Las relaciones son como un arte, se podría decir incluso que son el arte de vivir, pero ¿cuál es la base de una relación positiva? Sin duda, la base es el conocimiento propio y la relación que mantenemos con nosotros mismos. Acabamos relacionándonos con las personas a quienes estamos abiertos, bajo la influencia de cómo nos vemos y cómo nos tratamos.
Cuando coincidimos, tanto en nuestras relaciones de pareja, como en las amistades, con personas que nos hacen daño y nos perjudican, esto no es ninguna casualidad, ni es algo aleatorio. No hemos tenido mala fortuna. No te engañes, tú has tenido mucho que ver con ese tipo de relaciones y que sigan apareciendo es algo que tú de alguna manera estás provocando.
En vez de quejarnos y lamentarnos por cómo son los demás, tendríamos antes que echar un vistazo a nosotros mismos, y ver cómo nuestras relaciones son un reflejo de lo que somos. Siempre es más fácil y sencillo ver lo que hacen los demás que atender a lo que estamos ofreciendo y responsabilizarnos de cómo nos sentimos.
¿Qué suponen las relaciones positivas?
Existen unos pilares básicos para que generemos la posibilidad de mantener relaciones positivas con las personas que nos rodean. En primer lugar, tenemos que desprendernos de la idea que consiste en quien bien te quiere te hará sufrir. Las relaciones que están basadas en el amor y el cuidado no tienen nada que ver con el sufrimiento.
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Las vinculaciones positivas tiene más que ver con:
Un apego sano
El apego es la necesidad que tenemos de estar con la otra persona. Cuando esa necesidad se vuelve dependiente, ya no estamos con la otra persona por elección propia, sino porque entendemos que el ser con el que nos relacionamos está ahí para satisfacernos, atendernos y resolver nuestras carencias. Un apego lo suficientemente sano supone reciprocidad y una vinculación enriquecedora para ambas personas, sin exigencias que cohíben la libertad.
Empatía
Para que se desarrolle la empatía en una relación positiva, hemos de tener una escucha atenta acerca de lo que nos provocan las palabras, los comportamientos y las actitudes de las otras personas. Se trata de entender por qué nos sentimos como nos sentimos, para así poder acompañar a la otra persona. Al vincularnos a través de la empatía, nos volvemos más compasivos y evitamos, en cierto modo, los juicios con los que emitimos sentencias injustas. Relacionarnos sin empatía nos aleja de la esencia de otras personas y no nos permite valorarlas.
Respeto, tolerancia y amor
Nuestros valores y el potencial del cual disponemos para amar son algo que vamos desarrollando a lo largo de nuestra existencia. Exigimos que las demás personas se muestren ante nosotros con respeto e, incluso, demandamos amor, pero ¿atendemos a lo que estamos dando y ofreciendo en nuestras relaciones? Pedimos, exigimos y nos lamentamos, cuando lo verdaderamente importante es aprender a ofrecer y dar, sin condiciones ni trueques.
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Aunque todas las personas pueden aportar algo beneficioso a nuestras vidas, nosotros elegimos con quienes mantener relaciones significativas. Esto, como bien sabemos, depende mucho de lo que nosotros estamos potenciando y valorando. Las relaciones positivas comienzan, ante todo, por ti.
Aportaciones de la psicología positiva
La psicología positiva, que está en relación con el estudio científico de las experiencias positivas, tiene mucho que decir sobre nuestra forma de vincularnos. Puesto que su desarrollo consiste en mejorar nuestra calidad de vida. Una gran parte de nuestra salud física y mental está influida por las relaciones que mantenemos.
Seligman y Csikszentmihalyi (2000) fueron quienes definieron la psicología positiva y comenzaron con su desarrollo, dándole un sentido más objetivo a través de la ciencia. Entre sus aportaciones destacan potenciar las fortalezas y virtudes humanas. Componentes esenciales para que, ante todo, nos relacionemos mejor con quienes somos y, en consecuencia, mantengamos relaciones más agradables y enriquecedoras con quienes nos rodean.
La psicología positiva nos muestra la importancia de generar relaciones profundas e íntimas con los demás. Siendo la empatía, la generosidad y la amabilidad ingredientes fundamentales. Componentes que nos ayudan a actuar en beneficio de los demás, ejercitando así nuestra inteligencia social. Esto contribuye a nuestro desarrollo personal y a emprender un recorrido que nos lleve hacia el conocimiento de nosotros mismos.
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El autoconocimiento nos permite observar nuestro estado de ánimo, sentimientos, deseos y motivaciones sin juicio alguno. No se trata de una valoración de esto está bien o está mal, se trata de una aceptación acerca de lo que es. Si mantenemos este tipo de relación con nosotros, obtendremos unas agradables consecuencias, que se transformarán en habilidades sociales.
Forma parte de nuestro bienestar psicológico el contar con las habilidades sociales que nos ayudan a tomar decisiones consecuentes y responsables, pudiendo discernir entre qué es lo más adecuado para nuestra salud mental. Esto nos ayuda a alejarnos de relaciones tóxicas que son las que nos generan sufrimiento y malestar.
Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre la importancia de las relaciones sociales, nos van señalando algo que seguro te va a interesar. Nos indican que contar con relaciones de confianza, intimidad, y basadas en el apoyo mutuo, ayuda a reducir el riesgo de padecer una enfermedad. Tu calidad de vida se ve afectada por el tipo de relaciones que mantienes. Esto ya no es algo que interpretemos o supongamos, sino que se trata de un hecho.
Como habrás comprobado quejarse o criticar no es la solución para que tengamos relaciones positivas. Más bien se trata de actuar, tomar decisiones, ser consecuentes y no dejarnos guiar por nuestros miedos e inseguridades, sino por las habilidades sociales que podemos ir desarrollando. Una buena noticia es que tú puedes desarrollar ese potencial que todos tenemos la fortuna de poseer.
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