Selfie, elegida por el diccionario Oxford, como la palabra del 2013 y que se define como auto-foto o auto-retrato que es tomada con un smartphone o tablet y luego es publicada en las diversas redes sociales, es sin duda alguna, una de las formas de “vanidad humana” más practicadas en la actualidad.
Los medios de comunicación siempre han tenido un papel determinante en la educación e imposición de tendencias y modas de comportamientos, más aún si todos, como es el caso de las redes, tenemos acceso a éstas y con muy pocos filtros.
Entre caras de pato, poses diversas, platos de comida, mujeres modelando, parejas satisfechas luego de haber culminado su experiencia sexual, entre otras imágenes (algunas bastante sorprendentes), es lo que nos encontramos cada vez que navegamos por las diferentes redes sociales. Día a día se vuelve más habitual, hasta el punto de acostumbrarnos tanto que sin darnos cuenta, ya estamos inmersos en éstas, posando y dando likes, corazones, compartiendo o retwiteando lo que nos gusta, ó criticando lo que no.
Como en todos los escenarios adictivos y compulsivos, unos son más propensos que otros a caer en la adicción de éstas drogas cibernéticas, ya sea por vacíos emocionales, necesidad de llamar la atención, egocentrismo o vanidad, el gran problema de esta situación es que muchas personas vulnerables están entendiendo éstos estilos de vida como válidos y aceptados, o peor como ideales a seguir.
Los selfies están publicados en su gran mayoría con una única razón, mostrarse ante el mundo, compartir experiencias y en muchos casos, recibir aprobación. Conozco personas en mi entorno cercano que sufren esperando los likes en sus selfies, porque pareciera que esto determinara si es querida, aprobada o admirada, y en cuestión de un día y gracias a la respuesta ante un selfie, su autoestima se ve afectada.
¿Será que los adictos a los selfies estarán midiendo su valor según los likes que reciben? ¿Será que al publicar su autoretrato estarán preparados para comentarios negativos que aplasten su necesidad de aceptación? Es preocupante que las redes potencien algo tan banal como lo es el qué dirán, sobre todo basándonos en simples imágenes donde sólo observamos lo superfluo.
Ante esta situación, un papel incuestionable lo tienen en primer lugar los padres de familia y las instituciones educativas. Las redes sociales manejadas con responsabilidad, guía y buenos criterios, son potenciadores de cualidades como la creatividad, comunicación y empatía.
Los selfies no son un problema como tal, porque es como si yo me tomara una cerveza porque me provoca y me gusta de vez en cuando, pero no la necesito para reforzar mi personalidad o construir mi ego. Yo no me hago muchos selfies, pero en ocasiones me apetece y me dan ganas de compartir con el mundo alguna experiencia o simplemente lo bonita que me siento, eso no es un problema, el tema se complica cuando lo usas para determinar tu valor y definir tu autoestima.
Muchas de las personas adictas a los selfies proyectan una imagen de mucha autoestima y seguridad en ellos mismos, de hecho la mayoría de las veces transmiten estilos de vida perfectos y una armonía total: cuerpo, alma y espíritu. ¿En realidad así se sienten o sólo es lo que quieren hacer creer? ¿Los likes a sus selfies los sentirán como una inyección de bienestar, subidón de adrenalina y autoestima momentáneo?
En definitiva volvemos al mismo tema de siempre, todos los extremos son malos, porque están resguardando algún problema que necesita buscar alivio, solución y exteriorización, lástima que en muchos casos se vaya por la vía equivocada , en la que antes de encontrar respuesta, te potencia la afección.
¿La obsesión por los selfies te parece una expresión de la vanidad humana?
Un beso muy grande.
Hasta la próxima!
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