¿Suena a mucha responsabilidad verdad? Así es, porque es de valientes atreverse a adentrarse en uno mismo, para poder conocerse y conectar con nuestro bienestar interior.
Dice un cuento de la tradición sufí, que una noche Nasrudín estaba dando vueltas alrededor de una farola mirando hacia el suelo. Un vecino que pasaba por allí le preguntó: “¿Has perdido algo?”. Y él contestó: “Sí, busco mi llave”. Así que el vecino se puso a buscarla con él.
Más tarde se acercó otra vecina que también preguntó qué estaban haciendo y al decirle que buscaban la llave de Nasrudín se quedó a ayudarles a encontrarla. Después otro vecino más se unió a la búsqueda de la llave.
Cuando ya llevaban un buen rato buscando, uno de los vecinos que estaban cansado preguntó: “Nasrudín, llevamos varias horas buscando tu llave y no aparece, ¿seguro que la perdiste aquí?”. Nasrudín contestó: “No, la he perdido dentro de mi casa”:
Otro vecino sorprendido intervino: “Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?. Y Nasrudín respondió: “Porque mi casa está muy oscura y aquí hay más luz”.
Estamos acostumbrados y condicionados por la sociedad para buscar la felicidad fuera de nosotros, creemos que seremos felices cuando tengamos un buen trabajo fijo, una buena casa, cuando nos casemos, cuando tengamos hijos pero la llave de nuestra felicidad no está ahí fuera sino dentro de nosotros mismos.
La causa de nuestro sufrimiento no es lo que nos pasa o lo que otras personas nos hacen, sino nuestra manera de interpretar estas situaciones y de reaccionar ante ellas. Y nuestra interpretación tiene que ver con nuestro sistema de creencias, instalado en nuestro inconsciente desde niños, el cual genera esas emociones negativas que tanto nos dañan.
Por eso es tan importante empezar a cuestionar todas esas creencias impuestas y empezar a preguntarnos “para qué” vivimos ciertas circunstancias y no “por qué”, ya que de esa manera pasamos de instalarnos en el papel de víctimas culpando a los demás de lo que nos pasa, a ser responsables de lo que experimentamos y de nuestra propia vida.
Y el primer paso para empezar a coger las riendas de nuestro destino es la aceptación. No hablamos de resignación ni de pasotismo, sino de aceptar a los demás como son y aceptar las cosas como vienen, intentando descubrir el aprendizaje que nos traen.
No podemos cambiar lo externo ya que no podemos controlarlo, pero sí podemos transformar nuestro interior y decidir nuestra actitud frente a todas las situaciones que nos van a suceder a lo largo de nuestra vida.
Recuerda, el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
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