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Dice el diccionario que significarse es hacerse notar o distinguirse por alguna cualidad o circunstancia. ¿Y quién quiere hacerse notar ante los que ya se hacen notar con más fuerza y poder que nosotros? ¿Cuántos se atreven a decir que son creyentes y que van a misa? ¿Cuántos se atreven a anteponer los valores, la ética y la honestidad ante la política de empresa? ¿Cuántos se atreven a dar su opinión en público contradiciendo a los jefes o super jefes? ¿Cuántos se atreven a priorizar la familia a ese trabajo sin horarios?
¿Cuántas cosas suceden en nuestro día a día en las que tendríamos que significarnos ante tanta palabrería, tanta mentira, tanto desconocimiento y tanta manipulación, en cualquiera de los ámbitos en los que nos desenvolvemos?
La verdad es que somos unos cobardes y unos hipócritas, prefiriendo que impere la ley del más fuerte, aunque haga daño, a significarnos y defender lo que sí es defendible y necesita nuestra defensa y la de muchos otros que se callan.
Pero lo que no sabemos es si precisamente quienes tenemos delante buscan precisamente a los valientes, los que expresan su opinión verdadera, los que son diferentes, los que tienen personalidad, los no mienten; los que se significan sin miedo y dicen que creen en Dios, los que expresan su desacuerdo en esa reunión, los que no tienen miedo a decir que el amigo está confundido, los que contradicen al gerente o al profesor que se equivoca o simplemente que nuestra opinión no es la misma. Sin olvidar enfrentarse con quien en público ridiculiza, humilla, menosprecia y abusa de alguien porque sabe que los demás prefieren callarse.
¿Por qué tener miedo a manifestarte según nuestros principios, nuestros valores y nuestros conocimientos?
Significarnos puede ser muy peligroso, pero es mucho más beneficioso, porque ante tanto lameculos se necesita gente con personalidad que defienda aquello en lo que cree y no aquello en lo que no cree y le quieren imponer. Debiéramos todos estar abiertos a significarnos y aplaudir a todo aquel que se atreve a transmitir aquello que le dicta su corazón abriendo la boca cuando los demás, en un acto de cobardía, la mantienen cerrada por miedo a las represalias o a que el compañero pueda sorprenderse de que no es un corderito más y que tiene ideas propias que pueden abrir los ojos a los demás.
Criticamos, cuestionamos y juzgamos, pero detrás de las esquinas o escondidos en los rincones. El mundo no lo cambiamos manteniendo el silencio y dejando que unos pocos nos vendan sus tonterías, sus egoísmos y sus ambiciones, sin importarles el daño que hacen a unos y otros con su manipulación verbal y sus acciones consentidas por todos los que callamos.
¿Cómo queremos edificar nuestra vida, sobre roca o sobre arena?
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo.
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
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