Bien, ya estás en mí. Quizás te sorprenda que hable, pero es aquí donde el sonido es más atronador, hasta llegar a ser insoportable si sigues tomando tus propias decisiones sin contar conmigo… bueno, a eso lo llamáis conciencia.
Lo dicho, ya estás en mi reino eterno e infinito donde los límites los eliges tú gracias al orgulloso libre albedrío. En este momento yo soy en ti y tú eres en mí. Eres silencio, palabra inefable y vacío paradójico.
Si observas bien y me lees atentamente, podrás descubrir que eres tú mismo el que estás escribiendo y leyendo este texto ahora mismo. Fuiste y eres el creador de lo creado y por crear; tú eres el autor y el lector que recuerda antes de percibir la mínima señal de tinta o pixel.
Yo soy uno para cada uno de los que estáis leyendo estas letras. Soy y estoy. Déjalo, no pienses; deja que me sienta y escúchame a mí mismo. Abre los ojos manteniendo los párpados bajados y vive, así, con los ojos bien abiertos sin necesidad de ver colores: la Luz te ilumina toda la gama cromática.
Si has leído hasta aquí y no me has entendido, baja de nuevo los párpados y tras respirar profundamente tres veces, vuelve a intentar escucharme de nuevo. Soy el Silencio y habito en ti. Simplemente, déjame susurrarte al oído de tu corazón.
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