No podemos decir que no vamos a ir a un lugar, chillar porque te preguntan si estás seguro de querer perdértelo, y cuando encuentras a la otra persona en el evento en cuestión te enfadas porque no te ha llamado.
O quieres ir o no, las dos cosas a la vez son muy complicadas.
No podemos decir que nos desentendemos de algo, y luego enfadarnos porque no se nos ha contado nada.
O queremos saber o no, porque saber a medias es no saber nada y confundirse completamente.
Hay que atenerse a las consecuencias de las decisiones tomadas, no podemos estar volviendo locos a los de nuestro alrededor a causa de nuestra insufrible indecisión. Y si estamos indecisos y la decisión tomada no es la más acertada, la culpa no es de la gente de nuestro alrededor. Ellos no nos obligan a elegir, nos sugieren; escogemos bajo nuestra responsabilidad.
No podemos andar culpando a todos de nuestras erráticas decisiones.