Pixabay-Couleur
Nuestro corazón cada vez está más lejos. Está frío, apagado. Está en off. Ponerlo en on puede acarrear muchas consecuencias que harán perder nuestra libertad, pudiéndonos obligar a pensar más en los demás y soportar todos los posibles daños colaterales que pueden afectar directamente a nuestro ego, nuestra soberbia, nuestro egoísmo, nuestro orgullo y nuestro supuesto bienestar. Por eso escuchar con el corazón es peligroso.
Es peligroso escuchar con el corazón porque lo que tenemos que oír o las acciones que debemos emprender después de escuchar, probablemente no nos hagan la menor gracia porque nuestro tiempo deje de ser nuestro y pase a ser el de otro, o mejor dicho, para el otro. Si ya nuestras orejotas han rechazado siempre cualquier ruido comprometido, escuchar con el corazón va a significar que el sistema de escucha más potente y multi-sensible que tiene el cuerpo, nos va a poner blanditos. Por eso, cada día más, vamos encerrando nuestro corazón detrás de múltiples corazas, evitando que llegue el mínimo susurro dañino que nos haga perder la tranquilidad.
Escuchar con el corazón, estés con quien estés, es peligroso. Tenlo en cuenta.
Escuchar con el corazón a la familia puede llenarte de comprensión, paciencia, tolerancia, generosidad, amor; es entrar en el interior de cada uno de sus componentes para abrazarles por dentro.
Escuchar con el corazón a los amigos supone ponerse en su pellejo, estar a su lado, apoyarles, animarles y ayudarles. Esto no es lo mismo que pasar un rato tomando vinos, haciendo deporte o contando chistes. Supone sacrificio, supone perder nuestro tiempo para entender sus problemas y querer sentir de cerca la situación por la que pueden estar pasando y ponernos a su servicio.
Escuchar con el corazón a nuestro colaborador es muy pero que muy peligroso, porque puede que nos haga darnos cuenta de alguna injusticia en cuanto al trabajo que realiza, el puesto que ocupa, el sueldo que le pagamos y el trato que recibe de nuestra parte.
Lo mismo pasa con el compañero. Escucharle con el corazón puede llevarnos a reconocer que trabaja mejor que nosotros, que sus razonamientos, ideas y ejecución de las ideas sean mejores, que son malintencionadas las críticas hacia su persona y su trabajo, y que ese puesto o salario superior al nuestro y tantas veces criticado, es totalmente merecido.
¿Y qué decir del daño que nos puede hacer escuchar con el corazón siendo ejecutivo, empresario o un alto directivo? Lo mismo si escuchamos con el corazón hacemos un mal negocio, vamos a ganar menos, tenemos que esforzarnos en hacerlo mejor, o bien podemos descubrir que nuestro corazón se hace tan grande, que empieza a hacernos decidir cosas diferentes y nos hace ver a las personas de otra manera. Es decir, que son personas.
No interesa escuchar con el corazón, porque escuchar con el corazón significa darnos por entero, y darnos por entero puede hacernos perder esa libertad propia de la ambición desmedida.
Pero a pesar de todo esto tenemos que aprender a escuchar con el corazón, porque si verdaderamente aprendemos, él sabrá muy bien acertar en nuestras decisiones, porque con el corazón se toman las decisiones más profundas. Solo el corazón nos puede hacer entender lo que en una conversación nos quieren transmitir unas palabras.
¡Haz caso a tu corazón! “El corazón es el centro”, donde la persona cuida la flor de sus sentimientos (José Javier Pérez Benedí).
Cuando se renuncia a ser el centro, el dominador, el que todo lo controla, porque lo que nos dice el corazón es que nuestras acciones están mal, es cuando de verdad se adquiere nuestra libertad interior, esa que nos hace sentirnos orgullosos de nosotros mismos y satisfechos por dar lo mejor.
¡Atrévete a preguntar al corazón y escúchale!
¡Arriésgate a poner amor en todo lo que hagas!
Otros artículos semejantes:
Solo con el corazón se puede ver bien
Se necesitan empresas con corazón
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo.
"Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"