El planteamiento parte de la base del constructivismo. La realidad no es objetiva sino construida. Y no sólo la realidad externa, también el concepto de nosotros mismos es una "leyenda" construida. Interpretamos un personaje ante el mundo y ante nosotros mismos ( y no siempre coinciden)
Es interesante escuchar como hablamos de nosotros mismos, como si fuéramos personajes de una novela.
Cuando alguien se define o nos cuenta su vida, es fácil categorizar " que tipo de novela" nos está contando.
-tragedia: personaje trascendente, que genera pena.
-melodrama: tendencia al patetismo, menos conmovedor.
-comedia: más cotidiano, personajes más humanos.
-bufonada: riéndose de todo, tono de absurdidad.
-etc.
También podemos identificar la posición de la persona en "su leyenda" sobre sí mismo:
-protagonista activo de su historia.
-personaje secundario que vive en manos de los personajes principales o del "destino".
Todos nos presentamos con una máscara que nos sirve de "anuncio": unos son víctimas, otros guerreros, otros excéntricos, otros triunfadores, etc. etc.y a partir de esta máscara explicamos la historia de nuestra vida.
Lo síntomas son metáforas de nuestra historia, son calidades de nuestro personaje.
Muchas veces vemos en terapia personajes que ya no encajan en su propia leyenda y por eso aparecen síntomas: ansiedad, depresión...
Vamos a ver un ejemplo real para entender mejor el planteamiento:
Mujer de 62 años que viene a la consulta por síntomas depresivos. Empezamos a conocer su personaje primero por su aspecto: mujer atractiva, vestida muy juvenil, con un físico muy cuidado, ropa cara, peinado moderno, joyas llamativas y tono de voz dulce, educado y seductor.
Explica que viene de una familia rica y a los 16 años se enamoró perdidamente de un chico de 20 años que era de una clase social inferior. Renunció a ejercer su carrera de filóloga para criar a sus 5 hijos y ocuparse de la casa. Sigue enamorada de su marido, a pesar de conocer sus infidelidades reiteradas. Él vive la vida como quiere, saliendo con sus amigos, practicando vela, viajando y teniendo relaciones extramatrimoniales públicamente.Al jubilarse el marido, la situación empeora y él vive como un adolescente mientras ella, ya con los hijos emancipados se queda sola y triste "en su castillo". Algunos de sus hijos le aconsejan que se separe y otros que no lo haga. Ella no sabe qué hacer, está enamorada del hombre con el que se casó, pero la realidad actual es otra.
Bien, estamos ante un drama romántico , ella es como una princesa adolescente que se casa con un plebeyo locamente enamorada a pesar de la oposición de su familia. Ella no es la protagonista de su historia, más bien es un personaje secundario que se define respecto a su marido, a sus hijos, etc. pero no por sí misma. La angustia aparece cuando su idealización adolescente del marido y de sí misma choca con una realidad que no concuerda con su leyenda ( ha envejecido, su marido no es el personaje romántico que ella ama, ha renunciado a su vida por los demás...) Se siente atrapada. Su demanda es saber si su matrimonio tiene solución o no.
Su personaje está anclado en el pasado, en una adolescencia eterna donde ella es una princesa destronada sin solución. La vida ha ido avanzando, pero ella no.
El objetivo de la terapia será hacerla "crecer" hasta su edad cronológica, que sea consciente de sus fortalezas y capacidades, enriquecer su narrativa de manera que pueda ser el personaje central de su vida y madure para decidir en base a su presente, no a su pasado.
El primer paso será confrontarla con su presente para que acepte la pérdida de la idealización del marido, resolver los nudos que la anclan al pasado ( ¿qué pasaba en su vida cuando tenía 16 años para que se enamorara tan perdidamente para toda la vida?) y ayudarla a planear su futuro.
Hacerle tomar consciencia de las muchas cosas que ha decidido por si misma a lo largo de su vida, reforzar sus recursos, ayudar a reforzar su autoconcepto. Al fin y al cabo es una mujer madura, bella, culta y refinada, con poder adquisitivo, que puede tomar las riendas de su vida.
El objetivo final será que se siente con libertad para decidir sobre su vida. El terapeuta no debe aconsejar sobre si separarse o no, porque así reforzaríamos su autopercepción de personaje secundario a merced de los demás. Tan solo debe ayudarla a crecer como persona hasta tener fuerza y madurez para tomar las riendas de su vida y decidir como quiere vivirla.
En este caso, siendo ella filóloga, podemos orientar la terapia entera como una novela. Primero que tome consciencia de su personaje para que pueda redefinirlo y escribir una nueva historia sobre sí misma. Le ayudamos a enriquecer su historia y su personaje con muchos más matices y recursos.Quizás si esa princesita crece hasta ser una reina fuerte y segura de sí misma , sepa llevar a su personaje con decisión y coraje hasta una nueva trama que la satisfaga mucho más. El marido puede evolucionar hasta estar a su altura y reescribir una nueva historia de amor más madura o seguir con su adolescencia eternamente, pero en este caso no será al lado de una reina fuerte y poderosa. De hecho el marido es el adolescente que ella ama , solo que el amor ya no es correspondido.
Nuestro personaje también condiciona el "papel" del resto de personajes de nuestra vida. Cuando nuestro personaje evoluciona y se enriquece, el resto de personajes, o se recolocan o no encajan en nuestra historia y salen de ella.
Otro caso interesante, contado por el mismo Erickson es el de una mujer obesa de mediana edad, que acudió a él para perder peso con hipnosis. Fue una chica muy atractiva y promiscua, que disfrutaba levantando pasiones entre los hombres. Se casó enamorada de su marido y tiene un matrimonio feliz. Erickson, como excelente estratega, descubrió pronto la resistencia a adelgazar de la paciente. Ella estaba satisfecha con su vida matrimonial y su nuevo personaje en la vida. Si adelgazaba y recuperaba su atractivo, temía volver al personaje seductor y sexy que fue y no ser fiel a su marido si los hombres la volvían a considerar deseable. Es como si el personaje actual necesitara un atrezzo que le restara atractivo para existir. El trabajo consistió en llevar consciencia a esa resistencia para que ella pudiera decidir si quería adelgazar o no.
Ser conscientes del personaje que representamos en nuestra leyenda de vida nos da el poder de decidir si queremos seguir interpretando el mismo papel o cambiarlo o mejor aún enriquecerlo con nuevos matices y recursos, dejando de ser un personaje plano para ser un personaje mucho más rico e interesante para nosotros mismos, el protagonista de una historia apasionante que apetezca ser vivida. Pasar a ser autores y protagonistas de nuestra propia historia y ser conscientes de todo lo que escribimos en ella, hace que nos sintamos mucho más dueños de nuestras vidas y nos valoremos más.
Si no te gusta tu personaje o tu leyenda, !reinvéntala y escribe otra! y si no sabes cómo, pide ayuda a un terapeuta.
No se trata de despreciar lo "escrito" hasta ahora , sino de darle un giro interesante a nuestra novela, enriquecer nuestro personaje con nuevas capacidades e involucrarlo en historias más interesantes.
Jordi Reviriego.