¡Buenos días a todos! Como recordaréis el pasado domingo día 21 de Septiembre, fue el día mundial del Alzheimer y por ello, hoy me gustaría dedicar el artículo a esta patología, más concretamente a un mineral relacionado con ella. Pero primero hablemos del Alzheimer.
¿Qué es el Alzheimer?
El Alzheimer es un desorden cerebral que afecta seriamente la habilidad de una persona para llevar a cabo las actividades diarias cotidianas. Se caracteriza por la alteración del proceso normal del pensamiento y la memoria debido al bloqueo de mensajes entre las células nerviosas a causa de un acumulo de mielinización. Con el tiempo empeora y, como muchos sabréis, llega un momento que la persona que padece de Alzheimer deja de reconocer a las personas y los objetos.
No existe una cura para el Alzheimer, lo único que se puede hacer es intentar retrasar al máximo la aparición de los síntomas y la pérdida de la memoria.
Entre otras recomendaciones que se dan para esta enfermedad encontramos:
Un entorno tranquilo y simplificado lo máximo posible, evitando objetos que puedan caerse con facilidad o que puedan entorpecer el movimiento de la persona.
No cambiar las cosas de sitio para no desorientar, y mantener una rutina diaria que el enfermo pueda identificar y seguir con facilidad.
Realizar actividades relacionadas con la memoria, como pasatiempos, crucigramas, etc.
En cuanto a la nutrición, se debe establecer un horario estricto de comidas. Se deben utilizando cubiertos que no puedan dañar a la persona ni se quiebren. Por lo general, dejan de reconocer los alimentos, lo que puede llevarles a tener anorexia debido a la pérdida de apetito, al olvido de si ha comido ya o no, crisis de agitación, rechazar la comida, etc.Entre otros alimentos implicados en la buena salud del sistema cognitivo encontramos los ácidos grasos esenciales omega 3 y omega 6, ácido fólico, múltiples vitaminas del grupo B, proteínas de alto valor biológico y vitaminas antioxidantes como la C y la E.
Y de esta última vitamina, la E, es de la que me gustaría hablar hoy.
La vitamina E o tocoferol, es una vitamina liposoluble identificada por primera vez por Herbert Evans y Katherine Bishop en 1922, y aislada en 1936. Su estructura química está constituida por un núcleo hidroxicromona al que se une una cadena de fitilo.
Digestión, absorción y metabolismo
La vitamina E se compone mayoritariamente de ? y ?-tocoferol. A nivel intestinal, al ser una vitamina liposoluble, se encuentra disuelta en las grasas alimentarias por lo que su digestión y absorción dependen de la buena funcionalidad del sistema biliar y pancreático, y de la buena digestión que se haga de las grasas ingeridas con los alimentos. Se ha observado que los triglicéridos de cadena media incrementan la absorción de esta vitamina, mientras que los ácidos grasos poliinsaturados la inhiben.
El metabolismo de esta vitamina se realiza en el hígado. Tras haberse absorbido y llegado a los hepatocitos del hígado, la vitamina E se une a una proteína hepática con la cual, la vitamina E puede realizar su función directamente en el hígado o ser transportada de nuevo fuera del hígado y realizar su función fuera.
El tocoferol absorbido se distribuye ampliamente por todos los tejidos y células sanguíneas incorporándose a las membranas de las células junto con el colesterol y los fosfolípidos, de tal manera que no parece existir un órgano concreto para el almacenamiento de esta vitamina, puede ser el tejido adiposo, el hígado o el tejido muscular, entre otros. Sólo una pequeña cantidad de derivados de la vitamina E aparece en la orina, siendo la principal vía de excreción las heces.
Efectos fisiológicos
La principal función de esta vitamina es la de actuar como vitamina antioxidante. De esta manera, el ?-tocoferol actúa como un potente antioxidante lipofílico y supresor del daño oxidativo en las membranas biológicas, lipoproteínas y tejidos.
Pero encontramos otras funciones como es la de actuar como un estabilizador de las membranas celulares, regulando la fluidez de las mismas; realiza una protección frente al proceso aterogénico, debido a que actúa sobre la enzima reguladora de la síntesis de colesterol, reduciéndola y, por lo tanto, reduciendo los niveles de colesterol sérico; tiene una función protectora de la hemólisis y sobre el sistema inmune, en el cual incrementa la producción de inmunoglobulinas y la función normal de los linfocitos T. Por último, se ha observado que en deficiencias de esta vitamina, los niveles normales de muchas enzimas se encuentran alterados.
Ingestas recomendadas y fuentes alimentarias
Como en los demás nutrientes, los requerimientos de esta vitamina están condicionados por factores fisiológicos como la edad, la actividad física, el aporte calórico y situaciones específicas como la lactancia o la gestación y frente a situaciones con un fuerte estrés oxidativo. Por lo general, se establecen unos requerimientos de 12 mg para los adultos.
La vitamina E puede encontrarse en múltiples alimentos, entre los que destacan los aceites vegetales como el de girasol y maíz, aunque por su presencia en ácidos grasos poliinsaturados, como comentaba previamente, la absorción se ve disminuida. Asimismo, podemos encontrarla en granos de cereales, frutos secos, verduras y hortalizas de hojas verdes y en el tejido adiposo de los alimentos animales.
Sin embargo, durante el almacenaje y preparación de los alimentos ocurren pérdidas considerables de esta vitamina. Por ejemplo, la fritura, el asado o la cocción a fuego lento producen las mayores pérdidas de esta vitamina ya que es una vitamina termosensible, que se pierde también con la exposición a la luz y al oxígeno (por su papel antioxidante).
Y con esto terminamos por hoy. Regresamos el viernes con una nueva receta. ¡Feliz día!
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
Conocimientos adquiridos durante la Diplomatura de Nutrición Humana y Dietética.
Nutrición y alimentación humana.2a ed. Mataix J. Ergon 2009.