tiempo con la mano libre desbloqueaba su Smartphone. No tenía llamadas perdidas pero si vio que tenía un par de correos de la editorial. Leyó detenidamente el correo un par de veces. No se lo podía creer. Estaban encantados con su manuscrito. Pronto vería la luz. En nada de tiempo aquellos personajes con los que había pasado tantas horas serían conocidos por todo aquel que abriese las páginas de su libro.

?¡Es increíble!

?¿Qué es increíble? ?preguntó Fran que ya había terminado de hablar y llevaba un rato observándola leyendo algo que no sabía qué era.

?¡Me van a publicar!

?¡Eh! ¡Enhorabuena! Te daría un abrazo pero va a ser que ahora no puedo.

?No, no, no. Tú concéntrate en la carretera.

?¡Esto hay que celebrarlo! Uauh, voy a ser el novio de una escritora famosa.

?Ja ja ja, no lances las campanas al vuelo. Una cosa es que me publiquen y otra que el libro se venda y sea un éxito.

?¡De eso no tengo duda alguna!

?Uff.

?¿Qué pasa?

?He de buscarme un agente literario. ¿De dónde saco yo uno? ¿Debería buscarlo en España, no? Sería lo más lógico porque es donde voy a ser publicada.

?Donde vas a ser publicada por el momento, ¿querrás decir?

?Ja ja ja?deja de soñar anda.

?No es soñar. Ya te estoy viendo firmando libros a diestro y siniestro. Y en cuanto al agente no te preocupes.

?¿Eres agente literario? ?bromeó Raquel.

?No, pero tengo una buena amiga que sí.

?No tenía idea.

?Ya. Lo sé. Fíjate que nunca se me pasó por la cabeza la idea de qué necesitaras uno. Creía que la editorial se haría cargo de eso.

?Esa es la otra posibilidad.

?Una pena que Rosa no venga a la boda.

_Supongo que Rosa es tu amiga, la agente.

_Sí, Rosa. Rosa Jara. Iba a venir pero está en Chile de vacaciones.

?Pues, sí que se ha ido lejos de vacaciones.

?Es chilena.

?Vaya, creo que su tierra le pilla más lejos que a nosotros.

?Sí, va a ser que sí.

?¿Y cómo la conociste?

?En una partida de póker.

?¿En una partida de póker?

?Sí, Marcos me lio. Yo soy muy mal jugador. Malo no, pésimo.

?Yo no tengo ni idea de cómo se juega?interrumpió Raquel.

?La partida era en casa de Marcos. Sé que me había invitado porque lo de mi ?ex? estaba muy reciente. Rosa era la única mujer en la casa. Cuando llegué a casa de Marcos pensé que me había equivocado de puerta al abrirme aquella mujer de ojos oscuros y brillantes. Me atrevería a decir que son tan oscuros como su larga melena azabache. Sabía quién era yo y empezó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida. Marquitos le había hablado de mí. La pobre estuvo haciendo de psicóloga toda la noche. Recuerdo que Marcos se cabreó conmigo porque al final Rosa y yo nos liamos a hablar y no pudieron jugar al póker. ?comentó Fran con una sonrisa de oreja a oreja recordando la anécdota.

?¿Es ese el hotel?

?Sí, el Agora Spa & Resort?confirmó Fran?. Una pena que no haya venido. Ya la conocerás en otro momento. Es genial. Es encantadora. Es de ese tipo de personas con la que conectas nada más conocerla.

?Ejem, ¿he de ponerme celosa?

?Uhm? ja ja ja, ¿hablas en serio? No, Rosa y yo sólo somos amigos.

?Genial, ¿crees que no le importará llevarme a mí?

?No, claro que no y menos siendo mi novia. Guapísima, tú tienes enchufe. Seguro que congeniáis a la primera.

Marcos los esperaba en el hall del hotel. Nada más verlos entrar se acercó a ellos con una enorme y sincera sonrisa en el rostro. Raquel lo reconoció enseguida. Marcos era al único de los amigos de Fran que ella conocía. Marcos saludó a Raquel como si la conociera de toda la vida, haciéndola sentir cómoda y olvidando los nervios por la inminente presentación a los amigos de Fran.

?Eh, ¡no te aproveches, colega! Mucha mano suelta estoy viendo.?bromeó Fran antes de fundirse en un abrazo con Marcos.

Cinco breves minutos de charla antes de pasar por el mostrador de recepción. Marcos se despidió de ellos. Iba a dar un paseo por los alrededores antes de la cena. Una hora tenían antes de la cena así que sin más dilación subieron a su habitación. Necesitaban una ducha antes de bajar a cenar.

Raquel quedó encantada con la habitación. Era amplia, moderna y luminosa, bueno, lo sería con la luz diurna. Ahora sólo entraba la luz de una impresionante luna que los saludaba desde la terraza con vistas al mar.

