Las enfermedades crónicas se desarrollan a partir de problemas intestinales.
La buena salud en general comienza con un intestino saludable.
En el intestino es por donde hay que empezar cuando enfrentamos cualquier desafío de salud.
Si buscas una mejoría duradera en cualquier área de la salud, evita pensar en las partes del cuerpo como compartimentos independientes.
Todas las células están intercomunicadas, en ocasiones de forma indirectamente.
Ya sea a través de fluidos, hormonas y neurotransmisores que viajan a través de la vasta red de vasos sanguíneos y nervios que conforman el organismo humano.
Y todo comienza en el intestino.
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Piensa en tu tracto digestivo como la primera línea de defensa física contra toda enfermedad degenerativa crónica.
Desde la boca hasta el intestino, el revestimiento del tracto digestivo es continuo, tal como la piel que cubre el cuerpo.
La piel y el revestimiento del tracto digestivo actúan como barreras que protegen la sangre y los tejidos interno contra las sustancias indeseables.
Cuando eras niño, si fuiste amamantado por una madre relativamente saludable, tu intestino tenía una gran cantidad de organismos que mejoran la salud (organismos grampositivos o bacterias de ácido láctico).
A menudo llamado bacterias amigables, estos organismos viven en el intestino delgado y grueso.
Cumplen varias funciones, algunas de las más importantes son:
Mejorar la inmunidad natural vía producción de antibióticos naturales
Producción de ácidos orgánicos que ayudan a regular los niveles de pH a través del intestino
Inhibición del crecimiento de microorganismos potencialmente dañinos como bacterias Gram-negativas, hongos e incluso parásitos.
La realidad es que los microorganismos potencialmente dañinos se abren camino en los intestinos de forma cotidiana.
Llegando a florecer hasta el punto en el que pueden colonizar las paredes intestinales si careces de organismos amigables capaces de competir por espacio y recursos.
¿Qué pasa si los organismos amigables son inferiores numéricamente?
Los bacterias malas encuentran espacios a lo largo del revestimiento del intestino, formando colonias que son difíciles de eliminar.
Esto se denomina disbiosis, que eventualmente conduce al síndrome de intestino permeable.
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Así como las bacterias hostiles invaden el intestino, también es posible sufrir invasiones de hongos, e incluso parásitos pueden penetrar el revestimiento intestinal.
El intestino puede realmente comenzar a tener fugas de proteínas digeridas parcialmente y de toxinas artificiales (por ejemplo, los aditivos alimentarios) que logran acceder al torrente sanguíneo y de ahí a todo el cuerpo.
Una vez que estas sustancias extrañas entran en el torrente sanguíneo a través del revestimiento intestinal dañado, el sistema inmunológico inicia la fabricación de anticuerpos para combatirlos.
Causando, de esta forma, inflamación crónica en cualquier parte del cuerpo mediante una reacción antígeno-anticuerpo por las toxinas depositados en los tejidos, y que circulan a través de la sangre.
Esta es la raíz de muchísimos problemas comunes de salud, incluyendo, pero no limitado a, eczema, psoriasis, alopecia (pérdida de cabello), colitis ulcerosa, artritis reumatoide, lupus, endometriosis, cistitis, e incluso condiciones psiquiátricas como la esquizofrenia.
La disbiosis y el síndrome de intestino permeable no se reconocen fácilmente por la medicina convencional como condiciones de salud, probablemente porque no existen medicamentos patentados o procedimientos quirúrgicos que se pueden prescribir justificadamente para dichas condiciones.
En general, puedes asumir con seguridad que sufres algún grado de disbiosis y síndrome de intestino permeable si experimentas regularmente uno o más de los siguientes síntomas de problemas intestinales:
Producción excesiva de gases malolientes.
Molestias imprecisas en el abdomen después de las comidas o incluso durante las comidas.
Estreñimiento crónico o diarrea.
Las causas más comunes de deterioro de la ecología intestinal que permiten el desarrollo de la disbiosis y el síndrome de intestino permeable son:
Uso excesivo de antibióticos recetados.
Consumo regular de alimentos ricos en azúcar o carbohidratos altamente refinado, es decir, productos de harina blanca.
Consumo excesivo de alcohol.
Comer en exceso.
Comer bajo condiciones de estrés.
No masticar bien.
Entonces, ¿cómo prevenir y revertir la disbiosis y el síndrome de intestino permeable?
Adoptar hábitos que eviten los problemas intestinales
Tal vez el más importante hábito de comer que puedes adoptar para facilitar la curación de tu tracto digestivo es masticar bien los alimentos.
Idealmente, se deben masticar los alimentos hasta que bajen con facilidad, o sea, hasta que se forme una pasta.
Cuando masticas bien, permites que el tracto digestivo rompa de forma eficiente las pequeñas partículas de alimentos en micronutrientes, los que pueden pasar a través de la pared del intestino a la sangre.
Los dientes están diseñados para descomponer mecánicamente la comida, mientras que el resto del tracto digestivo y demás órganos están diseñados para procesar químicamente los alimentos.
Cuando no masticas bien, el tracto digestivo y los órganos deben asumir la carga de tratar de lograr lo que es mucho más fácil con los dientes.
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Si tienes problemas dentales o de mandíbula que dificulten la masticación, puedes considerar el uso de una licuadora o un procesador de alimentos, para que te faciliten la tarea.
Masticar bien los alimentos, permite que la saliva y las enzimas digestivas se mezclen con los alimentos, ya que el proceso digestivo se inicia en la boca.
Masticar bien estimula el descanso físico y emocional mientras comes.
El equilibrio emocional y estar en reposo mientras comes permite a tu cuerpo enviar un rico suministro de sangre a los órganos digestivos durante la comida.
Ayudando a optimizar cada paso de la digestión y evitando los problemas intestinales.
Si es posible, esfuérzate por combinar la costumbre de masticar bien con una filosofía de agradecimiento por la comida y otras bendiciones.
Al igual que la conexión entre la mente y el cuerpo puede causar sudor cuando estás nervioso, agradecer al mismo tiempo que masticas puede ayudar a que tus órganos digestivos descompongan la comida y asimilen mejor los nutrientes.
El objetivo es evitar que los alimentos digeridos de forma incompleta se mantengan más tiempo en el tracto digestivo de lo que deberían, ya que esto promueve la producción de microorganismos potencialmente patógenos.
Reducir el consumo de sustancias que dañen la ecología intestinal
Los principales son los antibióticos recetados, productos de harina blanca, alimentos azucarados y alcohol.
Garantizar un descanso físico adecuado
En pocas palabras, cuanto más descanses, más energía puedes dedicar a reparar áreas dañadas, incluido el tracto digestivo.
Es durante el sueño profundo y reparador que tu cuerpo produce grandes cantidades de hormona del crecimiento, testosterona, eritropoyetina.
Todas estas hormonas son necesarios para mantener saludable el revestimiento intestinal.
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Considera tomar un probiótico de calidad
Puedes fortalecer el intestino con bacterias que mejoran la salud a través de alimentos tradicionalmente fermentados.
Sin embargo si tienes un largo historial de síntomas de disbiosis y de síndrome intestino permeable, es probable que puedas beneficiarte al tomar una fórmula probiótica profesional.
De esta forma estarás fortaleciendo tu salud, al prevenir los problemas intestinales.
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