La sarcopenia es la pérdida de masa muscular asociada fundamentalmente a la edad. A medida que cumplimos años, desde los 30-40, se produce una pérdida del 1% del tejido muscular cada año. A partir de los 60 años se incrementa al 1,5% anual. Descubre en este post cómo detectarla y qué hacer para frenar su progresión y mejorar tu calidad de vida.
La edad | Un factor clave
No se conocen con exactitud los mecanismos que conducen a la disminución de la masa muscular pero se sabe que este proceso provoca una disminución de las unidades motoras rápidas, lo que lleva a la pérdida de fibras musculares o su reinervación por las unidades motoras lentas.Los músculos se vuelven más pequeños y más lentos. Se trata, por tanto, de una disfunción muscular que estaría principalmente relacionada con la edad.
Esto tiene especial relevancia porque afecta a la calidad de vida y autonomía de las personas mayores. Una menor masa muscular favorece la pérdida de equilibrio y aumenta el riesgo de fracturas óseas.
Además, el tejido muscular se está empezando a considerar como un órgano endocrino en sí mismo, ya que sus funciones son complejas e interviene en múltiples procesos que contribuyen a la homeostasis interna y al buen funcionamiento del metabolismo y del sistema inmunológico.
Diagnóstico de la sarcopenia
Ensayos clínicos
El especialista evalúa el grado de sarcopenia mediante pruebas sencillas que miden el rendimiento físico. El diagnóstico se realiza cuando:La velocidad al caminar es inferior a 1 m/s sobre 6 metros o a 0,8 m/s sobre 4 metros.
Con el test SPPB. Esta prueba evalúa el equilibrio del paciente, la velocidad al caminar y la capacidad del paciente para ponerse de pie.
La capacidad para realizar una serie de maniobras simples, evaluadas mediante la prueba TUG, está disminuida. Este test clínico consiste en levantarse de una silla con apoyabrazos, caminar alrededor de tres metros hasta un punto de referencia, dar la vuelta y volver a sentarse. También suelen realizarse pruebas de agarre o extensión y flexión de las rodillas.
Evaluación de la masa muscular
La atrofia muscular se puede diagnosticar midiendo la circunferencia de los músculos de las extremidades.Otro método simple y económico es la bio-impedancia, que informa sobre la distribución de la masa magra y de la grasa corporal de acuerdo con la resistencia de los tejidos al paso de una corriente de baja intensidad.
Por último, las pruebas de imágenes médicas (escáner, DEXA o escáner de resonancia magnética) son más precisas, pero se utilizan poco en la práctica habitual.
Dieta en adultos mayores
Los factores dietéticos y de estilo de vida tienen mucha importancia en la progresión de la sarcopenia.La pérdida de apetito es común en los adultos mayores. La anorexia puede estar provocada por la influencia de la medicación, del estado de ánimo, por cambios en la percepción sensorial o por dificultades de masticación o deglución (disfagia).
Este colectivo con frecuencia está polimedicado. Muchos principios activos influyen en el estado nutricional, afectando al apetito de forma directa o indirecta, actuando sobre los centros de saciedad, provocando cambios en la percepción gustativa o interfiriendo con la absorción de algunos nutrientes esenciales, pudiendo provocar un déficit nutricional.
Por otro lado, ciertas patologías gastrointestinales como la diarrea o el estreñimiento crónico, una infección, quemadura de gran intensidad o un ingreso hospitalario también se asocian a la alteración del estado nutricional, con un aumento del catabolismo proteico.
Esto provoca como consecuencia, la pérdida de masa muscular y un mayor riesgo de sarcopenia, declive óseo y celular que agudizan la fragilidad de los adultos mayores.
En este sentido, se debe procurar mantener una suficiente ingesta de proteínas de alto valor biológico en cada una de las 5 comidas, teniendo en cuenta que la presentación y la palatabilidad de los platos sean adecuadas.
Ejercicio adaptado al paciente con sarcopenia
La práctica de ejercicio físico de fuerza es fundamental desde la niñez, como primera medida de prevención de la sarcopenia.No obstante, seguir practicando ejercicio físico durante toda la vida es fundamental para mantener el tejido muscular, retrasar su pérdida al máximo e incluso recuperar la fuerza y la potencia tras una convalecencia en la madurez.
Dependiendo de la edad y del estado físico de la persona, se deben promover rutinas de ejercicio cardiovascular y de tonificación muscular para estimular la masa muscular.
En personas de más edad, movimientos simples como subir y bajar escaleras o levantarse de una silla representan con frecuencia su capacidad de fuerza máxima.
Los ejercicios pensados para este colectivo deben trabajar las piernas, ya que promueven su independencia y estimulan grandes grupos musculares con movimientos sencillos y cotidianos.
Se ha demostrado que 4 días de entrenamiento de fuerza, 3 días alternos a la semana, mejoran la fuerza muscular y por tanto la autonomía de los adultos mayores.
Estos sencillos entrenamientos se pueden realizar perfectamente en el propio domicilio. Un ejemplo serían las extensiones de rodillas desde una posición sentada o ejercicios con tobilleras para estimular los músculos del pie y pantorrillas, repitiendo en circuito con una duración de entre 8 -10 minutos.
Opcionalmente se pueden trabajar también los brazos con ejercicios de apertura con banda elástica o pelotas para ejercer presión con las manos.
Finalmente, se debe recordar que integrar los hábitos de ejercicio y dieta adecuados, de manera conjunta y complementaria, favorece una mayor eficacia que el abordaje de solamente uno de ellos.
Si quieres hacer algún comentario sobre la sarcopenia, puedes dejar un comentario aquí o a través de nuestras RRSS, Facebook, Twitter, Pinterest, Instagram o nuestro Canal de Youtube.