?Uauh, podría quedarme a vivir aquí de por vida.?dijo contemplando las impresionantes vistas sobre la playa desde la terraza.

Fran la rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza sobre la de ella.

?¿Me aceptas como acompañante??le susurró al oído.

?Por supuesto?contestó girándose para darle un beso. ?.Creo que va siendo hora de ponerse las pilas o llegaremos tarde.

?¡Qué esperen! ?murmuró mientras iba bajando por el cuello con sus besos.

*    *  *  *  *

No podía borrarse la imagen de la cabeza. A su mente había vuelto el recuerdo de Raquel y Fran besándose en la orilla de la playa. Volvían a estar en Peñíscola. Se quedó contemplando la distancia entre los dos puntos en Google Maps. Nunca se había percatado pero las dos ciudades eran dos puntos dentro de una línea recta. Cuatro horas y media en coche. ¿Con qué excusa podría plantarme en Peñíscola? Con ninguna Roberto. Es hora de que te hagas a la idea de que Raquel forma parte de tu pasado pero no de tu presente. Es hora de que la dejes tranquila. Es hora de no confundirla con vuestras charlas. ¿Confundirla? ¿Se habrá llegado a confundir Raquel con nuestras charlas? No sé. No. Ella tiene las ideas claras. Tú eres sólo un amigo para ella. Milagro que te hable. A la inversa no sé yo si hubiese aceptado su amistad. Roberto, olvídate de ella. No, no la olvides. Guarda en tu memoria los inolvidables momentos vividos a su lado y aprende a ser su amigo.

?No, no puedo ser su amigo. ¿A quién quiero engañar?

Dejaré de conectarme para hablar con ella. Eso será lo mejor. Distanciarnos hasta que pueda hacerlo sin sentir este dolor en el pecho. Sí, eso será lo mejor para ella y para mí. Nada de despedidas ni de explicaciones. Igual un día puedo volver a hablar con ella como si nada hubiese pasado entre los dos, como si simplemente fuéramos dos viejos amigos.

Echó un vistazo a la carpeta de fotos que llevaba su nombre. Unas cuantas decenas de fotos de Raquel y de ellos dos eran su contenido. La última foto era una foto de Raquel durmiendo en su cama la mañana de su despedida.

*  *  *  *  *

Raquel ya estaba casi preparada. Sólo faltaba los últimos retoques, una sombra de ojo por aquí, un poco de perfume por allá, subirse a sus maravillosos tacones y crecer diez centímetros de golpe. Fran la observaba sin pestañear sentado en el borde de la cama. Muchas horas habían pasado juntos desde la última vez que habían estado en Peñíscola, sin embargo, nunca había vivido un momento como aquel. Verla vestirse, maquillarse, peinarse, perfumarse le parecía un momento inigualable. Eran gestos sencillos. Vivencias del día a día pero sobre todo eran momentos fruto de la intimidad, la confianza. Si vivían aquel instante era porque eran mucho más que dos.

Raquel vio la cara de Fran reflejada en el espejo. Sonrió y le lanzó un beso al espejo. Sí, no me he equivocado. Estoy muy bien con Fran. ¿Cómo no estarlo? ¡Es un sol!, pensaba mientras veía a Fran entrar en el baño y abrazarla.

?Hueles de maravilla.

?Tú también?respondió mientras Fran le dejaba un reguero de besos en el cuello y los hombros.

?¿Es obligatorio asistir a la boda? ?preguntó Fran mientras seguía el recorrido con sus besos.

?Teniendo en cuenta que hemos venido desde Londres y que se casa uno de tus mejores amigos?

?Tienes razón. Lamentable? una auténtica pena pero tienes razón. Además, sería una lástima que no te vieran así vestida. Mira que siempre estás guapa pero hoy estás espectacular.

?Tú que me ves con buenos ojos. ?comentó Raquel girándose y quedándose a la altura de sus ojos.

?Espectacular, lo que yo te diga, y ¡muy alta! ?exclamó mirando los tacones. ?De verdad, que no sé cómo podéis caminar con esos zancos y no mataros. ?Raquel?dijo agarrándola de la mano e impidiéndole salir del baño.

?Dime.

?¿Te he dicho que te quiero?

Raquel sintió que el pulso se le aceleraba. El corazón se le derretía escuchando las palabras de Roberto y sintiendo el ojo calor de su mirada sobre sus ojos.

?Sí, pero nunca me canso de escuchártelo decir.

?Te quiero. Te quiero. Te quiero??repitió Fran antes de volverla a besar. ?.Será mejor que nos vayamos o no aseguro que lleguemos a tiempo.

?Voy a repasarme el color de los labios que alguien debe haber acabado con él. Y ven que te limpio los morros que los llevas rojos.

?No entiendo el motivo?bromeó.

