El pasado mes de Julio, durante las famosas fiestas de San Fermín en Pamplona, una muchacha de 18 años fue aparentemente vejada y violada por un grupo de cinco hombres, entre los cuales se encontraba un Guardia Civil. No voy a entrar en si se trató de una violación o fueron relaciones consentidas, ya habrá tiempo para que los juzguen y cumplan con su condena en caso de demostrarse su culpabilidad. Lo que no me parece de recibo es que se justifique lo ocurrido con frases del tipo qué hacía un chica sola por la calle a esas horas o es raro que se pusiera a hablar con cinco chicos o argumentos de la defensa como no tenía marcas de haber sido agarrada o señales en su vagina de haber sido forzada.
Parece que para justificar una infamia de este tipo, lo mejor es culpar a la víctima de habérselo buscado. ¿Desde cuando una mujer que no opone resistencia ante una violación por miedo a que le hagan más daño o que la acaben asesinando no es una verdadera víctima?. ¿Justifica la falta de resistencia una violación? ¿Es razonable pensar que una adolescente de 18 años, asediada por cinco hombres bastante más mayores que ella y que dudo que le pidieran el DNI para saber si era mayor de edad, no se resista por miedo y por ese motivo no sufriera heridas? Sinceramente, frente a esa superioridad numérica y de fuerza, yo quizá tampoco me habría resistido para no poner en riesgo mi vida, pero, justo por ese motivo, es posible que, con mi edad, alegasen que se trataba de una relación consentida. Vamos, el sueño erótico de toda mujer: Follarse a cinco tíos desconocidos sudados y borrachos en el portal de un bloque de pisos mientras se ríen de ti y te graban con el móvil.
Otro caso similar en cuanto a repercusión mediática con una adolescente como protagonista es, desgraciadamente, el de la desaparición de Diana Quer. No voy a entrar en pormenores ni en las morbosas circunstancias familiares que envuelven el caso, solo en el tratamiento que ciertos medios de comunicación han dado a la figura de la joven, también de 18 años. Comentarios como que se trata de una chica que ha tenido muchos novios o que se
iba con cualquier desconocido han planeado con frecuencia en los acalorados e insustanciales debates televisivos que han llenado la parrilla de un tradicionalmente pobre agosto a nivel televisivo. La guinda del pastel la puso un reportaje de Antena 3 en horario intempestivo que duró apenas 10 minutos y desapareció misteriosamente 20 minutos antes de lo previsto. En resumen, retrato de una muchacha promiscua, inestable, rebelde y que se juntaba con malas compañías. ¿Justifica eso que haya desaparecido? ¿Alguien con dos dedos de frente cree que si ella fuera consciente de la que se está liando, con media España buscándola, no habría avisado para decir que está bien?. Si el problema es que no quiere volver a casa, se trata de una chica mayor de edad, con solo decir que no quiere volver a casa asunto resuelto, nadie la puede obligar a estar con sus padres. ¿Tiene algún sentido no dar señales de vida? ¿Aunque sea cierto que se trata de una chica rebelde y confiada que se va con desconocidos de vez en cuando, ese dato no cambia la situación. No es en absoluto relevante, lo que importa es que una chica ha desaparecido y nadie sabe donde está. Que te vayas con un desconocido no justifica que acabes muerta en una cuneta, o secuestrada contra tu voluntad.
Ya está bien de justificar el horror con los comportamientos de las victimas en lugar de afrontar que en nuestra sociedad existen personas desalmadas que solo desean hacer daño. Si, la culpa de que violen a su hija no es de su falda, de su instinto sexual, de sus amistades o del consumo de drogas. El motivo de que su hija desaparezca no es de sus imágenes insinuantes o de sus muchos amigos especiales. Solo hay un culpable, lo demás son prejuicios, justificaciones machistas que solo se explican en un mundo en que la mujer, muchas veces, es la incitadora de los bajos instintos masculinos. En el que las mujeres siguen siendo algo que usar y tirar. En el que no hay educación y respeto por la libertad femenina en todas sus vertientes. Un mundo que genera monstruos con piel de cordero y víctimas que se lo han buscado.
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