El Espíritu o Amor es uno. Y las formas de vida y existencia también son realmente una (Una Vida, Una Consciencia: Un Ser y Una Experiencia de Ser), por cuantiosas e infinitas que sean, aunque admiten una diferenciación aparente entre sí debido a sus múltiples y distintos niveles de condensación y frecuencia vibracional. Por esto, aunque la Inmanencia de Dios es global y total (en lo Manifestado se halla inherente lo No Manifestado), hay también que contemplarla en términos de presencia efectiva del Espíritu o Amor en cada una de esas modalidades de existencia.
Valgan los símiles tanto del viento -que es uno, pero zarandea en particular cada árbol o animal del bosque- como del aire que respiramos -que obviamente es uno, pero alienta a cada persona que lo inspira.
Analógicamente, siendo uno el Espíritu, su presencia específica en cada manifestación concreta, inmaterial o material, es el Espíritu Santo.
Amor Vida y Consciencia