Seguro que a ti también te ha pasado. Te ibas a poner a trabajar, estudiar, investigar sobre esa idea o ese proyecto pero en lugar de ello encontrabas multitud de pequeñas excusas para no hacerlo. Cosas tan nimias como limpiar la cocina, poner la lavadora, hacer esa llamada a ese amigo al que hace siglos no ves, escribirle ese email a tu prima recomendándole esa peli tan estupenda que viste el otro día, chatear por whatsapp sobre cualquier tontería con los muchos grupos que tienes en tu móvil o cotilleando las fotos de las vacaciones de tus amigos que viven en Londres.
Y al final del día cuando te has puesto a trabajar de verdad, sólo te queda una hora o dos como mucho, porque después habrá también que atender otros asuntos, preparar la cena, ver esa serie a las 22:30 y entonces llega la hora de dormir. Sí, nos ha pasado a todos. Me ha pasado a mí. Pero si al final del día me siento mal, me siento culpable por haber desperdiciado ese día tan maravilloso que no se volverá a repetir, ¿por qué repito la misma historia día tras día? Sigue leyendo y te cuento las 5 razones por las que todos o casi todos tendemos a procrastinar.
Yo siempre he achacado este comportamiento a la pereza o pasividad. Es más sencillo no hacer nada que hacer algo. Es más fácil atender asuntos automáticos o divertidos que iniciar una actividad nueva o que requiere de mayor desgaste mental, ponerse a algo que no siempre te llena del todo: estudiar, investigar en un tema específico, hacer cifras, elaborar planes…
¿Cuáles son las causas de la llamada procrastinación?
1. Miedo al fracaso
El otro día, en el curso, mi profesor dio con la clave: procrastinamos porque en el fondo tenemos miedo de perder nuestra valía. Vivimos en un mundo en el que nuestra valía equivale a resultados. Y de ahí surge el famoso miedo al fracaso. Si mis resultados no son los esperados, si fracaso (una palabra muy peligrosa), entonces mi valía se vería mermada, dejaría de ser esa persona valiosa.
2. Baja autoestima
Lo ideal sería aumentar nuestra autoestima y desligarla de resultados. Mi valía siempre debe estar presente, gane o pierda, porque ya soy valioso por el hecho de existir. Da igual que haya conseguido grandes logros, haya fracasado en mis empresas o me haya equivocado mil veces… sigo siendo valioso. Eso es algo que a muchos por desgracia nos cuesta asimilar. Y ahí es donde un proceso de coaching puede ayudarnos a salir de este círculo vicioso donde resultados y valía se retroalimentan para entrar en una nueva dimensión: el amor incondicional por uno mismo.
3. Falta de confianza en uno mismo
Nos fallamos a nosotros constantemente. Nos proponemos actividades, planificamos tareas pero cuando no las cumplimos, empezamos a desconfiar de nosotros mismos. Si no cumplo con lo propuesto, eso que se llama responsabilidad, me siento defraudado por mí mismo. Lo ideal sería empezar a cumplir con aquello que somos capaces de hacer, aunque sea poco. Y poco a poco ir ganando confianza en nuestros esfuerzos.
4. Planificar demasiadas tareas a la vez
A veces lo que nos ocurre es que planificamos tantas cosas para un mismo día, que el solo hecho de pensar en que "debemos" solucionarlo todo nos paraliza. No hace falta que sean demasiadas tareas, lo importante es que las tratemos de cumplir, aunque sea una lista cortita. ¿No os ha pasado que ese día que sí lograsteis cumplir con vuestras tareas, os habéis ido satisfechos a dormir? A mí me ha pasado: era como si el día no hubiera pasado en vano. Seamos realistas: el día tiene 24 horas y pretender trabajar sin descanso es totalmente contraproducente. La pregunta es : ¿cómo puedo planificar mi día de forma que consiga atender esos asuntos sin agobiarme?
5. La tan temida y querida zona de confort
Es más confortable no hacer nada nuevo, porque nuestro cerebro funciona por ahorro energético, cuantas menos cosas nuevas hagamos, más fácil le será a nuestro cerebro ahorrar energía. De ahí que se resista a todo tipo de cambios y de ahí que procure que hagas lo mínimo para cambiar. Tu cerebro reptiliano se niega al cambio. Es tu parte más desarrollada, el neurocortex, el que va a empujarte a moverte. ¿Quién de los dos ganará la batalla? ¿El temeroso reptiliano que a toda costa busca sobrevivir ahorrando o el córtex que es el que nos diferencia de los animales? ¡Tú decides!
¿Entonces qué podemos hacer?
Si sigues como hasta ahora, recuerda que lo que consigues es disminuir la productividad y reducir tu sensación de autoestima. Te culpas por ello y te sientes mal, pero sigues igual. Procrastinar es no querer salir de la zona de confort porque temes al fracaso. Pero la cosa puede cambiar si recuerdas que tu valía no es igual a tus resultados. Tu valía está fuera de toda duda. Vales porque estás aquí, porque has nacido, porque vives.
Coaching para dejar de procrastinar
Un proceso de coaching es perfecto para que encuentres el por qué de tu procrastinación, pero sobre todo el para qué, porque hay una razón oculta, que posiblemente no esté dentro de esas cinco causas que he descrito, ya que cada persona es un mundo. Y si te animas a un proceso, te puedo asegurar que no sólo puedes conseguir mejorar tu productividad o gestión del tiempo, sino que posiblemente acabes encontrándote a ti mismo. En Coaching decimos que los objetivos de las personas son meras excusas para que encuentren su esencia.
Una última recomendación
Si lo que te interesa es leer más sobre el tema, hay mucha bibliografía escrita. Pero me permito recomendarte este libro: "Hazlo ahora" de Neil Fiore. ¿Y tú por qué crees que procrastinas? ¿Estás de acuerdo con con las razones que he expuesto o tienes otra idea sobre por qué te pasa esto? Me encantaría escucharte en los comentarios.
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