¿Por qué voy al psicólogo y me siento peor?
Vamos a traer ahora la “metáfora del iceberg”. Seguro que todos recordamos la película Titanic, en la cual ese inmenso y misterioso iceberg es el causante del hundimiento de aquel indestructible e insumergible transatlántico.Bien, un iceberg tiene una pequeña parte que es visible, la cual nos llama la atención (en la película es lo que hace saltar las alarmas), por tanto, son aquellos síntomas o problemas con los que entramos por la puerta de la consulta, aquel contenido accesible a nivel consciente. Tengo ansiedad, no puedo dormir bien, noto malestar, estoy inquieta, tengo pesadillas recurrentes, no le encuentro sentido a mi vida
En ocasiones a través del agua del mar podemos visualizar que también hay otra parte del mismo iceberg debajo, solo que no lo percibimos con claridad, pese a que el agua sea clara
Por tanto, esa gran parte del iceberg es lo que iremos poniendo encima de la mesa, de lo que iremos hablando en las sesiones, la profundidad de nuestros síntomas, los patrones de funcionamiento que están instalados, los aspectos de nuestra vida que están alterados, conflictos no resueltos, emociones guardadas o no expresadas
Aquello que está en la base de las dificultades, lo que no es tan accesible a nivel consciente y por tanto, en lo que necesitamos apoyo para descubrir y sanar.
Decimos entonces que para entender y reparar la parte visible del iceberg, es necesario indagar, explorar y hablar sobre la profundidad del problema, la profundidad de los síntomas.
En el proceso de terapia haremos este recorrido juntos, acompañándote a visualizar un poco más allá para poder curar la herida, en el estado que esta se encuentre. Como nos imaginamos todo ello implica un proceso, por eso hablamos de proceso terapéutico, en el que nuestro iceberg necesitará su tiempo para ser primero visto y reconocido y después reparado y curado.
Así bien podemos explicar el “revuelo” de emociones con que nos encontramos a veces en terapia, aquellos días que salimos pensativos, dándole vueltas a un tema tratado en sesión, incluso podemos tener algún sueño relacionado durante la semana o estar más sensibles natural, estamos descubriendo para curar y pensamos, voy al psicólogo y me siento peor.
Siempre acompañamos el proceso del terapeuta y por tanto del vínculo entre ambos, pues todo este camino lo haremos dentro del espacio seguro que nos aporta la terapia, el lugar y las habilidades del terapeuta, de manera que podamos también sentirnos tranquilos, aunque en ocasiones, como decíamos antes, voy al psicólogo y me siento peor.
El dilema del caballero, explicando nuestras armaduras
Hablando de lo insumergible e indestructible del Titanic, nos transporta a conocer o volver a leer si ya lo conocéis, El Dilema del Caballero, “El Caballero de la Armadura Oxidada” por Robert Fisher. A continuación comenzamos para después continuar, os invitamos a leerlo y a reflexionar sobre ello, cada uno de nosotros tendrá sus preguntas y respuestas, sigamos comprendiendo por qué voy al psicólogo y me siento peor.“Érase una vez un caballero que pensaba que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los caballeros así. Luchaban contra sus enemigos, mataba dragones y rescataba damiselas (incluso cuando ellas no querían ser rescatadas).
Famoso por su armadura, reflejaba rayos de luz muy brillantes. Siempre estaba disponible para cualquier batalla con entusiasmo y generosidad y se esforzó por ser el número 1 del reino, siempre había algo que hacer.
Su mujer (Julieta), fiel y bastante tolerante, escribía hermosos poemas, decía cosas inteligentes y tenía debilidad por el vino. Su hijo se llamaba Cristóbal y de él esperaba que fuese un valiente caballero. La relación entre ellos era casi inexistente, ya que el caballero siempre estaba en batallas, admirando su brillo o recitando monólogos sobre sus hazañas.
No había comunicación, pues él estaba enamorado de su armadura, una armadura que ocultaba incluso su verdadero rostro. Además la armadura le impedía sentirse a sí mismo y a los demás, pero era su seña de identidad, con la que mostraba a los demás quien era.
Después de comenzar a tomar conciencia que perdería a su mujer y a su hijo por ello, intentó quitársela, pero no pudo, estaba atascada y enganchada. La visera era rara porque ese mismo día la había abierto para comer, pero el yelmo llevaba años sin quitárselo.
Salió corriendo hacia la tienda del herrero (considerado el hombre más fuerte del reino), en el patio del castillo para que le ayudase a sacarse la armadura. Por más que le golpeó, ni siquiera el yelmo se abolló. Tras varios intentos y varias intenciones por parte del caballero, no se consiguió nada con aquella armadura.
Así entonces decidió marchar fuera de su reino para conseguirlo. Antes de irse, se despidió del rey, pero este no estaba (en una cruzada). Se sintió molesto, ya que habría perdido una oportunidad de participar en esa cruzada. En ese momento, al encontrarse con El Bufón, Bolsalegre, este le dijo que su imagen era triste y que ni su poder le sacaría de ahí. Le ofreció la ayuda de acudir al Mago Merlín, pues sería el único en sacarle su yo verdadero, “a todos, alguna armadura nos tiene atrapados”. Entonces así partió hacia LOS BOSQUES DE MERLÍN” []
¿Cómo te podemos ayudar?
La última parte del artículo vamos a destinarla para aquellas ocasiones en las que si voy al psicólogo y me siento peor no se relaciona con lo que acabamos de leer o realmente no nos sentimos bien con nuestro terapeuta.
Sentirte revuelto en las sesiones y sentir que se está curando la herida forma parte del proceso, pero si hay aspectos que no te hacen sentirte validado, comprendido y acogido, identifícalo y háblalo con tu terapeuta, siempre podrás tomar la decisión que tú valores, es tu vida, tu historia y te mereces que el profesional cuide con respeto y honestidad de ella.
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Te animamos a contactar con nuestro equipo de psicólogos siempre que lo necesites, cuando haya algo que te incomode y te genere sufrimiento, cuando la parte visible del iceberg te pese y no puedas sostenerla juntos atravesaremos el camino de liberación y sanación interior.
Autora: Ana Muñoz Miguez (Psicóloga de Psicomaster)
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