José Manuel Roás Triviño y su hijo Pablo. (F. Ruso)
El pasado domingo fue la maratón de Sevilla, una prueba, que por el encanto de la ciudad, el clima, la gente, y por supuesto, el esfuerzo de los corredores, es especial.
Eran muchos, muchísimos, todos movidos por lo mismo, el sentimiento, el esfuerzo, la superación... (estoy hablando con López para que participe en el blog con una entrada que dará mucho que hablar, porque él contará en primera persona todo esto de lo que os hablo).
Y entre todos ellos, destaco uno, mejor dicho, dos. Un padre, José Manuel Roas Triviño, y su hijo Pablo, enfermo de West.
José Manuel recorrió 42.195 metros empujando el carrito de su hijo, aficionado al runnig. Es un símbolo para todos los corredores sevillanos y, desde hace algunos años, podemos verlo empujando el carro en numerosos circuitos sevillanos.
"El día que Pablo no disfrute, colgaré las zapatillas". Es lo que dice este maestro de educación física y padre de familia que, a las nueves de la mañana del domingo, ocupó su puesto en la salida con su hijo. Afirma que, "si él tuviera el cuerpazo de los de delante, también intentaría ganar, pero tan feliz puede ser el que hoy gane, como nosotros", refiriéndose a él y a su hijo.
A lo largo de la carrera anima y se dirije a su hijo en todo momento, ¡ vamos Pablo, vamos chico!, y recibe como respuesta de su hijo gritos y risas, lo que anima a José Manuel a seguir, pese a los calambres de las piernas y el esfuerzo realizado. No puede parar, sabe que sus piernas son las piernas de su hijo.
"Choca Pablo, choca" y éste alarga su mano hacia quienes están en el recorrido aclamando su nombre de manera continuada.
Una vez atraviesan el túnel del Estadio Olímpico llegan a la meta. Se abrazan, ¡lo hemos logrado!, Pablo sonríe, está eufórico...
Y su padre insiste, "no soy un héroe como dicen algunos, soy un padre feliz de ver disfrutar a su hijo".
¿Hasta donde llegamos los padres?
Hasta ver felices a nuestros hijos.
Donde muchos ven una prueba de superación, otros, como José Manuel, ven un modo de satisfascer y hacer feliz a su hijo. La figura de José Manuel considero que es un ejemplo a seguir para muchos padres; desde aquí quiero hacer un reconocimiento a todos aquellos padres que les ha tocado vivir con alguna enfermedad, que sacan fuerzas de donde no las tienen para poner una sonrisa cada día y animar y dar fuerza a sus hijos.
Muy bien, José Manuel, muy bien Pablo, para mí sí que sois unos héroes, y cada año esperaré, con impaciencia, veros aparecer por las calles de Sevilla.