Adrián empezó a trabajar en una empresa informática. Todo iba bien hasta que trajeron unas máquinas a la empresa. Al ser el novato, le pidieron que se encargara de las tareas de mantenimiento diario de las mismas, antes de empezar con el resto de su trabajo.
Adrián tenía ciertos problemas en la espalda que le impedían realizar esfuerzos y, aún viendo las dimensiones de aquellas máquinas, no pensó que esto sería un problema?
Pero lo fue. Las máquinas eran bastante pesadas y para poder realizar el mantenimiento correctamente tenía que moverlas primero hacia delante para poder acceder al panel trasero y luego hacia atrás para dejarla en su posición inicial, con el consiguiente esfuerzo. A los pocos días de estar revisando las máquinas y de que todos los días alguna fallara, su espalda se resintió.
Después de estar una semana a base de calmantes debido al dolor, decidió hablar con el jefe de su departamento, pues era él quien le había asignado esa tarea y sabía de su problema en la espalda. El resultado fue que el “individuo” este (porque llamarlo “persona” o “señor” sería hacerle un cumplido) hizo como si lloviera y pasó bastante de él.
Unos días más tarde, Adrián vio que no podía seguir estando a base de calmantes diarios, por lo que fue a hablar con su supervisor para comentarle el problema. Adrián era “el nuevo” y pensó que tal vez su supervisor tuviera más peso y pudiera ayudarle con esto. Una piedra hubiera hecho más caso, con eso lo digo todo.
Después de un día donde pensó que terminaría en urgencias debido al dolor que tenía y a que incluso le costaba moverse, tomó una decisión drástica: el día siguiente iba a dejar de realizar el mantenimiento de las máquinas y adelantar el trabajo que hacía después de esto. Él no quería tener que tomar esta decisión pero era eso o su salud.
El día que hizo esto, su jefe de departamento le llamó hecho un basilisco pidiendo explicaciones de por qué no funcionaban las máquinas. No hace falta que reproduzca la conversación (aunque Adrián la tiene a fuego en su mente), solo diré que parece ser que para su jefe era más importante que el trabajo no estuviera hecho, que el motivo por el cual no estuviera hecho, aunque ese motivo fuera por problemas de salud.
Finalmente, Adrián terminó haciendo el trabajo de otro compañero y ese compañero realizó el mantenimiento. Los dos estaban conformes con esta decisión y a partir de ese día se hizo como si todo esto no hubiera ocurrido.
Y hasta aquí el punto de vista de Adrián. Ahora va mi punto de vista:
me parece muy triste que cuando no haces algo porque no puedes, en vez de porque no quieres, te ignoren y parece que sea un “hasta que te rompas y me crea que lo que me dices es cierto”.