• Terapias conductistas: Aprende a caminar aunque te duela. Cambia tus hábitos. Premia tus esfuerzos.
• Psicoanálisis: ¿Qué problemas inconscientes motivan tu dolor?
• Terapias existenciales: ¿Cuál es el sentido de tu dolor? ¿Y el de tu vida?
• Terapias humanistas: Responsabilízate de tu dolor. Potencia lo mejor de ti mismo. Autorrealízate.
• Terapias psicodinámicas: ¿Qué sientes ahora mismo? ¿Por qué? Conciéncialo. Resuélvelo.
• Terapias psicofísicas: Relájate. Desbloquea tu cuerpo. Libera tus emociones.
• Terapias catárticas: ¡Grita! ¡Llora! ¡Exprésate!
• Terapias psiquiátricas: Tu dolor es biológico. Anúlalo con fármacos.
• Terapias espirituales: Base New Age: "desconecta, armoniza tu mente, todo es energía". Base cristiana: "acepta tu dolor, resígnate, perdona a tus verdugos". Base orientalista: "no eres sólo dolor, dilúyelo en el Todo, medita".
• Entrenadores ("coaching"): Sé práctico. Define tus alivios. Alcánzalos.
• Terapias del trauma: Tu familia te traumatizó. Trabaja tus conflictos pasados y actuales con ella.
• Terapias sistémicas: Mejorad vuestras relaciones familiares. Mejorad vuestra comunicación.
• Etcétera.
Como vemos fácilmente, todos estos enfoques (y sus infinitas combinaciones) son muy razonables y valiosos. Sin embargo, la mayoría de ellos comparten una misma parcialidad. Sólo enfatizan algunos aspectos, unas pocas facetas del problema del corazón herido. Por eso, a mi entender, la única forma de abordar cabal y eficazmente el dolor psicológico es mediante algún protocolo extremadamente similar al de la Medicina frente a cualquier reto quirúrgico. Dicho protocolo, que constaría de 5 pasos, sería en nuestro caso el siguiente (2):
1. Diagnóstico preciso. Es decir, identificación de las "espinas" básicas (traumas, heridas, conflictos conscientes e inconscientes...) que motivan el sufrimiento del sujeto.
2. "Extracción" (con asepsia y anestesia) de las espinas. En un clima afectuoso y tranquilizador, se practica la detallada concienciación, rememoración y expresión verbal y emocional de todo aquello que atormenta al sujeto.
3. "Cierre" de heridas. Autorreevaluación del pasado y el presente de la persona. Transformación de conceptos. Mejora de la autoimagen y autoestima.
4. "Vendaje" y cicatrización. Protección del sujeto mediante alejamiento de los ambientes patológicos. Mejoras prácticas en sus entornos psicoafectivos. Gradual fortalecimiento.
5. "Rehabilitación". Toma de decisiones. Prácticas de autoafirmación y autonomía. Crecimiento. Autorrealización.
¿Cuántas de las terapias antes citadas trabajan, en efecto, con estos 5 aspectos fundamentales en la mejoría de cualquier problema neurótico? Muchas de ellas ni siquiera detectan las espinas. Otras sí las identifican, pero quieren rehabilitar al sujeto sin quitárselas. O sí las extraen, pero no aplican desinfección o vendajes. O realizan la operación, pero no rehabilitan... Etcétera.
Así, pues, cuanto más profundo y amplio sea el enfoque de una terapia, mayor será su eficacia.
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