Entre las muchas terapias energéticas, y aunque aquí es todavía poco conocida, la Terapia Onnetsu, consistente en la aplicación de Rayos Infrarrojos Lejanos (FIR), posiblemente avance muchas posiciones en los próximos años. Una innovadora estrategia indicada para el tratamiento de patologías muy diversas, inocua, indolora, no invasiva y sin apenas contraindicaciones ni efectos secundarios...
Los Rayos Infrarrojos Lejanos (Far InfraRed Radiation), considerados un tipo de luz no visible, fueron descubiertos por parte de la NASA alrededor de los años 60. Inicialmente se emplearon sobre todo en saunas por tratarse de una franja del espectro de energía electromagnética que además de emitir calor, poseía notables propiedades terapéuticas. Un par de décadas más tarde, la Dra. Tomeko Mitsui tuvo la brillante idea –nunca mejor dicho– de aprovechar estas cualidades y fusionarlas con el concepto base de la Moxibustión. De esta curiosa mezcla de tradición milenaria y vanguardia surge en 1988 el Onnetsuki.
¿Qué es el Onnetsuki?
Se trata del dispositivo utilizado para la Terapia Onnetsu, emisor de estos Rayos Infrarrojos Lejanos, con forma de pequeña pala que se va deslizando sobre la superficie del cuerpo, como si se tratase de un masaje termal que proporciona un calor suave y agradable. Está indicado en el tratamiento local y/o sistémico de una considerable lista de patologías: artritis, ciática, asma, dermatitis, úlceras, problemas digestivos, osteoarticulares, del sistema urogenital, diversos tipos de cáncer (optimizando incluso el resultado de los tratamientos tradicionales de radioterapia y quimioterapia que puedan seguirse de forma simultánea)...
Aunque indudablemente cada patología tiene sus particularidades, la pérdida de la salud implica en origen una serie de factores comunes, que son precisamente sobre los que actúa esta terapia. Su mejora terminará repercutiendo sobre los síntomas más locales y específicos. Efectos positivos en un 90% de los casos, hacen que en Japón, el Ministerio de Salud lo reconozca como instrumento médico, por lo que allí es una terapia ampliamente extendida.
¿De qué forma actúa?
La moxibustión, concepto base de la Terapia Onnetsu parte del principio de que las células cuando pierden su equilibrio, su homeostasis, se van quedando frías y faltas de energía. Los Rayos Infrarrojos Lejanos además del aumento de la temperatura en esas zonas, tienen diversos efectos biológicos: incrementan la calidad de los glóbulos blancos, refuerzan el sistema inmunitario, alivian el dolor, regulan tanto la circulación sanguínea como la linfática, estimulan la producción hormonal, equilibran los sistemas nerviosos autónomos simpático y parasimpático, facilitan la regeneración de tejidos, la eliminación de toxinas y patógenos, mejoran la calidad del sueño...
La banda de emisión del dispositivo, entre 8 y 14 micras de longitud de onda, coincide con una pequeña parte de la energía que proviene de la luz solar –en su mayor parte radiación infrarroja. Precisamente son estas frecuencias no solo las que permiten que las plantas hagan la fotosíntesis, por ejemplo, sino que resultan imprescindibles para la supervivencia de cualquier ser vivo. Esto sumado a un buen índice de penetración al interior de los tejidos (unos 25cm) genera efectos apreciables desde las primeras sesiones, profundizando mucho más allá de la superficie de la piel.
Las culturas orientales hablan también del Ki, Chi o Prana –dependiendo del país– como la energía interior humana que fluye por nuestro organismo cuando estamos sanos. Hipótesis aparte, lo que sí podemos afirmar a día de hoy es que se ha podido medir la radiación infrarroja procedente de las manos de los practicantes de QiGong o “Toque Terapéutico” y tiene entre 5 y 25 micras de longitud de onda. El hecho de que la longitud de onda del Onnetsuki (8-14 micras) esté comprendida dentro del rango de emisión del Ki (5-25 micras) explicaría que nuestra biología resuene y responda tan positivamente a esta terapia.
No obstante, tal y como apunta la filosofía oriental en lo concerniente a la salud: no es el terapeuta ni los Rayos FIR los que curan, sino que ejercen como canales que proporcionan la energía precisa para que el propio organismo del paciente recupere su capacidad de autocuración –capacidad de la que por cierto ya hablaba Hipócrates hacia los siglos V-IV a.C., considerado padre de la Medicina en Occidente.