La tristeza es un síntoma de que algo está sucediendo en el universo emocional pero no es una enfermedad en sí misma o al menos, no lo es en la mayoría de las ocasiones. Cuando se produce una ruptura de pareja, cuando llega la decepción de un amigo, ante un despido laboral inesperado, ante la muerte de un ser querido, ante una derrota difícil, en la soledad no elegida es posible y muy saludable experimentar tristeza. En ese caso, la tristeza es el síntoma que muestra un estado de ánimo acorde a la causa que la produjo.
Experimentar tristeza en este tipo de situaciones muestra una higiene mental saludable. Nadie puede buscar la felicidad huyendo de la tristeza a toda costa. Es imposible alcanzar el bienestar a partir de la represión de sentimientos que pueden ser desagradables pero son totalmente positivos.
La tristeza potencia la interioridad
La tristeza es un sentimiento que potencia la introspección personal en una etapa de dificultad cuando la persona necesita pasar más tiempo a solas y en compañía de aquellos amigos que son de verdad ya que la intimidad aporta fuerza. Reprimir la tristeza produce todavía mayor soledad y sufrimiento ante el rechazo de la realidad. La tristeza tiene un ritmo distinto a la alegría, nos obliga a parar y a hacer una pausa para recomponer las piezas del puzle emocional.
Para una persona que está triste es mucho más doloroso tener que disimular su malestar ante los demás que poder vivir con naturalidad su duelo. Por ello, aunque con mucha frecuencia un amigo ofrece consejos con una buena intención del tipo: “Tienes que animarte”, “No es para tanto”, “Ya verás que esto pasa pronto”, “Tienes que ser fuerte”… Este tipo de mensajes producen el efecto contrario al deseado ya que logran que la persona se siente más sola todavía al sentirse incomprendida.
¿Cómo ayudar a un amigo que sufre por una tristeza concreta? Escucharle. Esto es lo más importante. Y darle consejos en caso de que los pida. La tristeza es vivencial y resulta inspiradora como muestran aquellos poemas de desamor con los que tantos lectores se han sentido identificados en algún momento de su vida.
Es decir, tanto en la alegría como en la tristeza existe belleza porque sentir forma parte de la vida.
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