Los invitados estaban todos ocupando sus asientos cuando llegaron a la zona del jardín preparada para la ceremonia. Saludaron a Fernando, visiblemente nervioso por su inminente casamiento y recorrieron el pasillo hasta los asientos reservados para ellos. Marcos, Juan y su novia ya estaban allí. Nada más saludar y sentarse sonó la música. El pianistsa comenzó a interpretar magistralmente el Claro de Luna de Debussy. Un sonriente novio acompañado de una orgullosa madre, que ejercía el rol de madrina, recorrieron el pasillo seguidos de cerca por una radiante novia y su no menos orgulloso padrino.

Una ligera brisa mecía con delicadeza las hojas de las palmeras, las cuales parecían querer acompañar el ritmo de la música. Raquel contemplaba fijamente entrar a Isabel. Apenas la había conocido la noche anterior pero se habían caído muy bien. Isabel le dedicó un guiño al pasar a su lado y Raquel le correspondió con otro de vuelta mientras notaba los dedos de Fran jugando con los suyos.

Sencilla y emotiva resultó ser la ceremonia. Era la primera vez que Raquel asistía a una boda por lo civil tan bonita. No sólo era el lugar sino las palabras dedicadas por algunos de los amigos presentes, entre ellos Fran, quien les dedicó un poema de Luis Cernuda:

Si el hombre pudiera decir lo que ama,

si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo

como una nube en la luz;

si como muros que se derrumban,

para saludar la verdad erguida en medio,

pudiera derrumbar su cuerpo,

dejando sólo la verdad de su amor,

la verdad de sí mismo,

que no se llama gloria, fortuna o ambición,

sino amor o deseo,

yo sería aquel que imaginaba;

aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos

proclama ante los hombres la verdad ignorada,

Raquel no sabía que Fran iba a participar en la ceremonia. La había pillado por sorpresa al verlo salir de la fila de asientos y subir al pequeño estrado donde estaban los novios. Isabel no podía disimular la emoción al escuchar aquellas palabras. A Raquel le era imposible dejar de mirarlo mientras recitaba las palabras de Cernuda. Fran no lo sabía pero aquel era uno de sus poetas favoritos. Raquel repetía para ella cada una de las palabras. Conocía muy bien aquel poema:

la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina

por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

como leños perdidos que el mar anega o levanta

libremente, con la libertad del amor,

la única libertad que me exalta,

la única libertad por que muero.

La voz de Fran la envolvía. Un escalofrío recorrió su cuerpo desde la cabeza hasta los pies. No podía dejar de mirarlo. Estaba totalmente abducida por su voz, por su perfecta entonación. Sus miradas se cruzaron y Fran terminó de recitar los últimos versos sin apartar los ojos de ella. Olvidando por completo que los destinatarios oficiales no era Raquel sino los novios.

Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Los asistentes estaban visiblemente emocionados. La novia debía estar agradeciendo mentalmente la existencia de máscaras waterproof porque era un mar de lágrimas. Fran volvió junto a Raquel, que se secaba un par de inevitables lágrimas.

?Es la primera vez que me gustan tus lágrimas?le susurró al oído Fran mientras le apretaba la mano.

Raquel no pudo evitar una sonrisa. Muchas eran las lágrimas que él había contemplado. Aquellas eran las primeras de las que era culpable. Aquel poema... Aquellas lágrimas habían borrado de un plumazo el nombre de Roberto. Aquella dedicatoria robada acababa de ganarse su amor.

Los primeros acordes de El Sueño de Amor de Franz Listz comenzaron a sonar y unos recientes y sonrientes Fernando e Isabel recorrieron el pasillo no sin antes pararse junto a Fran y darle un abrazo.

?Eres un tramposo. Ese poema iba dedicado a otra persona?comentó en baja voz Marcos a Fran. ?. No, no me pongas esa cara de no saber lo que digo porque sabes que es verdad.

Raquel había bailado con todos los amigos de Fran, quien estaba encantado de verla tan bien integrada en su grupo de amigos. Aquella noche estaba siendo especial. Llevaban tres meses juntos pero hoy la había sentido más cerca de él que nunca. Raquel le sonrió al percatarse que la observaba bailar con Marcos. Fran se acercó a ellos.

?Si no te importa quiero bailar con mi chica.

?Toda tuya?dijo Marcos haciéndole entrega de la mano de Raquel.

?Te echaba de menos?le confesó al oído una vez que se quedaron solos entre la multitud que bailaba en la pista de baile.

?Y yo a ti?reconoció Raquel antes de besarlo.

Dos horas más tarde sólo ellos, los novios, Marcos, Juan y Lorena disfrutaban de una última copa bajo el extraño silencio reinante bajo la ya vacía carpa. Los novios fueron los primeros en abandonar el grupo seguidos de Juan y su novia.

