La tristeza es una emoción natural. No hay porqué negarla. Socialmente la vemos como una debilidad, y es por ello que muchas personas viven negando su tristeza, reprimiéndole como si fuese lo peor del mundo. De lo que no se dan cuenta es que al hacerlo, están negándose a si mismos, y que su cuerpo "sacará" esa tristeza de alguna otra forma: enfermedad física o emocional.
La tristeza es algo necesario, sobre todo cuando estás afrontando una pérdida, un cambio, por lo que ayuda a la sanación. La tristeza es una compañera del dolor, el cual no es lo mismo que sufrimiento. Éste es hacer perdurar el dolor infinitamente, victimizándonos, perdiendo de vista la esperanza por el futuro. Esto es cuando la la tristeza se convierte en un problema pues dejamos que el ego sea quien dirija nuestra emoción. Esto sucede cuando la tristeza se vive como una zona de seguridad y no nos atrevemos a ver más allá.
Para manejar efectivamente la tristeza, se requiere primero aceptarla, no luchar contra ella, lo que hará que sea menos intensa. Expresarla es el siguiente paso, no tener miedo a perder el control, el llanto es sanador, además, si se busca el apoyo adecuado, llega a tener el verdadero efecto liberador. Además, cuando sientas que la tristeza te inunda y ya no puedes más, es momento de ser generosos con los demás, salirse un poco del mundo del YO ayuda a minimizar la visión negativa de las cosas. Y como siempre, rodearse de personas positivas, no de gente que te hará sentirte peor o que te hará sentirte cómodo como víctima del mundo.