Uno de los contextos en los que mejor se ven muestras de que existe un déficit de atención es en la escuela. En la relación con iguales, cuando se hacen actividades organizadas en grupo. Las expectativas sobre lo que tienen que hacer estos niños, por lo general, no suelen cumplirse, ya que su conducta no es la esperada. Esto genera mucha frustración tanto para los maestros, y personas que se dedican a la enseñanza, como para los propios niños que no son capaces de concentrarse en las tareas a realizar.
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Cuando escuchamos hablar de que los niños se distraen con facilidad, es cierto, a estas edades se atienden a muchos estímulos a la vez y se están procesando y asimilando muchos aprendizajes. La etapa de la niñez representa una constante exploración. Por tanto, puede parecer que la mayoría tienen dificultades para prestar atención a algo concreto. Pero el trastorno de déficit de atención supone mucho más como veremos a continuación.
¿Existen más problemas de atención en la actualidad?
Esta es la primera cuestión que deberíamos hacernos. En la actualidad, conforme han ido apareciendo nuevas problemáticas a las que había que ponerles un nombre, se han creado las etiquetas diagnósticas de trastornos como el TDH, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, que consiste en un problema del neurodesarrollo del niño que presenta conductas de inquietud, comportamientos impulsivos, dificultades para concentrarse y prestar atención. En el TDA es más o menos similar, aunque no presenta una inquietud motora.
Existe una gran controversia en los estudios que se han realizado sobre estos trastornos. Muchos profesionales han criticado este sistema de etiquetaje y se atreven a decir que esos trastornos no existen, ya que se pretende convertir en patología cualquier conducta que se salga de lo que se considera como “normal”.
Esto ha creado un gran revuelo, ya que los niños suelen ser los principales afectados. Pero ¿hasta qué punto les ayuda este tipo de diagnósticos como es el TDA o el TDAH? Si atendemos al plano estrictamente científico y profesional estos trastornos cumplen con una serie de pautas y características para que pueda ser diagnosticado. Una vez hecho su diagnóstico se procede con el tratamiento, por lo general conductual, para realizar una modificación de conducta.
El TDA surge como subtipo del TDAH. Los profesionales, al observar que había niños que presentaban las mismas dificultades de atención, pero sin embargo no presentaban esa inquietud motora tan marcada, decidieron aplicar una etiqueta diagnostica diferente, aunque va enmarcada dentro del mismo trastorno, tal y como se puede comprobar en el manual diagnostico de los trastornos mentales, en la actualidad el DSM-V.
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Sabemos que especialmente en el mundo que vivimos actualmente, existen muchos problemas de atención y concentración. Esto es debido a que nos enfrentamos a cada vez más estímulos, más responsabilidades y tareas a las que prestar atención. Vivimos en una sociedad que nos bombardea con su publicidad, mensajes subliminales, modas, tendencias y pautas a seguir. Nadie quiere salirse de esa dinámica y es por esto que incluso obligamos a nuestros hijos a que sean lo más funcionales posibles, sin atender a lo que quieren hacer. Esto acarrea una serie de conductas que dentro de esta sociedad se consideran como fuera de lo normal. En un afán de normalización, cada persona responde con una serie de síntomas propias que corresponden con algún trastorno. ¿Realmente estamos patologizando lo que se sale de lo normal? Esto ya queda como opinión de cada cual.
¿Qué sentido tiene el diagnóstico de un trastorno como el TDA?
Lo que si es cierto es que hay que atender al individuo en sí, para ver si es la propia persona con su conducta la que se ve afectada. Si el niño presenta una serie de dificultades que le generan una mayor tensión, causándole un gran malestar en su vida cotidiana, está claro que hay que atender a las causas y ayudarlo a que aprenda a gestionar sus dificultades.
Muchos colegios y profesionales entienden que este diagnóstico sirve sobre todo como pista para saber cómo atender a las dificultades de unos niños específicos. Por eso se han implementado medidas en las escuelas recurriendo a las técnicas del mindfulness para niños. Con estas técnicas se ha logrado ofrecer recursos para reducir la ansiedad y aumentar la concentración en actividades específicas.
Es de gran importancia ofrecer estas herramientas a los niños, ya que si no se tratan estas dificultades a tiempo, pueden desembocar en complicaciones en la edad adulta. Incluso se relaciona en la etapa adulta con el abuso de drogas y el trastorno antisocial de la personalidad. Se ha comprobado cómo las técnicas de mindfulness son una buena opción para que no se desarrollen más complicaciones en la vida adulta. Además, esto ayuda a que los niños puedan desarrollarse y aprovechar todo su potencial en las áreas que más motivados se encuentren.
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Para evitar que el déficit de atención se convierta en un trastorno y el niño sufra sus consecuencias es importante ver sus dificultades a tiempo para atenderlas, y ofrecerle recursos para combatirlas. La prevención en estos casos puede suponer un cambio drástico, que resulte beneficioso en la vida adulta de estos niños.
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