A mí me ha sorprendido y me ha encantado. Sinceramente nunca había visto el hecho de que alguien no logre adelgazar desde este prisma. A pesar de que el psicoanálisis no es algo por lo que yo sienta especial predilección, admito que en este caso me ha "tocado".
Te dejo con:
Lo que no te habían contado sobre por qué no adelgazas
Debo confesaros que he tardado unos cuantos días en darme cuenta de que ya estamos inmersos, de nuevo, en una de las contrarreloj más estresantes que sufrimos anualmente (cortesía del primer mundo): la famosa
OPERACIÓN BIQUINI
¿Cómo he caído en la cuenta? Pues, como últimamente me suele pasar, gracias al discurso de las personas que atiendo.
Pero no creáis que vengo a calentaros la cabeza con mantras de motivación para que no decaigáis en vuestra lucha por el cuerpo que deseáis. Más bien me acerco al blog con el propósito de mostraros por qué en algunos casos las dietas fracasan repetidamente en ciertas personas. Casos en los que se sigue estrictamente un plan nutricional y deportivo pero no se alcanzan los objetivos planteados.
¿Cómo influye el factor psicológico en el control del PESO?
Para dar algún tipo de respuesta a esta pregunta, os traslado el discurso de un paciente (al que llamaremos @) cuyas palabras podrían ser la de cualquiera de vosotros.
- @: Me recuerdo con sobrePESO desde siempre. Es algo que me ha hecho sentir mal toda la vida. Incluso he tenido épocas en las que adelgazar me ha parecido imposible. A día de hoy, todavía tengo momentos en los que lo único que me tranquiliza es comer. Me calma durante unos minutos y luego, cuando se me pasa la sensación de saciedad, me siento mal y me vuelve la intranquilidad. Y ahí me quedo atrapado.
- Yo: ¿No recuerdas si hubo algún momento concreto en el que comenzaste a engordar?
- @: No, siempre he tenido sobrePESO. Bueno, ahora que lo dices? cuando era muy pequeño era más bien delgado. Puede que empezara a engordar sobre los 8 años. Mi madre siempre dice que era muy travieso y que no paraba quieto hasta esa edad.
- Yo: ¿Y por qué crees que empezaste a engordar a esa edad?
- @: No sé, supongo que será algo del metabolismo, del desarrollo? Será la genética.
- Yo: Bueno, a veces la genética se ve afectada por otras cosas.
- @: ¿Otras cosas? No sé? Me daba mucha ansiedad ir al colegio por aquella época, no me gustaba estudiar y me costaba mucho relacionarme. Quizás eso tenga algo que ver, ¿no?
- Yo: Puede ser?
- @: El sobrePESO me ha impedido siempre hacer muchas cosas. Desde bañarme en la playa, a salir con los amigos, acercarme a una chica que me gustara y? también para las relaciones sexuales.
- Yo: Podría decirse que, de alguna manera, esos kilos de más han hecho de barrera, ¿no?
- @: Sí, siempre he pensado que si me hubiera sentido cómodo con mi físico mi vida habría sido diferente. Podría haberme enfrentado a esas cosas que tanto me cuestan porque no habría tenido excusa para no hacerlas.
- Yo: O sea, que tu sobrePESO te ha salvado de exponerte a ciertas cosas.
- @: ¿Salvado? No lo había visto nunca así?
- Yo: Bueno, hace un momento me decías que en el momento en el que empezaba algo de la diversión, tenías la necesidad de marcharte a casa y alejarte. No querías que te vieran bailar por cómo se podría ver tu cuerpo, no querías seguir hablando con esa chica que parecía interesarte por ti por si la cosa llegaba a más?
- @: Sí, me empezaba a angustiar a pesar de que era lo que tenía ganas de hacer. Creo que a mis 42 años aún no he aprendido a divertirme. Me asusto y salgo corriendo.
- Yo: Claro, quizás por eso, cuando cruzabas la barrera en la que quedabas bien resguardado y descubrías que empezaban a pasarte cosas ?arriesgadas?, que podían no salir como esperabas, lo que aparecía como única opción era retirarse a casa.
- @: Y cuando llegaba lo que hacía era comer más.
- Yo: No sé qué te parece, pero es como si en este tiempo te hubieras dedicado, sin darte cuenta, a engordar ?tu excusa?, como la has llamado antes. Esa barrera tras la que permanecer a salvo.
- @: ¿Quizás por eso ahora estoy pudiendo adelgazar?
- Yo: Bueno, hace un tiempo que has empezado a asumir el riesgo de salir a la calle, quedar con amigos, hablar con algunas chicas?
- @: Sí, todo eso antes me pesaba mucho.
- Yo: Claro, de eso se trata. De que estás pudiendo aligerar el PESO. Las cosas ya no te pesan tanto, y eso afecta a tu cuerpo. Digamos que estás empezando a soltar algunos lastres.
¿Por qué os traigo este fragmento en concreto?
Porque creo que ejemplifica muy bien una frase que he escrito muchas veces por aquí y que es uno de los fundamentos psicoanalíticos: ?La palabra toca al cuerpo?.
Para este hombre, la comida ha cumplido una doble función:
1) Le proporcionaba calma una calma física experimentada a modo de saciedad del apetito
2) Y una calma psicológica porque seguía engordando la barrera física (su propio cuerpo) que lo alejaba de aquellos lugares en los que deseaba estar pero le aterraban.
Para el psicoanálisis, ?un SíNTOMA es una solución de compromiso?. Es decir, algo que viene a salvarnos o evitar el hecho de hacer frente a una situación más difícil de sufrir que el malestar que trae el síntoma.
Pero a la vez compromete. El síntoma nos pone en un compromiso, compromete el bienestar y garantiza seguir en lo de siempre.
En este caso, el sobrePESO es uno de los síntomas de este hombre: esos kilos de más que lo hacen sufrir y sentirse acomplejado, pero que a la vez son los cimientos en los que se apoya su huida de las relaciones sociales.
Tal vez, si no saliera corriendo, experimentaría sensaciones más angustiosas que las que le provoca el sobrePESO y para las que no estaba preparado.
Es de la angustia de lo que nos salvan los síntomas.
Una solución de compromiso. Hasta que se encuentra otra manera de manejar las cosas y se puede abandonar ese lastre, ese PESO.
Quizás no estás haciendo mal esa dieta que a otros sí que funciona. Puede que, tengas razones de PESO para no aligerar ciertas cargas.
Si es tu caso, ya sabes que existe otra forma de trabajar el cuerpo que tiene que ver con las palabras.
Con TUS palabras
Felices vacaciones a tod@s y nos leemos a la vuelta.
Marta B.
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