¿Qué piensa la gente de ti? La inmediata respuesta puede ser que poco te importa lo que piensan y digan de ti. Pero sabemos que esto no es verdad, porque a todos nos afecta en mayor o menor manera y además nos influye directamente en nuestra relación con los demás beneficiándola o perjudicándola.
Hace años, alguien muy allegado a mí quiso hacer una especie de encuesta entre todos los empleados de su empresa, para que cada uno y en plan anónimo, expresase su opinión sobre todos los jefes y directivos. La idea era que algunos se diesen cuenta de la opinión que tenían de ellos y mejorasen su comportamiento con sus equipos, con miras a sacar mejores resultados de todos con ese cambio de actitud, que por otro lado sí se requería de los empleados. ¿Pero sabéis lo que pasó? Que no le dejaron hacerla. Parece ser que tenían miedo a saber la verdad y a tener que cambiar o mejorar, porque supuestamente ellos todo lo hacían bien, no tenían problemas con sus equipos y tampoco tenían que rendirles cuentas.
La verdad es que a nadie nos gusta recibir opiniones y menos cuando estas sabemos o intuimos que no van a ser satisfactorias para nosotros. Pero esto es importante en todos los ámbitos de la vida, aunque no nos guste que nadie nos corrija o nos diga lo que ve mal en nosotros porque tendríamos que plantearnos estas preguntas:
¿Cómo vamos a mejorar entonces?
¿Cómo vamos a saber si verdaderamente prestamos atención a los que nos dicen?
¿Cómo vamos a saber si nuestras palabras no son las adecuadas?
¿Cómo vamos a saber si estamos equivocados con una cosa o con otra?
¿Cómo vamos a recibir consejos, aportaciones o ideas si nuestros oídos están cerrados a aquellos que consideramos por debajo de nosotros?
¿Cómo vamos a saber si actuamos correctamente con nuestra pareja, con nuestros hijos, con nuestra familia o nuestros amigos si estamos cerrados a saber lo que piensan sobre nosotros?
Porque todos creemos que somos fantásticos pero, ¿cómo somos ante los ojos de los demás?
Podemos pensar que somos atentos, cariñosos, trabajadores, simpáticos, buenos amigos, personas en las que se puede confiar. ¿Pero de verdad lo demostramos con obras ante los ojos de los demás? ¿O solo es apariencia que se queda en nada cuando algo o alguien nos requiere o necesita?
Es realmente necesario conocerse a sí mismo pero no ante el espejo que solo refleja el exterior. Para descubrir nuestro interior habría que hacer un gran examen de conciencia y escuchar lo que opina la gente sobre nosotros: nuestra pareja, hijos, familia, colaboradores, amigos, clientes...
No hay otra forma de mejorar, no hay otra forma de crecer. Nuestra vanidad, nuestro orgullo, nuestra soberbia, no nos lo van a permitir. Aunque pensemos o nos digamos que poco nos importa lo que piensen o digan de nosotros, esto no es verdad. Nos importa y nos debe de importar, máxime cuando nuestro obrar y nuestro comportamiento afecta a las personas que tenemos a nuestro alrededor con nuestras decisiones y nuestras acciones.
¿Cómo vamos a poder sacar la paja del ojo ajeno si no nos damos cuenta de la viga en el nuestro? Si no conocemos nuestros defectos, va a ser muy difícil ayudar a los demás con los suyos. Conocer nuestras debilidades nos llevará a superar nuestras dificultades. Esa es la única forma de corregir el rumbo de nuestra vida. Alguien dijo: los corazones se endurecen y nada más que señalan a los demás y no se detienen en señalarse a uno mismo.
Para cambiar el mundo, primero tenemos que cambiar nosotros.
Debemos de estar preparados para que nadie se cruce en nuestro camino y nos diga: Esperaba más de ti.
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo.
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"