Si la persona es mayor de 80 años, someterse a cirugía o radiación por miedo a dicho cáncer, para luego padecer incontinencia urinaria o intestinal, ya me dirán que es peor, si la enfermedad o la medicina.
A esa edad, vivir en paz los últimos días de vida, es lo mejor, aparte que el cáncer de próstata, a menos que sea agresivo, le va a permitir vivir varios años, ya que el riesgo de morir de ese cáncer es menor.
Ahora, si la persona que padece dicho cáncer tienen 60 años, a los problemas de incontinencia, hay que agregarle el de impotencia, así que, ¿Cual sería el sentido de recibir tratamiento para el cáncer de próstata para luego quedar impotente? ¿Tienen sentido vivir siendo impotente? Al menos yo preferiría seguir padeciendo dicho cáncer y mantener mi fortaleza hasta el día de mi muerte.
Frutos secos, aceite de oliva, pescado graso, poca carne roja, de cerdo o productos lácteos: Se trata de un régimen que limita el daño al ADN en los hombres con cáncer de próstata.
Es la conclusión que los investigadores de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) han dado a conocer en la revista Nutrients.
La edad y la historia familiar, sin duda que son factores de riesgo para el cáncer de próstata, pero, como se muestra por los datos de los migrantes, el estilo de vida occidental también parece jugar un papel clave en su desarrollo.
En particular, algunas grasas están asociadas con el estrés oxidativo que genera daños en el ADN y las mutaciones potencialmente cancerígenas. En este estudio, los investigadores estudiaron la influencia de la grasa, proveniente de la dieta, en la salud de 20 hombres con cáncer de próstata.
Los participantes en el estudio siguieron una dieta mediterránea durante 3 meses, con las siguientes recomendaciones: 30-50 g de nueces por día, 15 ml de aceite de oliva por día, menos de 400 gramos de carne roja por semana, cocinada a bajas temperatura y pescado graso al menos una vez a la semana.
La dieta mediterránea puede reducir el riesgo de cáncer de próstata debido al efecto beneficioso de los diferentes componentes de esta dieta sobre la inflamación y el estrés oxidativo.
Es rica en ácidos grasos monoinsaturados, productos vegetales, aceite de oliva, los ácidos omega-3 tanto de las nueces, como de los vegetales de hoja verde y los pescados grasos.
Por el contrario, el tipo de dieta occidental es más rica en ácidos grasos omega-6, proveniente de la grasa de animales alimentados con granos, aceites de soja, girasol y maíz. Los estudios muestran que la desproporción en la relación entre el omega-6 con respecto a omega-3 acelera la inflamación.
Además, la cocción a alta temperatura de moléculas provenientes de productos de carne inducen la inestabilidad del ADN y el consumo de carnes pueden conducir a compuestos carcinógenos llamados nitrosaminas, que se obtienen de la transformación de los nitritos (conservantes) en el tracto digestivo.
Resultados: La mayoría de los participantes al seguir la dieta mediterránea, aumento su consumo de ácidos grasos monoinsaturados y ácido oleico, por lo tanto el daño en su ADN fue menor.
Por el contrario, el daño del ADN aumentó en el grupo de control que mantuvieron un alto consumo de productos lácteos, de carne roja y ácidos grasos poliinsaturados omega-6
La ingesta total de grasa no cambió ya que la grasa en la carne y los productos lácteos fueron sustituidos por otros derivados de los pescado graso, aceite de oliva y frutos secos.
Con la dieta mediterránea, la relación entre los ácidos grasos mono y poliinsaturados es más proprocional, así mismo las concentraciones de ácidos grasos omega-3 de cadena larga EPA + DHA aumentaron con la reducción del consumo de productos lácteos.
Los indicadores generales de salud mejoraron. Muchos de los participantes con sobrepeso perdieron peso, el perfil de grasas en la sangre mejoro y el daño en el ADN disminuyó.
De manera particular, uno de los participantes reporto que estaba durmiendo mejor, otro comento sobre la disminución en el dolor provocado por la artritis, otro más tenía menos necesidad de anti-inflamatorio y en muchos el bienestar era notorio.
Varios estudios han implicado a la leche y a los productos lácteos en el riesgo de cáncer de próstata. Por ello, es recomendable limitar su consumo, tal y como se hizo en el presente estudio.
Además, el fósforo y los fosfatos en los alimentos juegan un papel negativo en este tipo de cáncer. Se encuentran principalmente en productos de origen animal (carne, productos lácteos), alimentos procesados (aditivos a base de fosfato), algunos suplementos alimenticios (inositol).
Relacionado: La granada protección natural contra el cáncer de próstata
También, los estudios experimentales sugieren que una reducción en calorías, especialmente en los carbohidratos (almidones) puede mejorar la supervivencia en los pacientes. Un estudio controlado está en curso en los EE.UU., en la Universidad de Duke, para verificarlo.
Por último, se están desarrollando varios estudios para evaluar los beneficios de la dieta cetogénica, bajas en carbohidratos y altas en grasas, sin restricción de calorías, que se describe en el libro del Dr. Ulrike Klämmerer “La dieta cetogénica contra el cáncer.”
Si consideras que la entrada es de utilidad, ¿podrías compartirla en las redes sociales?
Lo más importante?Tu salud!
Jacobo
Temas sobre salud, las enfermedades en la sociedad actual