?Chicos, me retiro. Nos vemos mañana. ¿A qué hora os vais mañana?

?A las seis sale el avión. ?contestó Fran.

?¿Comemos juntos?

?Sí, claro pero no puede ser muy tarde para salir con tiempo.

?Perfecto. Yo también tengo un largo camino de vuelta. Hala, os dejo, tortolitos.

Marcos dio un par de besos a Raquel y se marchó a su habitación. Solos. No quedaba nadie en el jardín. Pasearon un rato tranquilamente hasta llegar a uno de los miradores donde se veía la silenciosa y vacía playa con el Castillo del Papa Luna al fondo. La visión era de una auténtica postal. Fran rodeó con sus brazos a Raquel por la espalda que contemplaba embelesada la playa.

?Te quiero?le murmuró al oído.

Raquel notaba que los pelos se le erizaban y no era por el inexistente frío. Las manos de Fran bajaban y subían por su espalda. Recorrieron sus brazos mientras sus labios hacían lo mismo por su cuello. Las manos de Fran se posaron en su cintura girándola lentamente. Raquel pasó sus brazos por el cuello de él sin apartar su mirada de la hipnotizante mirada de él.

?Cásate conmigo.

?¿Qué?

Raquel estaba paralizada. Eso sí que no se lo esperaba. No estaba segura pero creía haber escuchado a Fran pedirle que se casara con él.

?Cásate conmigo, Raquel. ?repitió mientras se arrodillaba ante ella sonriente. ?¿Quieres casarte conmigo?

?¿Estás?estás?estás hablando en serio? ?tartamudeó.

?Totalmente en serio. ¿Qué me respondes?

?Sí.

Aquel ?sí? había salido de su boca. No estaba segura de por qué lo había dicho pero su respuesta había sido afirmativa. Fran se levantó de golpe de su posición abrazándola y levantándola por los aires antes de besarla.

?Te quiero.

*  *  *  *  * 

Un sudor frío recorría su cuerpo. Se había despertado de golpe. Sus ojos se quedaron clavados en el techo. Había tenido una extraña sensación que lo había hecho despertar. Intentó volver a dormirse. Nada. No podía. No era capaz de conciliar el sueño. Estiró el brazo y palpó sobre la mesilla de noche. Cogió el móvil para mirar la hora. Las cuatro de la mañana. ¿Para qué coño quieres saber la hora, Roberto? Iba a dejar el móvil en su sitio cuando sus dedos deslizaron sin querer el archivo de fotos y la vio. Allí mismo. Durmiendo en aquella cama. Con la melena revuelta y los ojos cerrados.

?Raquel...

Elva Marmed 



 Dicen que el siete  es un número mágico. Siete mágicas historias de amor constituyen esta antología. ¿Por qué mágicas? Mágicas porque el amor siempre lo es. ¿Quién no ha sentido alguna vez un revoloteo de mariposas en el estómago? ¿Quién no ha pensado que todo su mundo se hundía bajo sus pies al ver a esa persona especial con alguien que no somos nosotros? Amores fugaces, amores de veranos, amores platónicos, encuentros y reencuentros con la persona amada, sueños que parecen realidad y realidades que parecen sueños? son los elementos que encontrarás en estas siete historias. Algunas de ellas tocadas con un punto de erotismo, son las que constituyen esta antología. Unas breves, otras no tanto, pero todas girando en torno a un mismo elemento, el AMOR.

     Tendremos un encuentro inesperado en un avión rumbo a Londres. Imagina que de pronto se sienta junto a ti esa persona a la que nunca has podido olvidar. Imagina que de pronto el caprichoso azar los une por unos días. Eso lo vivirás en Viaje a Londres. Sigue imaginando : de pronto ha llegado el momento de conocer a esa persona a la que nunca has visto en persona pero con la cual hablas casi todos los días por internet, así comienza El Encuentro.

         ¿Y si las locuras del destino hacen que en algún momento de tu vida te hayas enamorados de dos primos? ¿Qué ocurriría si de pronto coincides con esa persona a la que habías perdido la pista y siempre había sido tu amor platónico? ¿Y si resulta que esa persona y tu actual pareja son Primos?

            El mundo es demasiado pequeño, dicen que es un pañuelo, de ahí que un Reencuentro con un antiguo amor no sea imposible. Sin embargo, más imposible nos puede resultar que dos personajes de ficción se sientan atrapados dentro de su propia historia, eso es lo que encontrarás en El Apagón, ficción y realidad se entremezclan en una breve historia tocada de erotismo. El erotismo también está presente en Al Final del Trayecto, donde sus protagonistas tendrán un curioso encuentro.

              ¿Qué decir de Un Chico Afortunado? Probablemente, es la historia que más me ha costado terminar. Un triángulo amoroso en el que uno de sus vértices no podía tener su final feliz.

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